martes, 21 de octubre de 2014

La Proposición: Capítulo 78

Después de colocar casi todos los postres, Peter comenzó a volver a la mesa con dos platos llenos hasta el borde. Cuando llegó allí, Lali sostenía en sus brazos a una pequeña bebé mientras estaba charlando con una joven pareja.

—Oh, Peter, estos son mis primos Julieta y Marcos. —Ella echó un vistazo al bebé en sus brazos y una amplia sonrisa se extendió en su rostro—. Y esta es mi tocaya, Mariana, Lali.

—Estás bromeando.

Julieta sonrió.

—Bueno, Mariana era el nombre de nuestra bisabuela, pero no podía imaginar a una persona más dulce después de La, para nombrar a mi bebé.

—Ni yo —respondió Peter, guiñándole un ojo a Lali.

—Vamos, cariño, es mejor ir a buscar un plato antes de que toda la comida se haya acabado —sugirió Marcos.

Cuando Julieta se acercó por la bebé, Lali negó con la cabeza.

—Puedo cuidarla mientras ustedes comen.

—¿En serio?

—Por supuesto. Será una buena práctica.

Marcos se rio entre dientes.

—Guau, no creo que hayamos tenido una comida sin la bebé en las seis semanas desde que nació.

—Gracias, La —contestó Julieta.

Peter llegó al lado de Lali cuando Marcos y Julieta se alejaron. Su apetito parecía haberse evaporado con la presencia de la bebé. Así que empezó a comer los postres de su plato al mismo tiempo que Lali arrullaba a la bebé.

—¿No es hermosa? —preguntó.

Peter recorrió sus ojos sobre la pequeña envuelta en rosa de pies a cabeza.

—Es casi tan hermosa como su tocaya.

Lali se echó a reír.

—¿No eres tú el encantador?

Cuando él se sobrecargó con el azúcar, apartó el plato. Lali se inclinó, sosteniendo a la bebé junto a él.

—¿Quieres sostenerla un momento?

—¿Para que puedas comer?

—No, yo solo pensé que te gustaría estar cerca de una bebecita al menos una vez. Solo tienes sobrinos más jóvenes.

Peter miró con cautela a Mariana, la beba. Ella era tan pequeña y frágil en comparación con el grueso vaso de cerveza. Tenía miedo de que la pudiera romper de alguna manera.

—En serio, La, yo no sé nada acerca de las niñas.

—Y tenemos la misma probabilidad de poder tener una niña. —Entonces le entregó a la beba. A regañadientes, la acomodó en el hueco de su brazo. Sus ojos se abrieron, y ella lo miró a los ojos. Su rostro comenzó a arrugarse, y parecía que de un momento a otro iba a gritar.

—¡Mierda! ¡La he molestado! —gimió Peter.

Lali se echó a reír.

—No, no lo has hecho. Solo mécela un poco y ponle su chupete.

Peter buscó a tientas en el babero donde se conectaba con el chupete. Cuando la beba abrió la boca para gritar, él se lo metió. Inmediatamente, ella empezó a chuparlo y se calmó. Él balanceó sus brazos de un lado al otro, y en pocos minutos, sus ojos se volvieron pesados. Cuando estuvo dormida, Peter miró a Lali. No podía luchar contra la sonrisa de orgullo que se extendió en su rostro.

—Eres innato —respondió Lali.

—Yo no sé nada acerca de eso.

Marcos y Julieta volvieron a la mesa con su comida.

—Me alegro por ti, amigo. Ya sabes, preparándote para el futuro —dijo Marcos, señalando a la beba en los brazos de Peter —. Yo casi no había estado cerca de un niño antes de tener al mío.

—Bueno, tengo la suerte de tener un montón de sobrinas y sobrinos. —Movió a la beba en sus brazos—. Y por ellos, sé tanto sobre pañales sucios que estoy muy seguro de que el de ella está empapado.

Marcos se quejó.

—Fabuloso.

Lali se levantó de su silla.

—No, no. Iré a cambiarla. — Peter le dio felizmente a la bebé antes de mirar hacia abajo para ver si también estaba mojado. Julieta le entregó a Lali el bolso de pañales con una sonrisa.

—Eres la mejor, prima.

—No hay problema.

Mientras Peter veía a Lali irse, una penetrante sonrisa resonó en su oído.


