martes, 3 de junio de 2014

La Proposición: Capítulo 22

CAPÍTULO 22


Apenas pudo llegar a su oficina antes de que Candela irrumpiera dentro y cerrara la puerta de golpe.

—¡No puedo creer que no me hayas llamado!

Levantando su mano, Lali advirtió:

—Todavía ni siquiera he bebido café. Me mantendré fuera de la Inquisición durante al menos treinta minutos.

—Uhm, alguien está irritada. ¿No dormiste lo suficiente anoche?—preguntó Candela, moviendo las cejas.

—No, obviamente no lo hice.

Candela chilló y luego se dejó caer en la silla.

—¡Detalles, La! ¡Necesito desesperadamente detalles!

—Entonces ve a ser una buena amiga y consígueme un café —gimió Lali.

Con un bufido, Candela se levantó de su silla.

—Está bien. ¡Pero será mejor que me des cada detalle erótico cuando vuelva!

Mientras Candela salía por la puerta, Lali colocó sus cosas y encendió la computadora. En medio de la lectura de sus citas del día, sonó el teléfono en su bolso. Ella lo agarró y se desplazó a través de sus mensajes. El ver uno de Peter provocó que su corazón saltara hasta su garganta.

Lo siento, no me despedí. Parecías demasiado tranquila para despertarte.
Ansioso porque llegue el miércoles… P

Lali no podía luchar contra la tonta sonrisa que llenaba sus mejillas. Después de todo no era un idiota. Él realmente se preocupó lo suficiente como para enviarle un mensaje y ver cómo estaba.

Rápidamente, sus dedos volaron sobre el teclado.

Gracias. Yo dormí bien anoche… bueno, después de todo. También estoy
ansiosa porque llegue el miércoles.

Candela entró por la puerta con una humeante taza de café y se la pasó a Lali.
Mientras Lali soplaba pequeñas olas en el líquido oscuro, los labios de Candela se curvaron en un puchero.

—La, realmente estoy dolida porque no me llamaste camino a casa esta mañana. Quiero decir, ¡he estado muriendo durante toda la noche y la mañana
para saber de ti! Anoche volví prácticamente loco a Vico preguntando acerca de cómo te estaba yendo.

Lali salió disparada de su silla, derramando el café en el suelo.

—¿En serio le dijiste a Vico acerca de mi noche de sexo con Peter?

Candela rodó sus ojos confirmándolo.

—Por supuesto que sí. ¿No crees que él se preguntara qué pasó cuando te embarazaras de la nada?

—Supongo que tienes razón.

—Creo que al final de la noche, él también estaba tan ansioso de saber de ti. Creo que su preocupación era más por asegurarse de que estabas bien, y de que Peter no te hubiera obligado a someterte a alguna mierda retorcida o algo así.

Pasando su mano por la cadera, Lali le dio a Candela una mirada exasperada.

—Y ¿qué esperabas? ¿Qué te escribiera cada minucioso detalle contándote lo que estaba pasando?

—Eso hubiera sido interesante. No estoy segura de cómo se traducen en el texto los quejidos y gemidos.

—Eres imposible —murmuró Lali tomando un poco de café. El líquido caliente quemó un bienvenido rastro de cafeína en su garganta y estómago.

—Entonces, ¿cómo fue?

Un retroceso de los acontecimientos de la noche anterior brilló a través de la mente de Lali como una película de clasificación “X”, y no pudo evitar sonrojarse.

—Increíble.

—¿Así que fue todo lo que pensaste que sería estar con él?

Lali asintió.

—Y más.

Saboreando cada detalle, Cande se inclinó tanto hacia adelante en su silla que casi se cae de frente contra el suelo.

—Entonces, ¿cuántas veces te viniste?

—¡Candela! —exclamó Lali.

—¡Oh vamos, La! Con las locas horas de pasantías de Vico, tengo que vivir a través de ti —argumentó Candela.


El calor inundó las mejillas de Lali.

La Proposición: Capítulo 21

CAPÍTULO 21


La luz del sol se filtraba por las cortinas abiertas, calentando el rostro de Lali. Se dio la vuelta, cubriéndose sus ojos con su brazo. Por un momento, se olvidó que no estaba en la comodidad de su propia cama. Y entonces la revelación la golpeó. Estaba en una cama matrimonial del Grand Hyatt y en la suite nupcial.

