martes, 30 de septiembre de 2014

La Proposición: Capítulo 66


DOS MESES DESPUÉS

Sumergiéndose en la bañera de gran tamaño, Lali le echó un vistazo con disgusto a sus pies hinchados. Había pensado que se enfrentaría a este particular poco atractivo efecto secundario del embarazo mucho más adelante. Pero a medida que pasaba de su primer trimestre el segundo, sus pies se habían empezado a transformar diariamente. Debido a que había pasado la mayor parte del día haciendo presentaciones publicitarias una tras otra, estaban peor que de costumbre.

Beau descansaba en el azulejo en frente de la bañera, roncando ligeramente. Con Peter viajando fuera de la ciudad cada dos semanas por su condición de Vicepresidente, Beau había llegado a ser tanto su perro como el suyo. Ella lo recogió de Doggy Daycare, y él la ayudaba a pasar sus solitarias noches sin Peter durmiendo a su lado.

Lali acababa de recalentar el agua para un largo remojo cuando Beau levantó su cabeza. Después de dar un ladrido, corrió hacia la puerta del baño.

—Oh, apuesto a que papi regresó a casa de Nueva York —dijo, mientras Beau se movía y giraba su cola hacia delante y atrás, Lali no podía evitar compartir su emoción.

—¿La? —La voz de Peter venia del pasillo.

—En la bañera —gritó.

Él abrió la puerta y le sonrió ampliamente.

—¡Hola, nena! —Beau ladraba en los talones de Peter mientras él se inclinaba hacia abajo en la bañera. Le dio un prolongado beso antes de volver su atención a Beau.

—¿Cómo estuvo tu viaje? —preguntó, mientras él le rascaba las orejas a Beau.
Aidan se quejó.

—La misma mierda.
Ella arrugó la nariz.

—Lo que significa la misma mierda de irte otra vez la próxima semana, ¿cierto?

—Desafortunadamente, sí. Supongo que es por lo que me pagan mucho dinero. —Le echó un vistazo a las burbujas que cubrían su silueta—. ¿No es un
poco temprano para eso?

Ella se rio y sacó una pierna fuera del agua.

—Supongo que sí, pero pensé que podría remojarme un rato para que mis pies de payaso hinchados por el embarazo se desinflamen un poco.

Arrodillándose, él tomó su pie en una de sus manos y besó el empeine.

—Les daré un masaje cuando salgas.

Lali arqueó las cejas hacia él.

—Uh-huh, ¿y qué quieres a cambio de ese trato?

Peter se rio entre dientes.

—¿Quién dijo que quiero algo a cambio? Los pies de la mamá de mi bebé están hinchados, así que, tengo la responsabilidad de hacer las cosas un poco mejor. Ella sonrió.

—El agua todavía está caliente. Podrías unirte a mí.

Sus dedos inmediatamente fueron a los botones de su camisa.

—No tienes que pedírmelo dos veces.

Lali lo miraba apreciativamente mientras se desvestía. Cada vez que se iba, lo extrañaba y lo ansiaba más. Después de entrar en la bañera, él envolvió sus brazos alrededor de ella, poniéndola en su regazo. La sorprendió cuando la besó tiernamente, en vez de con su habitual pasión hambrienta. Por supuesto, cuando pasó sus dedos por su columna vertebral, la hizo temblar con anticipación.


—¿Vas a decirme en qué estás pensando? —preguntó Peter.


CONTINUARÁ...

lunes, 29 de septiembre de 2014

La Proposición: Capítulo 65


Acunándolo contra su pecho, le dio su chupete. Después que comenzó a tararear en voz baja, vio el efecto calmante que tuvo en él. Cuando empezó a cantar suavemente, los ojos de Mason se volvieron más y más pesados. Luego estuvo profundamente dormido. Cuando se puso de pie para ponerlo de nuevo en la cama, dio un respingo ante la vista de Peter apoyado en un codo, mirándola fijamente. Con solo la luz del pasillo, no podía distinguir si era lujuria o amor lo que ardía en sus ojos.

—¿Qué? —susurró ella, moviendo con cuidado a Mason sobre el colchón.

