domingo, 31 de agosto de 2014

La Proposición: Capítulo 32

CAPÍTULO 32


—No lo sé. Supongo que te veía viviendo en un edificio de apartamentos elegantes y de moda en un alegre piso de soltero.

—Bueno, si quieres saber la verdad, yo solía vivir en, como dices, un edificio de apartamentos elegante y de moda, en el centro. Pero entonces mi hermana, Rochi, que es un agente de bienes raíces, me convenció de que tenía que dejar de tirar el dinero alquilando y hacer una inversión en una propiedad. De alguna manera suave me convenció de comprar en el barrio de nuestra otra
hermana, Euge. —Él la miró y sonrió—. Creo que fue más la pretensión de ellas de ser capaces de mantener control sobre mí, pero se nivela porque tengo un montón de comida gratis. —Señaló a la izquierda a una enorme casa colonial de dos pisos con un porche frontal rodeándola—. Esa es la de Euge.

—Es hermosa.

—Gracias —respondió Aidan, dando otra vuelta—. Necesita una casa grande para mantener dentro a los monstruos.

—¿Monstruos?

—Mis tres sobrinos.

Lali se rio.

—Ya veo.

Peter se metió en el camino de entrada de una casa de ladrillo de dos pisos con columnas blancas. La mandíbula de Lali cayó por la forma en que la casaparecía no típicamente de Peter. Lo único que faltaba era una cerca blanca con juguetes desparramados, y él se vería como un esposo y padre suburbano regular. Después de que Lali bajó del auto, salió del garaje y abrió mucho los ojos a la vista de hierba verde esmeralda y flores multicolores.

—Guau, ¿hiciste todo esto? —preguntó, señalando el césped impecablemente conservado.

Peter soltó un bufido.

—Oh Dios, no. No puedo cultivar nada, aparte de un poco de moho en mi refrigerador. Mi papá es el que tiene la habilidad para la jardinería. No solo eso, sino que se ha retirado, por lo que es su misión en la vida hacer el trabajo de jardín para sus hijos.

—Eso es realmente dulce de su parte. —Siguió a Peter hasta subir los escalones del porche y dentro de la casa. Él marcó el código de la alarma cuando empezó a sonar. Ella trató de no mostrar su sorpresa cuando se fijó en el amplio piso abierto de la sala de estar. Ventanas de piso a techo bañaban la sala de luz y altas vigas de madera atravesaban sobre el techo. Teniendo en cuenta lo que ella había pensado de él en primer lugar, esperaba muebles que fueran funcionales, modernos, pero fríos. Nada como el tibio sillón acolchado y asiento para dos o la colcha antigua sobre un sofá—. ¿Tuviste un decorador? —preguntó mientras pasaba detrás de él hacia la cocina.

—No, lo hice todo yo mismo. Bueno, mis hermanas ayudaron, por supuesto. Ellas se encargan de estropearme en todas las áreas domésticas. —Él se dio la vuelta y contempló su expresión—. ¿Así que te gusta?

—¿Gustarme? Lo amo. Has ido más allá de simplemente invertir en algún propiedad. Este es un hogar del que cualquiera estaría orgulloso.

Una lenta sonrisa se esparció en su rostro.

—Gracias. Viniendo de alguien como tú, eso significa mucho.


—¿Alguien como yo?


CONTINUARÁ...

sábado, 30 de agosto de 2014

La Proposición: Capítulo 31

CAPÍTULO 31


La mente de Lali se reprochaba a sí misma todo el viaje en ascensor de vuelta a su piso. ¡Estás rompiendo todas las reglas yendo a su casa! ¿Recuerdas tú mantra entrar, hacer el asunto, y salir de ello? Estar de acuerdo en dejar que cocine para ti y tratar de consolarte, seguro como el infierno que no es una parte de eso. ¡Te vas a arrepentir de esto! Se había convertido en su propio peor enemigo.