—Oye, guapo, soy Maria ¿Quieres bailar?

lunes, 20 de octubre de 2014

La Proposición: Capítulo 77

Cuando ella se tensó un poco, sabía que había dicho algo incorrecto. Sus palabras tenían una connotación diferente a la que él pretendía. Rápidamente, se intentó recuperar.

—Quiero decir, cómo no vas a amar a un tonto pervertido que siempre está buscando una insinuación sexual ¿no?

—Exactamente —respondió ella, con una sonrisa.

Peter no podía evitar que mandíbula cayera cuando llegaron al establo. El aspecto rústico exterior era bastante engañoso cuando se trataba de la parte interior. Todos los establos habían sido quitados para dejar una habitación gigante. Había diez o veinte mesas redondas acomodadas con sillas plegables. En el centro de la habitación, un pequeño escenario de madera se levantaba del suelo, donde varios chicos afinaban sus instrumentos.

—Bastante bien, ¿eh? —preguntó Lali.

—No tenía idea de que ustedes lo tomaran tan seriamente.

—Sí. Incluso también hay una pequeña cocina en la parte trasera —Ella se rio de lo que él suponía eran sus expresiones de desconcierto—. Con la extensa gran familia que tengo, necesitábamos un lugar donde todos pudiéramos estar juntos.

—Jesús, yo no creo siquiera conocer a tanta gente, y mucho menos estar emparentado con ellos —reflexionó, mientras lo conducía hacia la mesa de la comida.

—Confía en mí, para el final de la noche, te van a considerar de la familia. Me gusta pensar que nosotros somos como la familia en Mi Gran Boda Griega, excepto que somos del sur.

Peter no estaba seguro de si eso era realmente una cosa tan mala. Todo el mundo había sido tan acogedor y amable con él, incluso siendo técnicamente el imbécil que había embarazado a Lali y no se casó con ella. Después de llenar los platos repletos de barbacoa con deliciosas salsas, Lali lo llevó a una mesa vacía. Cuando él mordió su sándwich, gimió.

—Oh. Mi. Dios. ¡Esto es delicioso!

Lali sonrió.

—La salsa es una receta propia de abuelita.

—¿En serio? Ella realmente podría embotellarla y venderla. Es diez veces mejor que la mayoría de lo que hay en los sitios de barbacoa en Atlanta.

—Vas a tener que decírselo. Le alegrarías su día.

—Estaré feliz de decirle.
Un anciano arrastrando los pies se acercó a la mesa.

—¿Está ocupado este asiento, La?

—No, tío Salva. Lo estábamos apartando solo para ti y tía Ella.

Salva sonrió a Lali antes de darle un abrazo. Peter no podía dejar de deleitarse con el efecto que parecía tener con todo el mundo aquí. Ella siempre era encantadora con todos en Atlanta, pero había algo casi angelical de ella aquí. Más personas se congregaron en el interior del granero, y la banda comenzó a tocar. Peter ya se había despachado su segundo plato de barbacoa y se estaba debatiendo si tomar un tercero cuando Félix se acercó hasta él. Peter miró con recelo el vaso de cerveza en la mano de Félix que estaba lleno de un líquido claro.

—¿Has tomado algunas cervezas caseras, Chico de Ciudad? —le preguntó.

—Abuelito, su nombre es Peter —siseó Lali.

—Disculpa. ¿Has tomado alguna cerveza casera, Peter?

—No señor, creo que no.

Félix extendió el frasco.

—¿Por qué no pruebas un poco?

—¿Es una pregunta capciosa, señor?

—¿Qué quieres decir?

Peter contuvo su entrecortada respiración antes de hablar.

—Bueno, es solo que Lali me habló de que usted es un hombre muy religioso, así que no puedo imaginar que usted beba demasiado. Y si acepto, usted puede pensar que soy un borracho que no merece salir con su nieta. Por otro lado, si disfruta tomar una copa de vez en cuando y me niego, entonces me va a considerar un afeminado Chico de Ciudad. ¿Correcto?

Félix miró a Peter hacia abajo. Finalmente, una amplia sonrisa estalló en su cara. Él golpeó a Peter cordialmente sobre la espalda.

—Me gusta tu forma de pensar. —Sin quitar su mirada de Peter, llevó el vaso a sus labios y bebió un largo trago—. Un pequeño sorbo de alcohol no hace daño a nadie.