Cuando se dio la vuelta, se encontró con que Peter ya se había ido y sin despedirse. Una punzada de tristeza hizo camino a través de su pecho, pero trató de razonar consigo misma ya que era casi milagroso que él se hubiera quedado durante la noche. No podía esperar que alguien como él la despertara y le diera un beso de despedida. Estaba más allá de su campo y entendimiento.

Echó un vistazo al reloj y vio que eran más de las siete. Si quería llegar a tiempo al trabajo, sabía que necesitaba ponerse en marcha. Deslizándose en su
vestido de la noche anterior, se lamentó de no haber pensado antes en llevar algo más para vestir. A los casi treinta años, nunca antes había experimentado una caminata de la vergüenza, y ahora tendría una. Después de todo, ¿quién demonios usaba gasa a las siete de la mañana?

Afortunadamente, el pasillo estaba en silencio mientras se apresuraba por la alfombra floral de los ascensores. Cuando llegó a la planta baja, solo el personal del hotel se arremolinaba en el vestíbulo. Trató de sostener la cabeza en alto mientras los pasaba de largo. Se las arregló para mantener su dignidad hasta que le dio su boleto al valet. Él le echó un vistazo a su traje, al cabello despeinado, y una sonrisa de complicidad pasó por su rostro.

—En un momento, señora.


Interiormente Lali gimió y se obligó a nunca olvidar una bolsa de viaje de nuevo.

lunes, 2 de junio de 2014

La Proposición: Capítulo 20

CAPÍTULO 20


Él se volvió hacia ella.

―No lo había planeado realmente. Pero tú puedes. La habitación está cubierta por la noche.

―Oh ―murmuró, incapaz de ocultar su decepción.

Ella sintió el calor de la mirada de Peter antes de que tomara una respiración entrecortada. La cama se hundió bajo su peso cuando se sentó.

―La, sabías qué clase de hombre era antes de que nos metiéramos en esto. Normalmente yo no…

―No, está bien.

―Seguro como el infierno que no suenas o te ves bien al respecto.

―Es solo que me acabas de dar un giro con la lencería y el champán. Todo se hizo menos empresarial y más... ―Ella sacudió la cabeza―. Pero ahora lo entiendo. Siempre va a ser solo sexo contigo.

Peter gruñó y se pasó una mano por el cabello mojado.

―Debí haber sabido que esto pasaría ―murmuró él.

―Estoy bien, ¿de acuerdo? ―Ante su mirada escéptica, ella suspiró―.Todo esto es una montaña rusa emocional golpeándome, y lo siento. Estoy segura de que odias a las mujeres demandantes y emocionales.

Él hizo una mueca.

―A veces.

Ella le dio una sonrisa triste.

―Pensé lo mismo.

―En realidad, odio haber sido quien te llevara a esto. ―Con un gruñido frustrado, se bajó los pantalones y se metió de nuevo a la cama. Cuando su mano agarró la sábana, ella levantó la cabeza sorprendida.

―¿Qué estás haciendo?

―¿Qué diablos es lo que parece que estoy haciendo? Viniendo a la cama―refunfuñó él.

―Pero pensé…

―Supongo que, ya que vas a ser la madre de mi hijo, puedo hacer una excepción en tu caso.

Un grito ahogado brotó de sus labios. La última cosa que quería de él era lástima. En el momento en que Peter se metió en la cama se alejó lo más posible de él. En un arrebato, ella se envolvió en las sábanas, dejándolo en el frío, en más de un sentido.

―¿La? ―Cuando se negó a contestarle, él se deslizó a través del colchón hasta ella―. ¿Por qué estás tan enojada? Me estoy quedando, ¿cierto?

Lali se volvió para mirarlo.

―No quiero que te quedes por obligación o lástima, Peter. Quiero que te quedes porque quieres.

―Joder. No quise decir eso. Solo quería decir que yo debía quedarme porque eres diferente a las demás... alguien especial.

Ella suavizó su expresión momentáneamente.

―¿En serio?

―Sí, en serio.

―Está bien, entonces.

―¿Puedo tener un poco de colcha ahora? Me estoy congelando el culo.