—¡Basta! —gritó justo cuando se abrieron las puertas del ascensor. Las dos mujeres esperando para entrar le dirigieron una mirada extraña. Agachó la cabeza y luego caminó con fuerza a su oficina. Agarró su bolso y cartera, cerró la puerta y luego le puso seguro.

Una vez que llegó a la planta baja, se paseó por el vestíbulo. Justo cuando pensó en rebotar a Peter para preservar su propia salud mental, apareció ante ella.

—Siento haberte hecho esperar.

—Uhm, no, está bien.

Lo siguió por la puerta lateral al estacionamiento techado. Cuando el acceso sin llave en sus manos destelló las luces de un Mercedes convertible negro, dio un bajo silbido.

—Bonito auto, señor Lanzani.

Peter se rio entre dientes.

—Gracias, señorita Espósito.

—Estoy impresionada de ser escoltada con tal estilo.

Él sacudió la cabeza.

—Ahí vas con esa boca de nuevo.

Lali echó el bolso en el piso y luego se deslizó por el asiento de cuero. Además del hecho de que cuesta el doble que su Honda, estaba impecablemente limpio por dentro. No se podían encontrar una migaja o un rastro de polvo, mientras que en su auto un pequeño pueblo podría haber sido alimentado por los restos de comida del desayuno o la cena a la carrera.

—¿Te importa si bajo el descapotable?

—No, por favor. Está hermoso afuera hoy.

Peter apretó un botón en la consola, y el techo comenzó a retraerse. Al salir de la del estacionamiento, Lali metió la mano en su bolso por un clip. Después de tirar su cabello largo hacia atrás, cerró los ojos y dejó que la brisa pasara sobre ella.

—¿No me digas que soy tan aburrido que te me vas a quedar dormida?

Lali se rio.

—Lo siento. Solo estaba descansando los ojos por un minuto.

No estuvieron mucho en la interestatal antes de que Peter agarrara una salida. Cuando él se detuvo en un más antiguo y establecido barrio, Lali se volvió hacia él, sorprendida.

—¿Vives aquí?

Él se rio entre dientes.

—¿Qué se supone que significa eso?


Ella se encogió de hombros.


CONTINUARÁ...

viernes, 29 de agosto de 2014

La Proposición: Capítulo 30

CAPÍTULO 30


—Creo que en el fondo estás más molesta por la perspectiva de tener sexo conmigo otra vez.

Ella se rió.

—No, no es eso en absoluto. —Dándole un codazo en broma, le preguntó—¿No me digas que realmente te estás subestimando a ti mismo en el departamento de dormitorios?

Sonrió.

—No exactamente.

—Yo no lo creo. —Se inclinó y le besó la mejilla—. No, Peter, el sexo contigo ha sido la mayor sorpresa de todas en mi loco esquema.

—¿Una sorpresa? Estás segura de que no eres de las que acaricia el ego masculino, ¿verdad?

—Detén la pesca de elogios, Sr. Lanzani. —Lali le tomó la cara con las manos, arrastrando el dedo a lo largo de la barba en su mejilla—. Además, creo que hice un trabajo bastante bueno acariciándote la última vez que estuvimos juntos.

—Cuando sus ojos se abrieron, ella se echó a reír—. Y entre siete y diez días cuando sea fértil de nuevo, espero encontrarme de nuevo en la cama de ese dios del sexo como eres tú mismo, siempre y cuando estés dispuesto.

—Oh, voy a estar dispuesto. —Él tomó una de sus manos y le besó los dedos—Podría estar dispuesto ahora.

Sacudió la cabeza.

—De siete a diez días.

Él gimió.

—Amas torturarme, ¿no?

—Lo siento. Te prometo que entonces te lo compensaré. —Lali le dio un casto beso en los labios—. Sin embargo, te quiero agradecer. Mi descontrol de hoy... no fue solo por no estar embarazada.

