CAPÍTULO 18
Después de que lo soltó, él se quitó sus muy cortos bóxers, dándole
una vista completa de su erección masiva. Él se levantó de rodillas entre sus
piernas y le sonrió.
—¿Entonces cuál es la mejor posición para hacer bebés?
¿Qué demo...? Había preguntado en serio cuál posición usar.
—Uhm, bueno, supuestamente Misionero.
—Suena bien para mí. —Se inclinó sobre ella, colocándose entre sus muslos.
Cuando su polla empujó contra su apertura, se puso tensa y se aferró a sus hombros.
Peter la besó tiernamente en la frente—. Voy a tomar esto bien y despacio, ¿de
acuerdo?
Ella asintió con la cabeza y apretó los párpados cerrados.
—No, mírame, Lali.
Obedeciendo a su orden entreabrió sus ojos. Suavemente, él comenzó a llevarse
a sí mismo a su interior. Lali jadeó con placer, en lugar de dolor, mientras la
llenaba.
—Hmm —murmuró ella cuando finalmente estuvo enterrado profundamente
dentro.
—Dios, te sientes increíble —le susurró al oído.
—Yo podría decir lo mismo de ti —respondió ella.
Él rio entre dientes mientras se quedaba inmóvil por un momento, permitiéndole
acostumbrarse a su tamaño.
—Sí, pero para mí, es más acerca de ser capaz de sentir tanto. Nunca
antes he estado dentro de una mujer sin condón.
—¿En serio?
Él asintió con la cabeza.
—Supongo que estás tomando mi virginidad de no condón.
—Oh —murmuró ella.
Lentamente, sacó y empujó de nuevo en ella.
—Oh joder, sí, eso es caliente —gimió él en su oído.
Una vez que encontró un ritmo, Lali levantó sus caderas para
recibirlo. Se movían casi al unísono, sus respiraciones viniendo en jadeantes
patrones. Pero después de varios minutos, Peter la sorprendió al mantener su
ritmo lánguido. Era tierno y dulce, casi como el hacer el amor que solía tener
con Agustín. Un dolor emocional quemó a través de su pecho, y se estremeció. No
le gustó el cambio de sentimientos que tenía. Esto se suponía que solo era sexo
para la procreación, no hacer el amor. Cuando miró a los ojos de Peter, vio la
moderación en ellos. Tomando su cara entre sus manos, sonrió.
—No tienes que contenerte por mí.
―Ha sido un largo tiempo desde que tuviste sexo, y no quiero hacerte
daño―respondió, casi apretando los dientes por el esfuerzo.
―No soy una virgen, por lo que no me vas a hacer daño. ―Siguiendo su ritmo
lento, casi metódico, Lali se dio cuenta de que iba a tener que seguir en sus
términos para conseguir que se detuviera. Al mismo tiempo, sabía si ella tenía lo
necesario para exigir lo que necesitaba. Respirando hondo, le golpeó el culo desnudo.
Duro―. ¡Peter Lanzani, será mejor que me folles como debe ser!
Peter tiró hacia atrás la cabeza como si lo hubiera abofeteado.
―Cristo, La, no puedo creer que hayas dicho eso.
El usual rubor tiñó sus mejillas, pero ella negó con la cabeza.
―No me trates como una frágil flor. Quiero que disfrutes esto.
―Bien entonces. ―Él prácticamente gruñó.
Ella gritó cuando él les dio la vuelta para que ella lo montara. Se
quedó quieto, enterrado profundamente dentro de ella, esperando a que ella
tomara las riendas. Tentativamente, se meció contra él, hasta que poco a poco
comenzó a
acelerar el ritmo. Echándose hacia atrás, descansó sus manos sobre sus
muslos. Lo cabalgó duro y rápido, moliéndose contra él hasta que encontró el
punto justo para enviarla sobre el borde de nuevo.
―¡Sí! ¡Oh Dios! ―chilló.
Peter se levantó en una posición sentada. Tomó uno de sus bamboleantes
pechos en su boca y lo chupó profundamente mientras le agarraba las caderas apretándolas.
Cambió el ritmo moviéndola hacia él, tirando de ella hacia su polla y luego
golpeando hacia abajo sobre él. Ella lo sintió ir más y más profundo cada vez,
estaba disfrutando mucho de la sensación y Peter gruñía de placer contra su pecho.
Justo cuando Lali pensó que se iba a venir de nuevo, Peter la empujó sobre
su espalda y llevó sus piernas hacia arriba contra su pecho hasta que sus pies descansaron
en sus hombros. Gimió cuando él embistió de nuevo en su interior. Él sonrió con
satisfacción hacia ella, y ella supo que estaba en un lío. Le había dicho que
quería ser follada, así que eso le iba a dar. Duro.
Mientras embestía dentro de ella, sus bolas azotaban su culo. Él gimió
cuando la posición lo llevó otra vez más profundo. Sus gritos de placer
parecían encender más a Peter mientras empujaba una y otra vez. Se sentía la
tensión en su cuerpo y se dio cuenta que se estaba acercando. De repente, le
abrió de piernas y los llevo de vuelta a su posición original, cara a cara y
envueltos en los brazos del otro.