―Por supuesto. Quiero decir, no podemos permitir que le pase nada a ese fabuloso culo tuyo, ¿cierto?

―Esa boca tuya es un problema ―reflexionó él, mientras se deslizaba bajo las sábanas. La sorpresa la inundó cuando hizo cuchara contra ella, y no pudo evitar el suspiro de satisfacción que se escapó de sus labios.

domingo, 1 de junio de 2014

La Proposición: Capítulo 19

CAPÍTULO 19



Lali vio cómo su forma gloriosamente desnuda pasó al baño y encendió el agua. Un escalofrío de expectación se apoderó de ella al pensar en sexo con él de nuevo. El calor llenó sus mejillas y se deslizó por su cuello por lo que había dicho y hecho. Pero a él le había gustado, así que eso era todo lo que importaba. El tiempo pareció marchar desesperadamente lento, mientras esperaba para levantarse. Se preguntó si no habría nada de agua caliente dejada para ella. Finalmente, apartó las colchas y se apresuró hacia el baño. Vapor la envolvió cuando entró, y oyó a Peter tararear.

Abrió la puerta de cristal de la ducha y se metió dentro.

―Guau, esta ducha es enorme ―comentó.

―La suite nupcial, ¿recuerdas? Ellos esperan que las parejas estén aquí juntos por largos períodos de tiempo.

―Supongo que sí ―respondió.

Él le dio extendió algún gel de baño. Ella roció algo sobre su mano y empezó a hacer espuma cuando sintió las manos de Peter en su cintura. Cuando empezó a tirar de ella contra él, retrocedió. Ante su expresión de desconcierto, ella sonrió dulcemente.

―Creo que dijiste que era sobre mí la primera vez. ―Ella se agachó para agarrar su longitud―. Esta vez se trata de ti.

Peter sonrió.

―Si usted lo dice, señora.

Su mano, manchada con jabón, se deslizó hacia arriba y hacia abajo, trabajándolo en un estado de roca. Él dio un gruñido de placer cuando su otra mano se extendió entre ellos hasta sus bolas, masajeándolas suavemente.
―Hmm, muy buena técnica para una chica que dice que no tiene mucha experiencia.

―Oh, pero yo solo acabo de empezar, Sr. Lanzani.

―Cristo ―murmuró Peter cuando ella cayó de rodillas. Pasó las manos por sus muslos, lavando el jabón. Cuando estuvo completamente enjuagado, presionó sus piernas para separarlas. Agarrándose de él, lamió un camino desde su ombligo hasta su base. El agua caía en cascada sobre su espalda mientras ella le lamía la punta. Arremolinó su lengua burlonamente alrededor de él, haciendo gemir a Peter―. Me estás matando.

Su respiración se detuvo cuando ella lo llevó dentro de su boca. Tirando de él dentro y fuera, mantuvo su mano trabajando con firmeza también. Una leve sensación de orgullo la llenó cuando cerró los ojos y se golpeó la cabeza contra las baldosas. Sus manos fueron a su cabello, y retorció los dedos a través de los largos mechones mientras ella subía y bajaba sobre él. Cuando comenzó a sentir como si se estuviera acercando, Peter la apartó suavemente.

―No lo quiero desperdiciar, nena ―respondió, cuando ella lo miró.

Peter la agarró por los hombros y la levantó del suelo. Girando alrededor, la empujó contra las baldosas. Le sonrió mientras enganchaba una de sus piernas por encima de su cadera y se apretaba en su interior.

―Ya me tuviste así que trabajaré con empeño en la segunda ronda, puede ser un poco más corta de lo previsto.

―Eso está bien ―jadeó. Ella envolvió sus brazos apretados alrededor de su cuello, presionando sus ruborizados pechos contra su pecho. El aguasuccionándolos juntos mientras él se empezaba a mover. Después de que varias embestidas profundas causaron que gritara, Peter la miró a los ojos.

―No te estoy haciendo daño, ¿verdad?

―No, eres bueno.

―¿Solo bueno? ―Se burló él.

Ella sonrió.
―Genial, maravilloso, magnífico. ¡Oh Dios! ¡Oh Dios!

Él se echó a reír.