—Nunca te había oído cantar antes.

—Oh eso. —Agachó la cabeza, tratando de luchar contra la vergüenza pinchando su piel. Puso la manta sobre Mason.

—Eres realmente buena.

Levanto la mirada rápidamente para observar a Peter con sorpresa.

—¿En serio?

—Como un ángel. —Tomó su mano y la arrastró de vuelta a la cama—.Quiero decir, me dijiste que cantabas y todo en la iglesia y en el bar, pero no tenía idea que fueras tan buena.

—Solo estas siendo amable.

—¿Y cuándo he hecho eso? —musitó Peter, con una sonrisa socarrona.

Lali se rio.

—Bien, supongo que tienes razón.

Sus labios pasaron rozando su clavícula antes de que levantará la mirada hacia ella.

—Lo digo en serio, La. Tu voz es absolutamente hermosa.

—Gracias. —Presionó sus labios en los de él—. Cada vez que quieras que te cante para dormir, lo haré.

—Me gustaría eso.

Lali se acercó más a Peter, enterrando su rostro en el hueco de su brazo.

—Realmente odio que tengas que irte de nuevo.

—Yo también —murmuró él.

Luchó consigo misma antes de hacer la siguiente pregunta:

—Sé que estuvimos de acuerdo en que los dos queríamos “más”, pero ¿entendiste siquiera lo que eso significaba para ti?

Sus dedos, que habían estado frotando perezosos círculos bajo su piel, se congelaron en su omoplato.

—No exactamente. ¿Tú sí?

Apoyando la barbilla en su pecho, llevó su mirada hacia la de él.

—Esperaría que significara al menos monogamia.

—Por supuesto que significaría eso. —Le arrugó el ceño—. Sabes que no he estado con nadie más desde que te hice la propuesta esa noche en O’Malley’s.

—Lo sé. Es solo…

—¿Tienes miedo de que a causa de mi pasado no pueda ser capaz de
permanecer monógamo?

—Sí —susurró ella.

Él suspiró.

—Puedo entender porque te sientes de esa manera, La. Pero hablaba en serio cuando te dije que quería intentar más contigo. No puedo ofrecer ninguna garantía, pero al menos quiero intentarlo. Me gustas. Me gusta pasar tiempo contigo, incluso fuera del dormitorio.

Lali sabía que lo que Peter estaba ofreciendo era enorme para él. Se sentía como nada para ella, pero después de todo, ella no era un mujeriego con fobia al compromiso. El hecho de que no se hubiera ido a algún tipo de gira sexual o enrollado con alguien en la oficina de Delhi significaba que en serio lo estaba intentando. Lo miró fijamente a los ojos.

—Puedo aceptar eso.

—Y puedo asumir que no estás al acecho tampoco, ¿cierto?

Lali no pudo evitar el bufido despectivo que escapó de sus labios.

—¿Siquiera tienes que preguntar? Además, la última vez que lo comprobé estar embarazada no te colocaba en la lista de las cien más calientes de Maxim.

Él puso los ojos en blanco.

—Ahí vas menospreciándote otra vez sobre tu atractivo sexual. Siempre tan ajena al efecto que tienes en los demás hombres.

—Sí, claro.

—Ni siquiera te diste cuenta que la noche que llegué de la India y te encontr  en O’Malley’s, casi me metí en una pelea de bar con todos los hombres
que estaban comiéndote con los ojos.

—¿En serio? —preguntó Lali.

—¿Cómo puedo hacerle comprender a tu cabeza lo jodidamente sexy que eres?

Ella señaló su barriga en expansión.

—¿Esto es sexy para ti?

—Me importa poco si tienes una panza o no, La. eres la que te haces sexy, no un cuerpo. Ni siquiera es la manera en que te ves en esa exquisita lencería que tenías puesta antes. Es la manera en que balanceabas las caderas y sacudías el trasero en frente de mí, sabiendo que me volvería loco, o la manera en que me hiciste una mamada con total abandono.

El calor llenó las mejillas de Lali ante sus palabras, mientras la calidez latía en sus venas ante la sinceridad con la que las decía.