—¿No lo fue? —preguntó, con cautela.

Aspirando una respiración entrecortada, dijo:

—Hoy es el segundo aniversario del fallecimiento de mi madre. Días como estos son siempre difíciles, pero luego, el darme cuenta de que no estaba embarazada... fue una especie de golpe doble.

Le apretó la mano.

—Lo siento. Perdí a mi madre hace cinco años. Su cumpleaños, el día de la madre, el día de su muerte… Son unos perros.

Lali lo miró con asombro, y Peter se sintió sorprendido de sí mismo también. Nunca lo había imaginado compartiendo algo tan personal, pero había algo sobre Lali que le daba ganas de abrirse a compartir cosas con ella, por lo general no se atrevería.

—¿Eras cercano a ella? —le preguntó en voz baja.

Peter se movió incómodo mientras un carrete de amorosos recuerdos pasaban como una película en su mente.

—Sí, lo era. Bueno, todavía soy cercano a mi papá. Pero mi mamá... —Una pequeña sonrisa se curvó en sus labios—. Tenía treinta y ocho años cuando yo nací. Yo fui el hijo tan esperado para llevar el apellido, y el último bebé tardío en su vida.

—Apuesto a que ella te mimó hasta el cansancio —reflexionó Lali.

—Ella lo hizo. Y también mis cuatro hermanas. —Sacudió la cabeza—.Jesús, es una maravilla que no sea gay al crecer alrededor de todo ese estrógeno.

Lali se echó a reír.

—No, en lugar de eso te convertiste en un mujeriego.

—Oye —respondió, empujando la rodilla con la suya.

—¿Qué tal un mujeriego con un corazón de oro?

—Eso está un poco mejor.

Ella sonrió.
—Gracias por darme un hombro para llorar.

—Me alegro de haber podido ayudar.

Permanecieron inmóviles durante unos segundos, mirando a los ojos del otro. Finalmente, Lali se aclaró la garganta y se puso de pie.

—Creo que será mejor ir a casa ahora.

Cuando comenzó a pasar junto a él, Peter la agarró del brazo.

—¿Por qué no vienes a casa conmigo esta noche? —Por un momento, pensó que alguien más estaba hablando. Su voz sonaba extraña para él, por no hablar de que lo que le había propuesto era una noción totalmente ajena a él. Rara vez invitaba a las mujeres a su casa, era siempre en sus casas o una habitación de hotel. Solo parejas sexuales de larga duración cruzaron esa barrera. Pero Lali se estaba convirtiendo en un pensamiento emocional total haciéndole romper todas sus reglas. En primer lugar, se había quedado la noche con ella, y ahora la estaba invitando a su casa.

Si estaba sorprendida, Lali se quedó sin habla.

—¿Qué-Qué?

—Ya sabes, así no tienes que estar a solas con todo lo que ha sucedido hoy.

—¿Estás seguro?

Él asintió.

—Podría arrojar algo de carne a la parrilla o nos podría hacer un poco de pasta y gambas al ajillo.

—¿Tú cocinas? —preguntó con incredulidad.

—Sí, listilla, cocino.

—Estoy impresionada. No tenía ni idea de que fueras una amenaza triple. Quiero decir, las habilidades culinarias, ser el amo del universo en el trabajo, y por supuesto no podemos olvidar tus talentos en el dormitorio.
Él se echó a reír.

—Estoy lleno de sorpresas, nena.

Ella se mordió el labio inferior, y Peter estaba seguro de que estaba librando una batalla consigo misma sobre si debería aceptar su oferta.

—¿Está seguro de que no te importaría?

—Soy positivo. Podemos simplemente pasar el rato y relajarnos.

—Eso suena celestial.

—¿Nos vemos afuera en diez?

Lali asintió.

—¿Quieres darme direcciones o simplemente te sigo?

—Puedo llevarte y traerte de vuelta a tu auto.

—Oh no, eso es mucho problema.