―Eres una listilla. ―Él incremento el paso, provocando gemidos de ambos. Justo cuando Emma se estaba acercando, Peter la agarró el culo y le subió su otra pierna del suelo, empalándola en él. Ella jadeó de placer cuando él la embistió de espaldas contra la pared de la ducha.

―Apriétame duro ―instruyó. Ella envolvió sus piernas apretadas alrededor de él, llevándolo más profundo cuando lo hizo―. Oh Dios, sí ―gimió él contra su clavícula.

Peter se movió frenéticamente contra ella. Su espalda ardiendo de ser golpeada contra la pared de la ducha con sus embestidas, pero todo lo demás se sentía demasiado bueno para quejarse. En cambio, jadeaba contra su oído, gritando su nombre cuando el orgasmo la atravesó. Justo cuando ella se apretó alrededor de él, se acercó, sujetándola con fuerza contra la pared.

―Maldición ―murmuró. Volvió la cabeza para sonreírle―. Sí, bastante bien, señora Espósito.

Ella se echó a reír.

―Gracias, señor Lanzani. ¿Crees que podrías dejarme bajar ahora? Voy a tener raspaduras de las baldosas.

Sus ojos se abrieron.

―Mierda, lo siento.

―Está bien.

Cuando ella estuvo de vuelta en sus pies, sus piernas parecían de goma como si no pudieran sostenerla. Su posición no estaba en realidad en la lista de “que hacer” para concebir, así que sabía que tenía que volver a la cama.

―Mejor voy a acostarme.

―Por los chicos ―reflexionó él con una sonrisa.
―Sí, por los chicos.

Después de agarrar una toalla, tropezó fuera de la ducha y se tambaleó en el dormitorio. Secándose rápidamente, Lali agarró el camisón que había guardado en su bolso y se lo deslizó por la cabeza. Un vistazo al reloj en la mesilla de noche mostró que era después de la medianoche. Bostezó y se preguntó cómo iba a levantarse en la mañana para el trabajo. Regresando a las sábanas, se metió en la cama.

Peter salió del cuarto de baño, una toalla envuelta alrededor de su cintura. Tímidamente, agarró la sábana a su alrededor.

―¿Te desgasté? ―preguntó, con una sonrisa.

Una tímida sonrisa curvó sus labios
.

―Un poco ―respondió. No se atrevía a alejar su mirada cuando él dejó caer la toalla y se deslizó en su ropa interior. Pero entonces su corazón se hundió cuando empezó a alcanzar sus pantalones―. ¿No te quedas?

La Proposición: Capítulo 18


CAPÍTULO 18


Después de que lo soltó, él se quitó sus muy cortos bóxers, dándole una vista completa de su erección masiva. Él se levantó de rodillas entre sus piernas y le sonrió.

—¿Entonces cuál es la mejor posición para hacer bebés?

¿Qué demo...? Había preguntado en serio cuál posición usar.

—Uhm, bueno, supuestamente Misionero.

—Suena bien para mí. —Se inclinó sobre ella, colocándose entre sus muslos. Cuando su polla empujó contra su apertura, se puso tensa y se aferró a sus hombros. Peter la besó tiernamente en la frente—. Voy a tomar esto bien y despacio, ¿de acuerdo?

Ella asintió con la cabeza y apretó los párpados cerrados.

—No, mírame, Lali.

Obedeciendo a su orden entreabrió sus ojos. Suavemente, él comenzó a llevarse a sí mismo a su interior. Lali jadeó con placer, en lugar de dolor, mientras la llenaba.

—Hmm —murmuró ella cuando finalmente estuvo enterrado profundamente dentro.

—Dios, te sientes increíble —le susurró al oído.

—Yo podría decir lo mismo de ti —respondió ella.

Él rio entre dientes mientras se quedaba inmóvil por un momento, permitiéndole acostumbrarse a su tamaño.

—Sí, pero para mí, es más acerca de ser capaz de sentir tanto. Nunca antes he estado dentro de una mujer sin condón.

—¿En serio?

Él asintió con la cabeza.

—Supongo que estás tomando mi virginidad de no condón.

—Oh —murmuró ella.

Lentamente, sacó y empujó de nuevo en ella.

—Oh joder, sí, eso es caliente —gimió él en su oído.