—Así que ¿seguirás descontrolándote por mí cuando tenga nueve meses de embarazo, quizás unos treinta kilos de sobrepeso, e hinchada como un dirigible de Goodyear?

Peter se rio entre dientes.

—Sí, lo haré.

—Hmm, ya lo veremos.

Justo cuando Lali estaba acomodándose para dormir, Peter preguntó:

—Entonces, ¿nuestra definición de más es simplemente no salir con nadie más?

—Creo que eso es un buen comienzo. ¿No crees? —A pesar de que quería todo y más con Peter, no quería asustarlo. Creía que era mejor continuar con la relación de a poco y trabajar arduamente hasta lo realmente grande como mudarse juntos o atreverse a alguna vez esperar y soñar con el matrimonio.

—Supongo que sí. Quiero decir, ya estamos pasando todo nuestro tiempo juntos. No hay necesidad de trabajar en eso.

—Estoy de acuerdo.

—Entonces, ¿estamos bien con nuestro “más”? —preguntó Peter.

A pesar de que quería llorar, gritar, y despotricar que odiaba su definición de más, se limitó a sonreír.

—Sí, estamos bien.


CONTINUARÁ...

domingo, 28 de septiembre de 2014

La Proposición: Capítulo 64


Un poco después de las tres, el sonido del llanto de Mason despertó a Lali. Empujó a Peter que estaba tumbado encima de ella.

—Despierta, Peter.

—¿Hmm?

—Mason está llorando.

Gruñó y rodó fuera de ella. Mientras Lali se ponía la bata, Mason soltóun chillido agudo.

—Jesús, ese niño tiene un par de pulmones en él —dijo Peter antes de poner una almohada sobre su cabeza.

Ella se apresuró hacia el corral.

—Shh, está bien cariño —murmuró, cargando a Mason. Su llanto disminuyó un poco, pero aun así continuó llorando.

La voz de Peter llegó amortiguada debajo de la almohada:

—La, ¿te importaría llevarlo a él y al llanto a otra parte?

La ira ardió en Lali. ¿Cómo se atrevía a tratarla de esa manera? Moviendo a Mason sobre su hombro, utilizó la mano libre para golpear la parte de atrás del
cuello de Peter. Fuerte. Él echó hacia atrás la almohada y la fulminó con la mirada.

—¿Por qué demonios fue eso?

—Porque estás siendo tan insensiblemente imbécil.

—Porque estoy sobrecargado de trabajo, bajo los efectos del desfase horario y solo quiero dormir —gruñó.

Lali sacudió la cabeza.
—Tu comportamiento esta noche está dándome seriamente algo en lo que pensar.

Peter se levantó en la cama y se frotó los ojos.

—¿De qué te estás quejando ahora?

—¿Es así como va a ser con nuestro bebé? ¿Contigo solo pensando en tus propias necesidades egoístas, resentido con el bebé cuando se interponga entre nosotros y el sexo, y sobre todo, haciendo parecer que soy una madre soltera cuando estás en la misma habitación que yo? Poniendo los ojos, Peter tiró de la sábana.

—Bien. Iré a preparar su jodido biberón. ¿Eso te hará feliz?

—Tal vez —contestó ella. A pesar de que salió de la habitación dando fuertes pisadas con el culo al aire, Lali sonrió porque su discurso lo hubiera afectado lo suficiente como para reaccionar. Cada pequeña batalla era una victoria en su favor. Se agachó suavemente en la mecedora, acariciando la espalda de Mason—. Espera, cariño. Tío Peter va a traer tu biberón.

Sus palabras tuvieron un pequeño efecto en él, y para cuando Peter regreso, estaba con la cara roja, resoplando con hambrienta rabia y agitando los brazos y las piernas.

—Maldición, hombrecito, cálmate —dijo Peter, empujando el biberón hacia Lali.

—Gracias —dijo, con una sonrisa—. Parece que las rabietas corren en la familia Lanzani —reflexionó, mientras Mason se aferraba al biberón.