— La, está bien. ¿Por qué no me encuentras abajo en quince minutos?


—Bueno, eso suena bien.


CONTINUARÁ...

jueves, 28 de agosto de 2014

La Proposición: Capítulo 29

CAPÍTULO 29


Peter se empujó para salir del ascensor de su última reunión de la tarde. Con su nuevo ascenso, sus días eran críticos desde el momento en que entraba por la puerta hasta que marcaba su salida. Por suerte, fue solo una media hora hasta que pudo salir.

Se detuvo ante el escritorio de su secretaria.

—¿Algún mensaje, Marilyn?

Sacudió la cabeza.

—Pero hay una Sra. Espósito esperando en su oficina.

La polla de Peter se movió ante la mención de Lali. La última vez que había estado en su despacho habían tenido un increíble rapidito. Seguro como el infierno esperaba que fuera eso por lo que ella había vuelto.

—Gracias.

Se lamió los labios en anticipación y abrió la puerta de su oficina. Cualquier esperanza que tenía de echar un polvo se desvaneció en el momento que vio a
Lali tumbada en su sofá, llorando histéricamente. Su garganta se cerró con horror, y se esforzó por respirar. Había estado acostumbrado a escenas como estas cuando estaba creciendo. Con cuatro hermanas, había visto y oído de todo.

Pero por lo general cuando una tormenta de estrógeno se levantaba por el horizonte, él y su padre esquivaban el infierno escapando al parque o a una pizzería. No importa, el éxito que fuera en los negocios, había una cosa que no
podía manejar: las mujeres emocionales.

Lali miró hacia arriba para verlo de pie en la puerta. Sus ojos se encontraron, y ella se rompió de nuevo.

—Oh mierda —murmuró, pasándose los dedos por el cabello. Vaciló antes de caminar lentamente hacia el sofá. Mientras la miraba, él se echó hacia atrás y adelante balanceándose en sus talones. Por último, sacó uno de sus pañuelos con monogramas de su bolsillo de la chaqueta y se lo entregó a ella—. Lali, ¿qué está mal?

—Acabo de tener mi periodo.

Hizo una mueca.

—Uhm, lo siento. Tengo un poco de Advil sobre mi escritorio por si tienes calambres o algo así.

Se sonó la nariz y lo fulminó con la mirada.

—¿No lo entiendes? Tengo mi periodo, así que no estoy embarazada.

—Oh —murmuró, finalmente, entendiendo su gran descontrol.

—Y sé que quedar embarazada la primera vez era una posibilidad remota y todo eso, pero no puedo dejar de pensar en que, ¿si no puedo quedar embarazada? Quiero decir, que mi ginecóloga dice que estoy sana y capaz, pero, ¿qué si ella se equivoca?

Peter abrió la boca, pero Lali siguió disparando, levantando la voz una octava.

—¿Y si solo tengo este gran bloqueo mental que se convierte en uno físico donde no puedo concebir? ¿Qué pasa si he perdido todos mis años fértiles y ahora solo voy a estar estéril y sola por el resto de mi vida?

Ella se rompió otra vez, su pecho subiendo y bajando de los sollozos que le sacudían con fuerza. Peter se quedó clavado en el suelo, en silencio debatiéndose acerca de girar sobre sus talones y salir corriendo por la puerta. ¿Qué demonios se suponía que iba a hacer con ella así? A regañadientes, se dejó caer a su lado en el sofá. Sin él, incluso ofreciéndose, Lali se arrojó hacia él. Sus mejillas empapadas de lágrimas se presionaron en su cuello mientras su cuerpo temblaba contra él. Él se congeló un instante, y ella podría haber sido consolada por una estatua de mármol.

Se aclaró la garganta y trató de orientarse.

—Shh, está bien. No llores —dijo, acariciándole la espalda. Ése pareció ser el estímulo que Lali necesitaba porque entonces apretó sus brazos alrededor de su cuello. Como no sabía qué demonios más hacer, simplemente la dejó llorar.