Peter se rio mientras tomaba el licor destilado de Félix. En el momento en que el líquido entró en su boca, ardió como un río de fuego tormentoso en la garganta y en el estómago. Mientras Félix le observaba expectante, hizo todo lo posible para luchar contra sus ojos llorosos y el impulso de ahogarse y sofocarse.

—Buen material —respondió, reuniendo la voz más viril que pudo.

Rápidamente le pasó nuevamente el vaso antes de que él pudiera esperar que bebiera más. Con una sonrisa, Félix se volvió hacia Lali.

—Tal vez él sea un buen material después de todo, Lali Lou.

Ella abrió mucho los ojos al momento en que Félix se alejaba.

—No puedo creer que hayas logrado ganarle, especialmente tan rápido. A Agus le tomó años de veinticuatro horas los siete días de la semana no conseguir una mirada de muerte, y nos habíamos conocido unos a otros de toda la vida.

Peter le sonrió.

—Después de todo lo que hemos pasado, no puedo creer que hayas dudado de mi capacidad para cautivar a tu abuelo. —Se inclinó y le susurró al oído—: No nos olvidemos de todas las veces que he conseguido cautivarte.

Juguetonamente, ella lo empujó hacia atrás.

—Pareces olvidar la primera vez que trataste de jugar conmigo tu Mercadotecnia McDreamy en la fiesta de Navidad, y te dije absoluta y totalmente que no.

Peter se rio entre dientes.
—Es verdad. El peor rechazo de mi vida.

—Lo dudo.

—Confía en mí, nena. Lo fue.

Ella no pudo ocultar la sorpresa en su rostro. Para cambiar de tema, ella dijo:

—¿Irías a conseguirnos algo de postre?

Él arqueó las cejas.

—¿Sigues con hambre?

Ella se echó a reír.

—Lo dice el hombre que se comió dos platos de barbacoa cuando yo me comí uno.

—Muy bien. Iré a conseguirte algo dulce.

Ella lo besó en la mejilla.

—El bebé y yo te damos las gracias por ello.

—Sí, sí. ¿Usarás esa cosa del embarazo cada vez que quieras algo que valga la pena, no?

—Demonios si —respondió ella.

Riéndose, él se levantó de su silla.

—¿Hay algo en específico que te guste?

—¿Tal vez una pequeña muestra de todos?

Él le dio un mini saludo.


—Sí, señora.

domingo, 19 de octubre de 2014

La Proposición: Capítulo 76

A regañadientes Peter soltó la mano de Lali. Francamente, quería ser un perfecto marica y correr tras ella. La última cosa en el mundo que quería era quedarse con el viejo. Se movió incómodamente sobre sus pies, limpiando la capa de sudor de su cara con el dorso de la mano. Félix escupió un chorro de jugo de tabaco.

—¿Así que planeas mantenerte alrededor después de que el bebé haya nacido?

—Sí, señor.

—¿Vas a ayudar durante su crecimiento?

—Bueno, todavía no hemos hablado realmente sobre todo eso. —Como la expresión de Félix se oscureció aún más, Peter rápidamente respondió—: pero voy a intentarlo. Soy honesto.

Los ojos de Félix se estrecharon.

—¿Qué hay de casarte con ella?

Peter sintió como si le hubieran dado una patada en las bolas. Luchó para recuperar el aliento. Mierda, si contesto mal esta pregunta, este tipo en serio va a matarme. Su boca volvió seca, y pasó su lengua por los labios. ¿Es cada vez más oscuro aquí, o me voy a desmayar?

—Hijo, no respondiste mi pregunta. ¿Vas a casarte con mi Lalita Lou o no?

—¡Abuelito! —chilló Lali, sus ojos muy abiertos por el horror. Peter jadeó con alivio de que momentáneamente estuviera saliéndose con la suya.

—¿Qué querida? Es una pregunta honesta.

Lali se ruborizó desde sus mejillas hasta el cuello. Incluso sus hombros desnudos se tiñeron de rojo.

—No, no lo es. Peter y yo estamos cómodos con el acuerdo que tenemos. Si nos ponemos de acuerdo para cambiar algo, te lo haremos saber, pero hasta entonces, no queremos sentir ningún tipo de presión, ¿de acuerdo? —Cuando su mirada vaciló hacia Peter para ver si estaba bien con su respuesta, él asintió.
Félix besó la parte superior de la cabeza de Lali.