—No tengo idea de lo que estás hablando —respondió Peter con una sonrisa. Se desplomó de nuevo sobre la cama—. Obviamente heredo eso de su padre, el imbécil que embarazó a Megan y salió corriendo.

—Qué idiota. ¿Quién podría incluso pensar en dejar a un ángel como Mason o a un encanto como Megan? —contestó Lali. Moviendo suavemente la mecedora de un lado al otro mientras Mason succionaba la leche con avidez—

Tenías hambre, ¿no es así? —preguntó, mientras lo colocaba en su hombro y lo hacía eructar.


CONTINUARÁ...

sábado, 27 de septiembre de 2014

La Proposición: Capítulo 63


—Jesús, La, ¿qué demonios estás usando?

Ella miró su conjunto como si fuera de lo más normal.

—Solo una sorpresa para ti. ¿No te gusta?

—Oh, sí me gusta. —Peter lamió sus labios, sus ojos deleitándose en el sobresaliente escote del corsé—. Es solo que pensé que después de actuar como un cerdo, iba a estar fuera del departamento del sexo esta noche.

—Bueno, debería darte unas buenas nalgadas por haber sido tan malo antes.

Peter rio.

—Creo que podría disfrutar eso.

Con una sonrisa sugerente, se levantó del sofá. La mirada de Peter se ensanchó al ver las ligas y medias altas. Tomó una almohada del sofá y la tiró al piso. Inclinándose frente a él, sus dedos fueron al botón de sus pantalones.

—Quiero terminar lo que empezamos antes de ser interrumpidos, si te parece bien.

—Me parece perfecto.

Ella bajó su cierre, y Peter levantó sus caderas para dejarla bajar sus pantalones. Su erección saltó de su ropa interior. Arrodillándose entre sus piernas sobre la almohada, corrió sus manos arriba y debajo de los muslos de él, sus uñas corriendo en su sensible piel.

—Por favor, La —murmuró Peter.

Lali sonrió dulcemente mientras bajaba la pretina de su ropa interior y liberaba su erección. Tomándolo con una mano, lamió un suave camino de inicio a fin. Su lengua jugó y giró alrededor de la cabeza. Succionó solo la cabeza con su boca y luego la soltó. Peter gruñó:

—Nena, no juegues conmigo. Ha pasado demasiado tiempo.

Ella continuó con su lento asalto, sintiéndolo agrandarse con sus toques. Soltó aire en su punta, lo que causó un bajo gruñido de Peter. Cuando comenzó a protestar de nuevo, lo deslizó en su boca. Peter se atragantó y movió sus caderas, causando que ella lo tomara más profundo. Lo deslizó dentro y afuera, succionando fuerte en el límite de su cabeza, mientras lo agarraba firmemente con su mano. Cada vez que lo hacía, él gemía de placer.

—Oh, La… ¡Oh, mierda! —Aceleró el ritmo cuando sus dedos se enredaron en su cabello—. Me vendré si no te detienes —advirtió.

Pero ella lo quería todo, así que siguió trabajando su pene con su boca, tomándolo más y más profundo cada vez, succionando con más presión. Finalmente el gritó, levantando sus caderas y bañando el interior de su boca con él. Ella lamió y succionó hasta que estuvo seco, y cuando ella lo miro, sus ojos la quemaban.

—Dios, ¡eso fue bueno!

—Me alegra que te gustara.

Él se inclinó y la atrajo a su regazo. Lali se sintió humedecer mientras lo frotaba. Las manos de Peter encontraron su camino hasta sus senos, levantándolos del corsé. Mientras los tomaba, la miró con una sonrisa.

—Creo que entiendo tu pequeño juego ahora.

—¿Mi juego? —preguntó inocentemente.

Él asintió.

—Querías probar que puedes tener un bebé y aún tener una vida sexual caliente.

Ella arqueó sus cejas.

—Oh, ¿crees que lo que acabo de hacer fue en serio tan caliente?

Peter masajeó sus pezones con sus dedos, haciendo que se endurecieran.

—¿Tú usando algo tan sexy y luego chupándome? Demonios, si, fue increíblemente caliente.