Una eternidad pareció pasar antes de que ella se hubiera tranquilizado. Su respiración vino con frustración, y su cuerpo se estremeció.

—¿Estás bien ahora? —le preguntó vacilante.

Lali se apartó ante el sonido de su voz. De repente, una expresión mortificada cruzó su rostro.

—¡Oh Dios, lo siento tanto, tanto! ¡No puedo creer que se me ocurrió venir aquí y perder el control contigo!

—Está bien.

—No, no lo está. ¡Mierda! Cuando vi... cuando me enteré que no estaba embarazada, lo único que podía pensar era en ti. Incluso ignoré la oficina de Candela.—Se estremeció—. ¡Dios, estoy tan avergonzada de que me vieras actuar como tal psicópata! —gimió, enterrando su cabeza en sus manos.

Tratando de aligerar el estado de ánimo, Peter dijo:

—¿Sabes?, me estás dando un complejo aquí.

Lali levantó la cabeza.


—¿Qué?


CONTINUARÁ...

miércoles, 27 de agosto de 2014

La Proposición: Capítulo 28

CAPÍTULO 28


Pasó sus ojos sobre Vico y luego nuevamente hacia Candela y sacudió su cabeza. Lo último que quería hacer era discutir asuntos de mujeres frente a él, ya fuera estudiante de medicina o no. Y a pesar de él que era algo más que el prometido de Candela, era un buen y confiable amigo, eso todavía le incomodaba.

—Oh nada.

—Mierda, no tienes calambres, ¿verdad?

Lali sintió que sus mejillas se calentaban y trató de esconderse detrás del menú.

—Dije que no es nada.

Candela puso los ojos en blanco.

—Oh, por el amor de Dios, La. Vico sabe todo sobre vaginas y ovarios, así que deja de actuar avergonzada delante de él.

—No estoy actuando avergonzada… ¡estoy avergonzada! —replicó.

Ignorando a Lali, Cande señaló directamente a Victorio.

—¿Sabes cómo La ha estado trabajando tan duro con Peter para quedar embarazada? —Él asintió—. Bueno, ahora ella tiene dos días de retraso en su periodo.

Lali cerró los ojos, deseando que el suelo se abriera y la tragara entera. Vico se aclaró la garganta, tratando de aliviar la tensión.

—Si estás teniendo calambres, podría ser algo bueno. A veces cuando el ovulo fecundado se implanta en la pared uterina, experimentarás dolor de moderado a severo el cual es similar a los cólicos menstruales.

Candela le dio a Vico una sonrisa radiante.

—Nene, eres tan sexy cuando sueltas esa jerga médica.

Lali bufó mientras Vico se inclinaba sobre la mesa para darle a Cande un prolongado beso.

—Ustedes son demasiados nauseabundos. —Una vez que dejaron de besuquearse, le sonrió a Vico—. Pero gracias por la información. Estoy esperanzada de que sea eso.

—También estoy esperanzado por ti. Serás una maravillosa madre, Lalita Lou. Dios sabe que te mereces algo de felicidad —respondió Vico, apretando su mano.

—Gracias. Te lo agradezco. —Fue interrumpida por el zumbido del teléfono en su bolso. Echó un vistazo al mensaje y sonrió.

No sé si todavía sigues hablándome o no, pero hoy estoy pensando en ti. Nadie, además de mi propia madre, significó tanto para mí como la tuya lo hizo. Ella siempre me amó y me aceptó por quién era. ¡Sin mencionar que hacía las mejores galletas de chocolate que he probado! ¡Te amo y extraño, Lalita Lou!

Era de Pablo. Incluso había usado su apodo. Cuando comenzaba a devolverle el mensaje, Candela se aclaró la garganta. Lali levantó la mirada.