Cuando el último orgasmo de Lali apretó sus paredes alrededor de la polla
de Peter, empujó una última vez y luego se dejó ir en su interior.
―¡Oh, joder, Lali! ―gritó antes de caer encima de ella.
Permanecieron enredados juntos, tratando de respirar.
―No vuelvas a dudar de ti de nuevo ―le murmuró Peter al oído.
―¿En serio?
Él se apartó para sonreírle.
―Totalmente.
―Gracias. Estuviste muy sorprendente.
―Creo que debió ser por el hecho de lo vocal que eres. ―Él le apartó
el cabello de la cara―. Por cierto, ciertamente no eres tímida en el
dormitorio, ¿verdad?
Mortificada ante lo que pudo haber dicho o hecho en el calor de la
pasión, Lali hundió la cara en el cuello de Peter.
―Oh, Dios mío ―murmuró.
―Sí, te gusta decir mucho eso, también. Por supuesto, soy un fan más grande
de cuando gritas mi nombre ―reflexionó. Cuando ella siguió ocultando su rostro
de él, la empujó juguetonamente―. Vamos, L a.
No te avergüences. Fue sexy como el infierno.
―¿En serio? ―chilló.
―Sí.
Después de exhalar un suspiro satisfecho, se apartó sonriendo tímidamente.
―Supongo que me dejé llevar porque no sabía que podía ser así.
―¿No tenías sexo como este con tu prometido?
―Sí, pero lo amaba. ―Ante el ceño
fruncido de Peter, ella se sonrojó―.Lo que quiero decir es que pensé que nunca
podría disfrutar del sexo a menos que
estuviese enamorada de la persona.
―Bueno, me alegro de haber podido demostrar que te
equivocas―reflexionó él.
Se quedaron yaciendo en silencio durante unos minutos. Lali podía
decir que Peter no era de caricias después del coito, lo que consolidó aún más
su imagen
de mujeriego con ella. Observó mientras él mantenía la mirada fija en
el techo, o moviéndose bajo las sábanas. Probablemente no dormía con la mayoría
de las mujeres con las que se iba a la cama. Él se aclaró la garganta.
―¿Quieres unirte a mí en la ducha?
―Todavía no. Se supone que tengo que esperar antes de hacer eso.
―¿Por qué?
Ella se sonrojó.
―¿Estás seguro de que realmente quieres hablar de esto?
―Por supuesto que sí.
Lali no podía creer que después de solo dormir con Peter no se atrevía
a decir ciertas palabras en frente de él o explicarle algunos aspectos de la concepción
exitosa.
Él le dio un codazo.
―Vamos, La. ¿Qué es?
―Está bien. He leído que debes esperar veinte o treinta minutos antes
de usar el baño o la ducha. Ya sabes, para ayudar a los espermatozoides a
llegar y todo.
―¿Eso es todo? Pensé por la forma en que estabas actuando que era algo
realmente embarazoso. ―Peter sonrió.
―Créeme. Hablar de esto contigo es mortificante.
―Bueno, lo que sea. ¿Así que el trato con el esperma es que es un poco
como un “no puedes ir a nadar durante treinta minutos después de comer” o algo así?
―Supongo ―murmuró ella.
―¿Qué otra cosa se supone que debes hacer?―Peter ―protestó.
―Vamos. Puedes hacerlo. Acabas de decir espermatozoides frente a mí, y
no huí hacia las montañas. Creo que puedo manejarlo.
Una risita se escapó de sus labios.
―Bueno, dicen que podrías poner una almohada debajo de tus caderas. Ayuda
a inclinar el cuello uterino y el útero.
Peter negó con la cabeza.
―Está bien, me tienes. Dijiste la palabra intolerable, útero. Me voy
de aquí.
Ella le dio un manotazo en broma mientras él fingía salir de la cama.
La besó en la frente.
―Maldición, eres sexy incluso al sentir vergüenza.
―Sí, claro.
―En serio, Lali, yo crecí con cuatro hermanas en una casa con tres pequeños
dormitorios y dos baños. He visto y oído suficientes cosas femeninas para marcar
psicológicamente a cualquier chico durante años. Te prometo que no hay nada que
puedas posiblemente decir que me de a
sco.
Ella se echó a reír.
―Sí, bueno, soy hija única, me tomó cerca de un año antes de que
pudiera hablar de mi período frente a mi novio.
Peter entonces tomó una de las almohadas extra que había descartado y
la deslizó bajo las colchas. Deslizó su mano por debajo del trasero de Lali,
izando sus caderas en el aire.
―¡Muy bien, entonces, es el momento de ayudar a los chicos!
Ella se echó a reír y se retorció contra él.
―Podría haberlo hecho yo misma.
―Estoy feliz de ayudar. ―Él movió la almohada debajo de ella, pero no quitó
su mano―. ¡Y nunca voy a dejar pasar la oferta de agarrarte el culo!
―¿Nunca te detienes? ―resopló Lali.
―¡Dame otra ronda, y estarás rogándome que no lo haga!
―Vamos a tener que ver eso.
Él le dirigió una sonrisa maliciosa antes de mover de un tirón la
sábana.
―La segunda ronda comienza en la ducha en quince minutos.
―Está bien ―respondió ella.