domingo, 1 de junio de 2014

La Proposición: Capítulo 18


CAPÍTULO 18


Después de que lo soltó, él se quitó sus muy cortos bóxers, dándole una vista completa de su erección masiva. Él se levantó de rodillas entre sus piernas y le sonrió.

—¿Entonces cuál es la mejor posición para hacer bebés?

¿Qué demo...? Había preguntado en serio cuál posición usar.

—Uhm, bueno, supuestamente Misionero.

—Suena bien para mí. —Se inclinó sobre ella, colocándose entre sus muslos. Cuando su polla empujó contra su apertura, se puso tensa y se aferró a sus hombros. Peter la besó tiernamente en la frente—. Voy a tomar esto bien y despacio, ¿de acuerdo?

Ella asintió con la cabeza y apretó los párpados cerrados.

—No, mírame, Lali.

Obedeciendo a su orden entreabrió sus ojos. Suavemente, él comenzó a llevarse a sí mismo a su interior. Lali jadeó con placer, en lugar de dolor, mientras la llenaba.

—Hmm —murmuró ella cuando finalmente estuvo enterrado profundamente dentro.

—Dios, te sientes increíble —le susurró al oído.

—Yo podría decir lo mismo de ti —respondió ella.

Él rio entre dientes mientras se quedaba inmóvil por un momento, permitiéndole acostumbrarse a su tamaño.

—Sí, pero para mí, es más acerca de ser capaz de sentir tanto. Nunca antes he estado dentro de una mujer sin condón.

—¿En serio?

Él asintió con la cabeza.

—Supongo que estás tomando mi virginidad de no condón.

—Oh —murmuró ella.

Lentamente, sacó y empujó de nuevo en ella.

—Oh joder, sí, eso es caliente —gimió él en su oído.

Una vez que encontró un ritmo, Lali levantó sus caderas para recibirlo. Se movían casi al unísono, sus respiraciones viniendo en jadeantes patrones. Pero después de varios minutos, Peter la sorprendió al mantener su ritmo lánguido. Era tierno y dulce, casi como el hacer el amor que solía tener con Agustín. Un dolor emocional quemó a través de su pecho, y se estremeció. No le gustó el cambio de sentimientos que tenía. Esto se suponía que solo era sexo para la procreación, no hacer el amor. Cuando miró a los ojos de Peter, vio la moderación en ellos. Tomando su cara entre sus manos, sonrió.

—No tienes que contenerte por mí.

―Ha sido un largo tiempo desde que tuviste sexo, y no quiero hacerte daño―respondió, casi apretando los dientes por el esfuerzo.

―No soy una virgen, por lo que no me vas a hacer daño. ―Siguiendo su ritmo lento, casi metódico, Lali se dio cuenta de que iba a tener que seguir en sus términos para conseguir que se detuviera. Al mismo tiempo, sabía si ella tenía lo necesario para exigir lo que necesitaba. Respirando hondo, le golpeó el culo desnudo. Duro―. ¡Peter Lanzani, será mejor que me folles como debe ser!

Peter tiró hacia atrás la cabeza como si lo hubiera abofeteado.

―Cristo, La, no puedo creer que hayas dicho eso.

El usual rubor tiñó sus mejillas, pero ella negó con la cabeza.

―No me trates como una frágil flor. Quiero que disfrutes esto.

―Bien entonces. ―Él prácticamente gruñó.

Ella gritó cuando él les dio la vuelta para que ella lo montara. Se quedó quieto, enterrado profundamente dentro de ella, esperando a que ella tomara las riendas. Tentativamente, se meció contra él, hasta que poco a poco comenzó a
acelerar el ritmo. Echándose hacia atrás, descansó sus manos sobre sus muslos. Lo cabalgó duro y rápido, moliéndose contra él hasta que encontró el punto justo para enviarla sobre el borde de nuevo.

―¡Sí! ¡Oh Dios! ―chilló.

Peter se levantó en una posición sentada. Tomó uno de sus bamboleantes pechos en su boca y lo chupó profundamente mientras le agarraba las caderas apretándolas. Cambió el ritmo moviéndola hacia él, tirando de ella hacia su polla y luego golpeando hacia abajo sobre él. Ella lo sintió ir más y más profundo cada vez, estaba disfrutando mucho de la sensación y Peter gruñía de placer contra su pecho.

Justo cuando Lali pensó que se iba a venir de nuevo, Peter la empujó sobre su espalda y llevó sus piernas hacia arriba contra su pecho hasta que sus pies descansaron en sus hombros. Gimió cuando él embistió de nuevo en su interior. Él sonrió con satisfacción hacia ella, y ella supo que estaba en un lío. Le había dicho que quería ser follada, así que eso le iba a dar. Duro.

Mientras embestía dentro de ella, sus bolas azotaban su culo. Él gimió cuando la posición lo llevó otra vez más profundo. Sus gritos de placer parecían encender más a Peter mientras empujaba una y otra vez. Se sentía la tensión en su cuerpo y se dio cuenta que se estaba acercando. De repente, le abrió de piernas y los llevo de vuelta a su posición original, cara a cara y envueltos en los brazos del otro.

