lunes, 2 de junio de 2014

La Proposición: Capítulo 20

CAPÍTULO 20


Él se volvió hacia ella.

―No lo había planeado realmente. Pero tú puedes. La habitación está cubierta por la noche.

―Oh ―murmuró, incapaz de ocultar su decepción.

Ella sintió el calor de la mirada de Peter antes de que tomara una respiración entrecortada. La cama se hundió bajo su peso cuando se sentó.

―La, sabías qué clase de hombre era antes de que nos metiéramos en esto. Normalmente yo no…

―No, está bien.

―Seguro como el infierno que no suenas o te ves bien al respecto.

―Es solo que me acabas de dar un giro con la lencería y el champán. Todo se hizo menos empresarial y más... ―Ella sacudió la cabeza―. Pero ahora lo entiendo. Siempre va a ser solo sexo contigo.

Peter gruñó y se pasó una mano por el cabello mojado.

―Debí haber sabido que esto pasaría ―murmuró él.

―Estoy bien, ¿de acuerdo? ―Ante su mirada escéptica, ella suspiró―.Todo esto es una montaña rusa emocional golpeándome, y lo siento. Estoy segura de que odias a las mujeres demandantes y emocionales.

Él hizo una mueca.

―A veces.

Ella le dio una sonrisa triste.

―Pensé lo mismo.

―En realidad, odio haber sido quien te llevara a esto. ―Con un gruñido frustrado, se bajó los pantalones y se metió de nuevo a la cama. Cuando su mano agarró la sábana, ella levantó la cabeza sorprendida.

―¿Qué estás haciendo?

―¿Qué diablos es lo que parece que estoy haciendo? Viniendo a la cama―refunfuñó él.

―Pero pensé…

―Supongo que, ya que vas a ser la madre de mi hijo, puedo hacer una excepción en tu caso.

Un grito ahogado brotó de sus labios. La última cosa que quería de él era lástima. En el momento en que Peter se metió en la cama se alejó lo más posible de él. En un arrebato, ella se envolvió en las sábanas, dejándolo en el frío, en más de un sentido.

―¿La? ―Cuando se negó a contestarle, él se deslizó a través del colchón hasta ella―. ¿Por qué estás tan enojada? Me estoy quedando, ¿cierto?

Lali se volvió para mirarlo.

―No quiero que te quedes por obligación o lástima, Peter. Quiero que te quedes porque quieres.

―Joder. No quise decir eso. Solo quería decir que yo debía quedarme porque eres diferente a las demás... alguien especial.

Ella suavizó su expresión momentáneamente.

―¿En serio?

―Sí, en serio.

―Está bien, entonces.

―¿Puedo tener un poco de colcha ahora? Me estoy congelando el culo.

―Por supuesto. Quiero decir, no podemos permitir que le pase nada a ese fabuloso culo tuyo, ¿cierto?

―Esa boca tuya es un problema ―reflexionó él, mientras se deslizaba bajo las sábanas. La sorpresa la inundó cuando hizo cuchara contra ella, y no pudo evitar el suspiro de satisfacción que se escapó de sus labios.

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