Una vez que encontró un ritmo, Lali levantó sus caderas para recibirlo. Se movían casi al unísono, sus respiraciones viniendo en jadeantes patrones. Pero después de varios minutos, Peter la sorprendió al mantener su ritmo lánguido. Era tierno y dulce, casi como el hacer el amor que solía tener con Agustín. Un dolor emocional quemó a través de su pecho, y se estremeció. No le gustó el cambio de sentimientos que tenía. Esto se suponía que solo era sexo para la procreación, no hacer el amor. Cuando miró a los ojos de Peter, vio la moderación en ellos. Tomando su cara entre sus manos, sonrió.

—No tienes que contenerte por mí.

―Ha sido un largo tiempo desde que tuviste sexo, y no quiero hacerte daño―respondió, casi apretando los dientes por el esfuerzo.

―No soy una virgen, por lo que no me vas a hacer daño. ―Siguiendo su ritmo lento, casi metódico, Lali se dio cuenta de que iba a tener que seguir en sus términos para conseguir que se detuviera. Al mismo tiempo, sabía si ella tenía lo necesario para exigir lo que necesitaba. Respirando hondo, le golpeó el culo desnudo. Duro―. ¡Peter Lanzani, será mejor que me folles como debe ser!

Peter tiró hacia atrás la cabeza como si lo hubiera abofeteado.

―Cristo, La, no puedo creer que hayas dicho eso.

El usual rubor tiñó sus mejillas, pero ella negó con la cabeza.

―No me trates como una frágil flor. Quiero que disfrutes esto.

―Bien entonces. ―Él prácticamente gruñó.

Ella gritó cuando él les dio la vuelta para que ella lo montara. Se quedó quieto, enterrado profundamente dentro de ella, esperando a que ella tomara las riendas. Tentativamente, se meció contra él, hasta que poco a poco comenzó a
acelerar el ritmo. Echándose hacia atrás, descansó sus manos sobre sus muslos. Lo cabalgó duro y rápido, moliéndose contra él hasta que encontró el punto justo para enviarla sobre el borde de nuevo.

―¡Sí! ¡Oh Dios! ―chilló.

Peter se levantó en una posición sentada. Tomó uno de sus bamboleantes pechos en su boca y lo chupó profundamente mientras le agarraba las caderas apretándolas. Cambió el ritmo moviéndola hacia él, tirando de ella hacia su polla y luego golpeando hacia abajo sobre él. Ella lo sintió ir más y más profundo cada vez, estaba disfrutando mucho de la sensación y Peter gruñía de placer contra su pecho.

Justo cuando Lali pensó que se iba a venir de nuevo, Peter la empujó sobre su espalda y llevó sus piernas hacia arriba contra su pecho hasta que sus pies descansaron en sus hombros. Gimió cuando él embistió de nuevo en su interior. Él sonrió con satisfacción hacia ella, y ella supo que estaba en un lío. Le había dicho que quería ser follada, así que eso le iba a dar. Duro.

Mientras embestía dentro de ella, sus bolas azotaban su culo. Él gimió cuando la posición lo llevó otra vez más profundo. Sus gritos de placer parecían encender más a Peter mientras empujaba una y otra vez. Se sentía la tensión en su cuerpo y se dio cuenta que se estaba acercando. De repente, le abrió de piernas y los llevo de vuelta a su posición original, cara a cara y envueltos en los brazos del otro.

Cuando el último orgasmo de Lali apretó sus paredes alrededor de la polla de Peter, empujó una última vez y luego se dejó ir en su interior.

―¡Oh, joder, Lali! ―gritó antes de caer encima de ella.

Permanecieron enredados juntos, tratando de respirar.

―No vuelvas a dudar de ti de nuevo ―le murmuró Peter al oído.

―¿En serio?

Él se apartó para sonreírle.

―Totalmente.

―Gracias. Estuviste muy sorprendente.

―Creo que debió ser por el hecho de lo vocal que eres. ―Él le apartó el cabello de la cara―. Por cierto, ciertamente no eres tímida en el dormitorio, ¿verdad?

Mortificada ante lo que pudo haber dicho o hecho en el calor de la pasión, Lali hundió la cara en el cuello de Peter.

―Oh, Dios mío ―murmuró.