Cuando el último orgasmo de Lali apretó sus paredes alrededor de la polla de Peter, empujó una última vez y luego se dejó ir en su interior.

―¡Oh, joder, Lali! ―gritó antes de caer encima de ella.

Permanecieron enredados juntos, tratando de respirar.

―No vuelvas a dudar de ti de nuevo ―le murmuró Peter al oído.

―¿En serio?

Él se apartó para sonreírle.

―Totalmente.

―Gracias. Estuviste muy sorprendente.

―Creo que debió ser por el hecho de lo vocal que eres. ―Él le apartó el cabello de la cara―. Por cierto, ciertamente no eres tímida en el dormitorio, ¿verdad?

Mortificada ante lo que pudo haber dicho o hecho en el calor de la pasión, Lali hundió la cara en el cuello de Peter.

―Oh, Dios mío ―murmuró.

―Sí, te gusta decir mucho eso, también. Por supuesto, soy un fan más grande de cuando gritas mi nombre ―reflexionó. Cuando ella siguió ocultando su rostro de él, la empujó juguetonamente―. Vamos, L       a. No te avergüences. Fue sexy como el infierno.

―¿En serio? ―chilló.

―Sí.

Después de exhalar un suspiro satisfecho, se apartó sonriendo tímidamente.

―Supongo que me dejé llevar porque no sabía que podía ser así.

―¿No tenías sexo como este con tu prometido?

―Sí, pero lo amaba. ―Ante el ceño fruncido de Peter, ella se sonrojó―.Lo que quiero decir es que pensé que nunca podría disfrutar del sexo a menos que
estuviese enamorada de la persona.

―Bueno, me alegro de haber podido demostrar que te equivocas―reflexionó él.

Se quedaron yaciendo en silencio durante unos minutos. Lali podía decir que Peter no era de caricias después del coito, lo que consolidó aún más su imagen
de mujeriego con ella. Observó mientras él mantenía la mirada fija en el techo, o moviéndose bajo las sábanas. Probablemente no dormía con la mayoría de las mujeres con las que se iba a la cama. Él se aclaró la garganta.

―¿Quieres unirte a mí en la ducha?

―Todavía no. Se supone que tengo que esperar antes de hacer eso.
―¿Por qué?

Ella se sonrojó.

―¿Estás seguro de que realmente quieres hablar de esto?

―Por supuesto que sí.

Lali no podía creer que después de solo dormir con Peter no se atrevía a decir ciertas palabras en frente de él o explicarle algunos aspectos de la concepción exitosa.

Él le dio un codazo.

―Vamos, La. ¿Qué es?

―Está bien. He leído que debes esperar veinte o treinta minutos antes de usar el baño o la ducha. Ya sabes, para ayudar a los espermatozoides a llegar y todo.

―¿Eso es todo? Pensé por la forma en que estabas actuando que era algo realmente embarazoso. ―Peter sonrió.

―Créeme. Hablar de esto contigo es mortificante.

―Bueno, lo que sea. ¿Así que el trato con el esperma es que es un poco como un “no puedes ir a nadar durante treinta minutos después de comer” o algo así?

―Supongo ―murmuró ella.

―¿Qué otra cosa se supone que debes hacer?―Peter ―protestó.

―Vamos. Puedes hacerlo. Acabas de decir espermatozoides frente a mí, y no huí hacia las montañas. Creo que puedo manejarlo.

Una risita se escapó de sus labios.

―Bueno, dicen que podrías poner una almohada debajo de tus caderas. Ayuda a inclinar el cuello uterino y el útero.

Peter negó con la cabeza.

―Está bien, me tienes. Dijiste la palabra intolerable, útero. Me voy de aquí.

Ella le dio un manotazo en broma mientras él fingía salir de la cama. La besó en la frente.

―Maldición, eres sexy incluso al sentir vergüenza.

―Sí, claro.

―En serio, Lali, yo crecí con cuatro hermanas en una casa con tres pequeños dormitorios y dos baños. He visto y oído suficientes cosas femeninas para marcar psicológicamente a cualquier chico durante años. Te prometo que no hay nada que puedas posiblemente decir que me de a
sco.
Ella se echó a reír.

―Sí, bueno, soy hija única, me tomó cerca de un año antes de que pudiera hablar de mi período frente a mi novio.

Peter entonces tomó una de las almohadas extra que había descartado y la deslizó bajo las colchas. Deslizó su mano por debajo del trasero de Lali, izando sus caderas en el aire.

―¡Muy bien, entonces, es el momento de ayudar a los chicos!

Ella se echó a reír y se retorció contra él.

―Podría haberlo hecho yo misma.

―Estoy feliz de ayudar. ―Él movió la almohada debajo de ella, pero no quitó su mano―. ¡Y nunca voy a dejar pasar la oferta de agarrarte el culo!

―¿Nunca te detienes? ―resopló Lali.

―¡Dame otra ronda, y estarás rogándome que no lo haga!

―Vamos a tener que ver eso.

Él le dirigió una sonrisa maliciosa antes de mover de un tirón la sábana.

―La segunda ronda comienza en la ducha en quince minutos.


―Está bien ―respondió ella.

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