—Lo siento, no pensé…

Candela hizo un gesto sobre el hombro de Lali. Cuando se dio la vuelta, Pablo estaba parado con un ramo de lirios, la flor favorita de su madre. Las lágrimas llenaron los ojos de Lali cuando salió de su asiento y le echó los brazos alrededor del cuello.

—¡Oh, Dios mío, no puedo creer que estés aquí!

—Me alegro de que estés abrazándome, en lugar de golpeándome.

Mientras se apartaba, Lali sonrió.

—Supongo que dejé las cosas bastante mal entre nosotros, ¿eh?

—Amiga, pensé que yo era un caso perdido entre tú y ese tipo, oh ¿cuál era su nombre? El que creyó que yo era tu novio e iba a patearme el trasero.

Candela sonrió.

—Su nombre es Peter, pero creo que podemos referirnos a él como el potencial Papi del Bebé de La.

Los ojos de Pablo se abrieron, y se tambaleó hacia atrás.

—¿Conseguiste que ese tipo fuera tu donante de esperma?

Lali le lanzó a Candela una mirada asesina antes de jalarla fuera del reservado.

—No, no exactamente —le indicó a Pablo que tomara asiento—. Creo que tengo que ponerte al tanto en algunas cosas.

Pablo llamó a la mesera antes de sentarse.


—Voy a necesitar una cerveza… en realidad, ¡ve y tráeme la jarra!


CONTINUARÁ...

martes, 26 de agosto de 2014

La Proposición: Capítulo 27

CAPÍTULO 27


DOS SEMANAS DESPUÉS

Lali trató con cada fibra de su ser, no ver por centésima vez la fecha encerrada enrojo en el calendario sobre su escritorio. Su período estaba retrasado… dos días, dos noches en vela, diecisiete horas y cincuenta y dos minutos tarde para ser precisos. Ya que siempre había sido tan precisa como un reloj, sus crispados nervios estaban trabajando a toda marcha. Seguro, era físicamente posible para ser la primera vez que hubiera sucedido el milagro. ¿Pero también era posible que su cuerpo estuviera tan listo para ser madre y Peter era tal dios del sexo que experimentó un éxito inmediato?

Si la notoria fecha encerrada no era suficiente para enviarla sobre el borde, siempre habría un corazón encerrado de ese día. Se preguntó por qué sentía la necesidad de marcarlo cuando no había manera posible de que pudiera olvidar eso tan importante. Había sido tatuado y marcado en su corazón y alma.

Hoy era el segundo aniversario de la muerte de su madre.

Justo cuando las lágrimas de angustia picaron sus ojos, Candela asomó la cabeza por la puerta.

—Vamos chica. Te voy a llevar a comer.

Lali sonrió. No se molestó en ocultar el hecho de que había estado llorando. Candela también sabía la importancia del día. El año pasado, había saturado a Lali con alcohol, chocolate y luego se quedó a dormir, sosteniéndola en la cama mientras lloraba incontrolablemente.

—Esa muy dulce de tu parte ofrecerte, pero en verdad, no me importa quedarme aquí.

—¿Y qué clase de mejor amiga sería si te dejo aquí sola precisamente en éste día?

—¿La del tipo que reconoce cómo estoy apagada emocionalmente durante los tiempos de crisis y me alejo de la familia y amigos? —preguntó esperanzada Lali.
Candela resopló.

—No, no va a suceder. Tú necesitas una margarita sin fondo, algo de comida que engorde y un postre goteando chocolate y calorías. Y yo voy a tener el inmenso placer de suministrártelos.

Lali sabía que era inútil discutir con Cande. Además, en verdad quería salir de la oficina y tratar de despejar su mente por un rato. Así que se levantó de su silla y sonrió.

—Bien entonces. Si tú pagas, ¡entonces voy a comer, beber y a divertirme!

—Esa es mi chica.