—Bien, niña. No lo mencionaré de nuevo. —Le dio una última ardiente mirada de disgusto a Peter antes de alejarse.

—Solo está jugando contigo —dijo Lali. Al ver que no respondía, ella se acercó y frotó su brazo—. Realmente no tienes miedo de él, ¿verdad?

Se volvió para mirar a Félix. Rodeado por cuatro de sus nietos, se sentó a tallar un palo. La larga hoja de su cuchillo brillaba a la luz del sol provocando que Peter se estremeciera.

—¡Diablos, sí, lo tengo! Sé que parece tu dulce abuelito, pero el hombre podría terminar conmigo si quisiera, probablemente con sus propias manos. Y estoy seguro de que a tus tíos y primos no les importaría ayudar a que me entierren en una tumba poco profunda. Las comisuras de los labios de Emma se torcieron.

—¿Lo dices en serio?

Él soltó un bufido.

—Francamente, tengo un poco de miedo de ir a dormir esta noche por temor a que va a entrar en la habitación y cortar mi pene por dejarte embarazada.

—Ahora, ¿eso sería una trágica pérdida?

—Oh, sí, lo sería.

Lali se rio.

—No se trata solo de que yo sea la hija de su única hija o su pequeña nieta, él no es el típico abuelo/paternal que me protege del Lobo Feroz mejor conocidos como “hombres que roban mi virtud” —Su expresión divertida se oscureció—. Está tomando mi embarazo un poco más duro que abuelita porque él está pasado de moda. Siendo diácono de su iglesia, él nunca va a ser capaz de aceptar que voy a traer un hijo “bastardo”, por así decirlo, al mundo.
Peter respiró fuerte y entrecerró los ojos.
—¿Él realmente te dijo eso?

—No en esos términos exactos, pero sí.

—Esa es una estúpida manera de pensar acerca de su bisnieto.

—Sí, bueno, tu padre se sentía de la misma manera. ¿Recuerdas que quería darle al bebé su nombre?

—Eso es verdad —cedió Peter.

El repiqueteo de una campana los interrumpió. Peter se dio la vuelta para ver a Virginia sosteniendo un viejo cencerro. Ella sonrió.

—¡Todo el mundo! ¡Hora de la cena! —gritó, haciendo un gesto hacia el granero.

—¿Tienes hambre? —preguntó Lali.

—Estoy hambriento. —Él sonrió y pasó el brazo por encima de su hombro—. Esta tarde trabajé bastante sobre el apetito.

Su boca se abrió antes de que ella le diera un codazo en el estómago.

—¡Eres terrible!


—Sabes que me amas —bromeó.

sábado, 18 de octubre de 2014

La Proposición: Capítulo 75

—Tener un hijo por su cuenta, sin duda, no es lo que mi esposo o yo queríamos para Lali. Preferiríamos que hubiera encontrado un esposo y después tuviera hijos. —Sacudió la cabeza con tristeza—. En un momento, ella tuvo eso. Pero la vida no ha sido exactamente justa con Lali. Ella se merece toda la felicidad del mundo, y sé que nada la haría más feliz que finalmente se volviera realidad su sueño de ser madre.

Las lágrimas llenaron los ojos de Lali por el inmenso amor y la verdad que había en las palabras de su abuela. Cuando se atrevió a mirar a Peter, él estaba
sonriendo.

—No podría estar más de acuerdo con usted, señora Riera. Estoy muy agradecido de poder ayudar a que los sueños de Lali se hagan realidad.

Abuelita ahuecó la barbilla de Lali y sonrió.

—Estás sumamente radiante, cielo. Creo que no he visto esa mirada en tus ojos desde antes de que tu madre falleciera.

—Oh, gracias —contestó Lali, sacándose una lágrima.

Abuelita palmeó el brazo de Peter.

—Así que después de todo, solo quiero darte las gracias por hacer tan feliz a Lali, y a la vez también a su familia.

—De nada, señora Riera.

—Por favor, llámame Virginia. —Entonces hizo un ruido de desaprobación al ver a algunas mujeres cargando bandejas de comida hacia el granero—. Dios mío, te vas por un minuto, y la gente se encarga de hacer todo. ¡Mejor me voy a asegurar de que la cena no sea un total desastre!