―Sí, te gusta decir mucho eso, también. Por supuesto, soy un fan más grande de cuando gritas mi nombre ―reflexionó. Cuando ella siguió ocultando su rostro de él, la empujó juguetonamente―. Vamos, L       a. No te avergüences. Fue sexy como el infierno.

―¿En serio? ―chilló.

―Sí.

Después de exhalar un suspiro satisfecho, se apartó sonriendo tímidamente.

―Supongo que me dejé llevar porque no sabía que podía ser así.

―¿No tenías sexo como este con tu prometido?

―Sí, pero lo amaba. ―Ante el ceño fruncido de Peter, ella se sonrojó―.Lo que quiero decir es que pensé que nunca podría disfrutar del sexo a menos que
estuviese enamorada de la persona.

―Bueno, me alegro de haber podido demostrar que te equivocas―reflexionó él.

Se quedaron yaciendo en silencio durante unos minutos. Lali podía decir que Peter no era de caricias después del coito, lo que consolidó aún más su imagen
de mujeriego con ella. Observó mientras él mantenía la mirada fija en el techo, o moviéndose bajo las sábanas. Probablemente no dormía con la mayoría de las mujeres con las que se iba a la cama. Él se aclaró la garganta.

―¿Quieres unirte a mí en la ducha?

―Todavía no. Se supone que tengo que esperar antes de hacer eso.
―¿Por qué?

Ella se sonrojó.

―¿Estás seguro de que realmente quieres hablar de esto?

―Por supuesto que sí.

Lali no podía creer que después de solo dormir con Peter no se atrevía a decir ciertas palabras en frente de él o explicarle algunos aspectos de la concepción exitosa.

Él le dio un codazo.

―Vamos, La. ¿Qué es?

―Está bien. He leído que debes esperar veinte o treinta minutos antes de usar el baño o la ducha. Ya sabes, para ayudar a los espermatozoides a llegar y todo.

―¿Eso es todo? Pensé por la forma en que estabas actuando que era algo realmente embarazoso. ―Peter sonrió.

―Créeme. Hablar de esto contigo es mortificante.

―Bueno, lo que sea. ¿Así que el trato con el esperma es que es un poco como un “no puedes ir a nadar durante treinta minutos después de comer” o algo así?

―Supongo ―murmuró ella.

―¿Qué otra cosa se supone que debes hacer?―Peter ―protestó.

―Vamos. Puedes hacerlo. Acabas de decir espermatozoides frente a mí, y no huí hacia las montañas. Creo que puedo manejarlo.

Una risita se escapó de sus labios.

―Bueno, dicen que podrías poner una almohada debajo de tus caderas. Ayuda a inclinar el cuello uterino y el útero.

Peter negó con la cabeza.

―Está bien, me tienes. Dijiste la palabra intolerable, útero. Me voy de aquí.

Ella le dio un manotazo en broma mientras él fingía salir de la cama. La besó en la frente.

―Maldición, eres sexy incluso al sentir vergüenza.

―Sí, claro.

―En serio, Lali, yo crecí con cuatro hermanas en una casa con tres pequeños dormitorios y dos baños. He visto y oído suficientes cosas femeninas para marcar psicológicamente a cualquier chico durante años. Te prometo que no hay nada que puedas posiblemente decir que me de a
sco.
Ella se echó a reír.

―Sí, bueno, soy hija única, me tomó cerca de un año antes de que pudiera hablar de mi período frente a mi novio.

Peter entonces tomó una de las almohadas extra que había descartado y la deslizó bajo las colchas. Deslizó su mano por debajo del trasero de Lali, izando sus caderas en el aire.

―¡Muy bien, entonces, es el momento de ayudar a los chicos!

Ella se echó a reír y se retorció contra él.

―Podría haberlo hecho yo misma.

―Estoy feliz de ayudar. ―Él movió la almohada debajo de ella, pero no quitó su mano―. ¡Y nunca voy a dejar pasar la oferta de agarrarte el culo!

―¿Nunca te detienes? ―resopló Lali.

―¡Dame otra ronda, y estarás rogándome que no lo haga!

―Vamos a tener que ver eso.

Él le dirigió una sonrisa maliciosa antes de mover de un tirón la sábana.

―La segunda ronda comienza en la ducha en quince minutos.


―Está bien ―respondió ella.