Mientras comenzaban a bajar en el ascensor, Cande preguntó:

—No te importa si Vico se une a nosotras, ¿verdad?

—Por supuesto que no. No he conseguido verlo desde hace tiempo.

—Ya somos dos. Uf, creo que voy a tener que empezar a fugarme al hospital en mi hora de almuerzo para un rapidito.

Lali puso los ojos en blanco.

—Eres terrible.

Cuando llegaron al restaurante, Vico ya tenía un puesto reservado para ellas. Se levantó del asiento para abrazar a Lali.

—¿Cómo lo estás llevando, Lalita Lou? —preguntó. Ella luchó contra el impulso de sonreír al escuchar en labios de Vico, el apodo de la infancia que le
puso su abuelo. Era uno con el que a Agustín le encantaba bromear, y cuando Nate lo había escuchado, pensó que era divertido y automáticamente lo adoptó.

Afortunadamente, Lali sabía que su pregunta estaba relacionada con el aniversario de su madre, y no con su período retrasado.

—Estoy soportándolo. Algunos días son mejores que otros.
Él asintió y le acarició la espalda. Mientras retomaba su asiento, Cande le dio un codazo a Lali para que se sentara a un lado de él. Sabía que Candela no quería que ella se sentara sola.
—No, no, ustedes casi no se ven —protestó Lali.

—Es mejor así. Puedo mirar los ojos de Vico sentada frente a él.

—Por encima de todo, eso evitara que abuse de mí por debajo de la mesa—replicó Vico, con un guiño.

Lali sonrió y se deslizó a su lado. Candela se sentó frente a ellos.

Después de que la mesera se fuera con sus pedidos de bebidas, un agudo dolor se apoderó del abdomen de Lali, y agarró el menú con más fuerza.

Candela inmediatamente captó su angustia.

—¿Qué pasa?



CONTINUARÁ... 

lunes, 25 de agosto de 2014

La Proposición: Capítulo 26

CAPÍTULO 26


Peter contuvo el aliento cuando ella le dio una vista del encaje a la altura de sus muslos.

—Maldita sea, esas son sexys —murmuró.

Después de que se quitó sus bragas, Lali bajó un poco su falda y se acercó a él. A ella le habría encantado abofetear esa sonrisa fuera de su hermoso rostro. El
brillo divertido en sus ojos verdes le dijo que estaba disfrutando demasiado de su vergüenza. Con más fuerza de la necesaria, le separó las piernas con una de sus rodillas. Después se inclinó sobre él, llevando sus dedos al cinturón. Su erección ya estaba abultada en los pantalones. Luego de bajarle rápidamente la cremallera, comenzó a moverse de arriba y hacia abajo sobre su regazo.

—¿Qué, sin juegos previos? —preguntó Peter con su voz vibrante de humor.
Ella frunció el ceño.

—Esto no se trata de tener sexo. Se trata de conseguir lo que yo quiero —le respondió deslizando su mano en su ropa interior para poder sujetarlo con los
dedos.

—Lo siento, nena. Si no tengo sexo, no conseguirás lo que quieres.

Rodando los ojos, ella guió su erección entre sus muslos. Mientras se deslizaba lenta y deliciosamente a lo largo de él, Peter gimió y llevó sus labios a su cuello. Una vez que estuvo completamente dentro de ella, lamió un sendero húmedo hasta su oreja y le succionó el lóbulo.

—Alguien está tan mojada, tan lista para mí y sin ni siquiera un toque. Debo tener algún efecto sobre ti, nena.

Lali pasó los dedos a través de su cabello, tirando de su cabeza para encontrar su mirada. Con una sonrisa, dijo:

—No te hagas ilusiones. Claramente es biología. Son las hormonas y los estrógenos, no tú, eso es lo que me tiene así…

Él le agarró fuertemente las caderas, extendiendo sus dedos sobre su piel.—Dilo.

Ella vaciló antes de susurrar: —Mojada.