Una vez que ella estuvo fuera del alcance de su oído, Peter suspiró ruidosamente.

—Bueno, eso ciertamente fue inesperado.

—¿La cálida bienvenida?

Sacudiendo la cabeza, él deslizó un brazo alrededor de la cintura de Emma.

—No, no me di cuenta de que sería un héroe por embarazarte. ¿Por lo general en estos lugares ellos no consiguen las escopetas después de que lo estás?

Lali se rio.

—Digamos que sería completamente diferente si fuéramos adolescentes—Levantó la cabeza para mirarlo—. Por supuesto, dudo mucho que el Peter adolescente me hubiera dado incluso la hora del día.

—Nunca se sabe. Habría estado muy interesado en corromperte y robarte tu virtud.

Lali le dio un codazo juguetonamente.

—Entonces mi abuelito y mis tíos te habrían disparado en tu posesión más preciada.

Peter sonrió entre dientes.

—Eso habría sido una tragedia.

—Oh sí, no habrías sido capaz de dejarme embarazada más tarde—reflexionó.

Él presionó los labios contra su oído, lo que la hizo estremecerse.

—O darte alucinantes y múltiples orgasmos.

—¡Peter! —chilló, empujándolo lejos.

Él se rio de su indignación.

—Sin embargo, sabes que tengo razón.

Una voz estruendosa los interrumpió.

—Lalita Lou, ¡sube aquí y dame un abrazo!

Ella rodó los ojos pero sonrió muy a su pesar.

—Mientras abuelita pudo haber sido un pedazo de pastel, mi abuelito probablemente va a ser un verdadero dolor de cabeza acerca de todo esto —le dijo a Peter. Lo sintió tensarse un poco mientras la seguía hacia donde un hombre con la cabeza plateada estada de pie con sus jeans desteñidos—. Abuelito, ¿cuándo vas a aprender que estoy demasiado vieja para ese apodo? Él sonrió.

—Tonterías. ¡Siempre serás mi nenita y mi pequeña Lalita Lou!

Lali lo abrazó fuertemente, cerrando los ojos con alegría mientras su aroma familiar a menta y desodorante Old Spice llenaba su nariz.

—Te he echado de menos.

Él empujo sus hombros hacia atrás y arqueó una espesa y plateada ceja hacia ella.

—¡Ya han pasado dos semanas, niña! Estaba a punto de enviar a los chicos a la ciudad para que comprobaran como estabas.

—Lo siento, pero las cosas han estado un poco locas últimamente. —Se dio cuenta de que la mirada de su abuelo ya no estaba centrada en ella. En su lugar, él se quedó mirando burlonamente a Peter—. Oh, abuelito, quiero que conozcas a alguien. —Agarrando la mano de Peter, tiró de él hacia delante. Ante la vista de sus dedos entrelazados, la expresión agradable en el rostro del abuelito se evaporó, muy a su pesar, y fue reemplazada por una disimilada ira. Lali no pudo evitar notar que en la frente de Peter se habían formado gotas de sudor y no por el calor, sino por la intensa mirada del abuelito—. Este es Peter Lanzani. Él es el padre de mi bebé. —Le sonrió a Peter—. Y este es mi abuelo, Felipe.

—Gusto en conocerlo, señor —dijo Peter, su voz ligeramente quebrada.

Felipe cambió su mordida de tabaco y miró la mano de Peter. De mala gana la sacudió de arriba a abajo.

—Gusto en conocerte.

—¡Lali! —llamó alguien. Cuando ella lanzó una mirada por encima del hombro, su primo David la saludó.


—Un segundo. Ya regreso.


CONTINUARÁ.., 

viernes, 17 de octubre de 2014

La Proposición: Capítulo 74

Peter se rio entre dientes.

—Sí, pero en más de un sentido.

Abuelita se agarró el estómago y se dobló de la risa. Cuando se recuperó, le tendió los brazos a Peter.

—Bueno, ven aquí y dame un abrazo, señor Donante de Esperma.

Lali observó con asombro como Peter voluntariamente abrazaba a abuelita. No podía creer cómo sin ningún esfuerzo ya parecía estar interactuando con su familia, teniendo en cuenta lo mucho que se había asustado cuando conoció a sus sobrinos y a Juan. Palmeando la espalda de Peter, abuelita dijo:

—Estamos muy contentos de tenerte aquí con nosotros durante el fin de semana. Espero que te diviertas.

Él le dedicó una deslumbrante sonrisa.

—Gracias, señora. Es un placer estar aquí.

Abuelita movió un dedo hacia él.

—En cuanto a la paternidad del bebé de La, hay algo que tengo que decir sobre eso.

Lali se mordió el labio inferior y lanzó una mirada de preocupación entre su abuela y Peter. Su pecho se apretó con miedo por lo que abuelita pudiera decirle. Si se trataba de algo como las anteriores llamadas telefónicas y la primera visita que les había hecho a sus abuelos sobre su embarazo fuera del matrimonio, Peter se iba a llevar una severa reprimenda.


—¿Sí, señora? —preguntó Peter amablemente, pero Lali no pudo evitar notar la forma en que movió la correa de Beau de un lado al otro con nerviosa energía.


CONTINUARÁ...

jueves, 16 de octubre de 2014

La Proposición: Capítulo 73

—Sí, lo es. Todo será hecho en casa, desde la tarta de manzana hasta el licor.

—Maldición, creo que he muerto e ido al cielo. Bueno, no exactamente en la parte del licor.

Lali se rio.
—Buena suerte con no tener a mis tíos obligándote a beber algunas cervezas artesanales. Ellos querrán que pruebes tu hombría.

Peter abrió su boca para protestar, pero la voz de una mujer lo interrumpió.

—¡Lali! —chilló y aplaudió. Lali ni siquiera tuvo que darse la vuelta para reconocer la voz. Simplemente el sonido de ésta haciendo eco a su alrededor revistió su cuerpo con un grueso manto de amor. Girándose, vio a su abuela dando grandes zancadas hacia ella.

Desde el plateado y esponjoso peinado objeto de burlas, hasta el desgastado delantal de cuadros rojos y blancos que llevaba firmemente atado sobre su vestido, abuelita nunca parecía envejecer o cambiar. Ella era el constante faro durante a tormenta, Lali había sido capaz de contar durante toda su vida con su amor, apoyo y fortaleza. El rostro de abuelita se iluminó como una bengala el Cuatro de Julio.

—¡Ahí está mi hermosa nena! —exclamó, tirando de Lali en un fuerte abrazo. Apretándola con fuerza, dijo—: Te he extrañado mucho, querida.

—Yo también te extrañé, abuelita.

Ella se apartó y sonrió.

—Vas a tener que empezar a venir más de dos veces al mes. Tu abuelo y yo estamos demasiados solitarios sin ti.

Lali se rio.

—Hablamos todos los días. ¿Es realmente necesario llegar a tanto?

—Sí, lo es. Especialmente cuando el bebé llegue. —Extendió la mano para tocar suavemente el abultado vientre de Lali —. ¡Mira lo grande que te has puesto!

—Ni me lo digas. Ninguna de mis ropas me queda.

—Bueno, considérate afortunada de que no haya empezado a notarse de inmediato. ¡Tu mamá tuvo que usar ropa de maternidad desde el segundo mes en que estuvo embarazada de ti!
Lali sonrió ante el recuerdo de su madre riendo y acerca de cómo ella prácticamente se mostró desde la concepción.

—Así que, ¿cómo te sientes? —preguntó abuelita, arrugando el ceño con preocupación.

—Mejor. Gracias a Dios las náuseas matutinas se detuvieron ahora que ya pasé el primer trimestre. Sabré lo qué voy a tener la siguiente semana. Me haré una
ecografía de género adelantada. El radiante rostro de abuelita se hizo aún más brillante.

—Fantástico. Por supuesto, sigo diciendo que vas a tener un niño.

Lali miró a Peter y sonrió.

—Oírte decir eso haría feliz al padre de Peter. Desde el momento en que lo conocí ha jurado que es un niño. Abuelita dirigió sus intensos ojos verdes sobre Peter.

—¿Así que este hombre increíblemente guapo y apuesto que has traído contigo debe de ser el Señor Lanzani?

El calor subió por las mejillas de Lali debido los elogios de su abuela y por cómo hizo la presentación.

—Sí, este es Peter. Él es…


—¿El donante de esperma? —preguntó Abuelita.


CONTINUARÁ... 

miércoles, 15 de octubre de 2014

La Proposición: Capítulo 72

Cuando Beau la vio llegar por la entrada, empezó a ladrar y a mover la cola. Tenía la cabeza fuera de la ventana del asiento trasero mientras ella se acercaba al auto.