Peter gruñó y metió la lengua dentro de su boca. Lali cambió su ritmo montándolo rápidamente. Sus manos se movieron desde las caderas hasta la pretina de su falda. Después de que le sacó la blusa, sus decididos dedos se abrieron paso por la hilera de diminutos botones de perla.

Lali se mordió los labios cuando la mano de él se deslizó dentro de la copa de encaje de su sostén para acariciar uno de sus pechos. Mientras su dedo pulgar le pellizcaba el pezón, no pudo evitar que un gemido se le escapara de los labios. Se odió aún más cuando Peter le sonrió triunfalmente. Estaba empeñado en que ella lo querría para algo más que solo procrear, y le molestó que hubiera sucumbido ante él. La ira la impulsó a moverse más fuerte contra él, con la esperanza de que acabara más rápido.

Pero Peter lo debió haber previsto. Él agarró ambos lados de sus nalgas y luego se deslizó hasta el borde de la silla. Lali gritó y envolvió las piernas alrededor de su cintura para no caerse.

—Espera —dijo Peter. En un rápido movimiento se puso de pie y Lali sujetándose fuertemente, envió los brazos alrededor de su cuello. Su sonrisa le calentó la oreja—. Cálmate un poco, nena. Todavía me gustaría respirar.

—Lo siento —gimió ella.

Suavemente la acomodó en el borde de su escritorio, y luego llevó sus labios hacia los de ella. Besándola con avidez, él la empujó sobre su espalda. Ella movió sus caderas y una vez más envolvió las piernas alrededor de su cintura, llevándolo aún más profundo. Ante la sensación, ambos gimieron contra los labios del otro.

—Joder, Lali —murmuró mientras la penetraba.

Manteniendo un ritmo constante, alejó sus labios de los de ella para comenzar a besarle el cuello. Su boca reemplazó el lugar donde su mano había estado antes, lamiendo y chupando su pezón.

Lali cerró los ojos. Su decisión de no sentir nada se desvaneció mientras jadeaba y se empujaba a sí misma más dentro de su boca. Cuando él se movió hacia el otro pecho, supo que estaba cerca de correrse.

—Peter —jadeó. Él levantó la cabeza de su pecho para verla mientras se corría.

—Verte hacer eso me vuelve loco —dijo. Empujó un par de veces más y después terminó—. ¡Cristo! —gritó.

Permanecieron inmóviles durante unos pocos segundos, ambos, descendiendo de su compartida culminación. Peter levantó su cabeza y le dio a Lali una sonrisa perezosa.

—Como de costumbre, eso fue jodidamente impresionante.

—Sí, lo fue —respondió Lali, su respiración todavía iba y venía en pesados jadeos.
—¿Hay alguna posibilidad de que tu temperatura se eleve nuevamente hoy?

—No, no lo creo.

—Maldición.

Ella se rio.

—Lo siento.

Peter la besó antes de arreglarse el mismo. Mientras se subía los pantalones, Lali se bajó del escritorio. Se reajustó el sujetador y luego deslizó su falda hacia abajo.

—¡Oh, mis bragas! —murmuró mirando alrededor del piso.

—Las tengo —dijo Peter, agachándose junto al escritorio. Él observó el tanga negro de encaje con capullos de color rosa antes de entregárselo a Lali—. Lástima que no pude verte en eso.

—Siempre hay una próxima vez —bromeó con una sonrisa.

Él se rio y empezó a meterse la camisa en los pantalones. Lali se deslizó dentro de sus bragas y luego se alisó el cabello.

—Eh, ¿te importaría si uso tu sofá por un rato?

—¿Por los chicos?

Ella asintió con la cabeza.

—Por supuesto que no. Necesito dirigirme a la reunión de todos modos.

—Así que, ¿te veo el viernes por la noche?

Peter le guiñó el ojo y luego le golpeó el trasero.

—Te veo entonces.


CONTINUARÁ...