—¿Me extrañaste, dulzura? —Él se presionó contra la puerta y emitió un gran gimoteo—. ¡Oh, yo también te extrañé! —Ella le lanzó una mirada de disgusto
a Peter por encima del hombro—. ¡No deberías haberlo dejado dentro del auto
por tanto tiempo!

—Todas las ventanas están abiertas. —Hizo un gesto hacia el cuerpo de Beau contoneándose—. Míralo. Está perfectamente bien.

—Supongo que sí —murmuró Lali, rascando detrás de las orejas de Beau.

—Lo mimas demasiado —reflexionó Peter, lanzando la maleta de ella al asiento trasero.

—No lo hago.

—¿En serio? Cada vez que entro por la puerta, comienza a buscarte. Él apenas se da cuenta de mí ahora. Por no mencionar, que espera tumbarse sobre el sofá y comer las sobras de mi comida.

Ella se sonrojó.

—Ups. —Tan pronto como Lali se deslizó a través del asiento, Beau se inclinó sobre la cabecera para lamer su mejilla—. ¿Estás listo para quitar el polvo de la  iudad de tu pelaje? —preguntó Lali, palmeando la cabeza del labrador. Él
movió la cola y la lamió de nuevo—. Sí, creo que está listo.

Peter gruñó mientras salía del camino.

—Una vez que vea todos esos espacios abiertos, puede que no quiera volver nunca.

Después de que tomó la salida 75 Norte, comenzaron su peregrinaje fuera de la ciudad. El fondo urbano se desvaneció en una mancha borrosa de árboles y pastizales. Cuanto más se acercaban a las montañas, el aire se volvía más fresco
girando alrededor de ellos.

Una punzada de nostalgia reverberó a través de Lali mientras conducían por los caminos familiares. Había pasado toda su infancia en las montañas hasta que se había ido a la universidad en Atlanta. Había una gran parte de ella que anhelaba regresar, especialmente cuando se trataba de criar al bebé.

Cuando se acercaban a la propiedad de sus abuelos, se inclinó hacia adelante en su asiento.

—Está bien, vas a girar a la derecha en el buzón negro.

Sorprendido, Peter se giró hacia ella.

—¿Sobre ese camino de grava?

—Sí.

Después de que pasaron alrededor de un par de curvas, llegaron a un campo abierto. Sobre la colina estaba la casa de su abuelo y el granero. Peter se giró hacia ella con los ojos muy abiertos al ver la multitud de autos y personas arremolinándose alrededor.

—¿Toda esta es tu familia?

Ella asintió con la cabeza.

—Por lo general, son alrededor de cincuenta personas o más. En el momento en que el baile campestre comience esta noche, serán cerca de cien. —Miró la expresión escéptica en su rostro—. ¿Estás seguro de que estás en esto?

—Por supuesto, todo estará bien, siempre y cuando nadie quiera patearme el trasero por dejarte embarazada.

Lali se echó a reír.

—La mayor parte de mi familia está bien con el embarazo. Sin embargo, mi abuelo y algunos de mis tíos te pueden hacer pasar un mal rato. —Vaciló antes
de dejar caer una bomba sobre él—. Eh, ya que no estamos casados, no pienses en que compartiremos una habitación esta noche.

—¿Disculpa?

Lali hizo una mueca.

—Mis abuelos son muy anticuados. No aprobarán que durmamos en la misma cama si no estamos casados.

—¿A pesar de que estás embarazada de mi hijo?

—Sí.

Exhaló ruidosamente.

—Fue bueno que consiguiera algo antes de irnos. Habría sido un largo, largo fin de semana. —Se rio cuando ella golpeó juguetonamente su brazo con indignación.

—Vamos. Vamos a enfrentar al pelotón de fusilamiento —dijo Lali con una sonrisa.

—Fabuloso —gruñó Peter mientras salía del auto. Sujetó la correa del collar de Beau y dejó que el contoneante labrador saliera del asiento trasero.


Los deliciosos aromas llenaron las fosas nasales de Lali, y su estómago gruñó. Estaba tan agradecida de que sus náuseas hubieran pasado porque no deseaba nada más que un poco del estofado Brunswick de su abuela.


CONTINUARÁ...