—Solo quería darte la bienvenida. —Se frotó contra su pene causando que volviera a la vida con varias frotadas de sus caderas...

—La, me estás volviendo loco —murmuró Peter, sus labios acariciando sus pechos.

—Llévame a la cama entonces —ordenó.

—Con placer. —La tomó de las caderas y la levantó a sus pies. Al pararse, él dejó caer su ropa interior.

—Y apresúrate a quitarte la camisa. Huele —instruyó Lali mientras iba al dormitorio. Sacudió sus caderas provocadoramente para llamar su atención. Se
rio al oír los botones saltando de la camisa de Peter y luego rebotando en el piso. Solo él arruinaría una camisa cara por sexo. Apenas había cruzado el pasillo antes de que llegara a su lado. Envolvió su cintura con sus brazos y la atrajo contra él. Su aliento quemaba su mejilla.

—Te haré acabar tan duro que gritarás mi nombre.

Lali se sacudió en anticipación mientras se apretaba contra Peter.

—Shh, tendremos que ser silenciosos o despertaremos a Mason—respondió.

Peter resopló.

—No esperaba una audiencia.

—Bueno, ¿qué sugieres?

Miró al otro lado del pasillo y la empujó a la alcoba de invitados, comenzó a cerrar la puerta, pero Lali sacudió su cabeza.

—No podré oír a Mason.

Peter gruñó con frustración y la empujó a la cama. Sus dedos liberaron los botones del corsé. Cuando sus pechos fueron liberados, su boca de inmediato se cerró sobre un pezón. Su erección presionó su estómago, y ella se sintió humedecer más y más. Las manos de él fueron a sus bajándolas por sus piernas. Él la giró y la inclinó sobre el borde de la cama, sus codos descansando en el cobertor. Abrió más sus piernas. Su pene jugueteó en su entrada desde atrás, y preguntó:

—¿Esto está bien?

—Ummm, hmmm —murmuró.

En el primer empuje, Lali gritó. Peter se inclinó en su espalda, su voz sonando en su oído.

—No despiertes a Mason —advirtió él.

Ella lo miró sobre su hombro.

—¿Qué pasó con lo de hacerme gritar? —presionó.

—Oh, aún puedo hacer eso. —Su mano bajo y llegó a su hinchado clítoris.

Lo frotó mientras entraba y salía de ella—. ¿Es demasiado, nena? —preguntó con voz gruesa. Ella sabía que aún tenía miedo de hacer algo que lastimara al bebé. Ella sacudió su cabeza.

—No, está bien. Tan bien. —La otra mano de Peter fue a acariciar su pecho, presionando el pezón entre sus dedos—. Sí, ¡oh, sí! —gritó Lali, casi alcanzando su primer orgasmo.

Cuando Peter quitó su mano, ella gruñó con frustración. Una vez que su excitación comenzó a disminuir, él llevó sus dedos de nuevo, golpeándola y acariciándola, haciéndola llegar de nuevo.

—¡Sí! ¡Oh, Peter, oh, por favor! ¡ Peter! —gritó.

—¿Por favor qué?

—¡Por favor sigue tocándome! ¡Por favor, hazme acabar!

La tocó más y más rápido hasta que presionó su cara contra el cobertor, apretando las sábanas con sus manos, y gritó. Sintiéndose cerca, Peter tomo las caderas de Lali con más fuerza y enterró su rostro en su cuello. Él acabó muy duro, pero no se molestó en ocultar sus gemidos. Cuando acabó, la levantó y la giró para enfrentarlo.

—Si me sigues dando bienvenidas como estas, creo que tendré que viajar más seguido.

—Ay, eso sería lindo, pero te extrañaría demasiado durante la semana.

Peter sonrió.

—¿A mí o al sexo? —preguntó, disparando la usual pregunta.

Ella inclinó su cabeza.

—Bueno, ¡al sexo por supuesto!

Él gruñó y la palmeó juguetonamente en el trasero.

—Lo he dicho una vez y lo diré de nuevo. Esa boca tuya solo causa problemas.

Ella se desprendió de su abrazo.


—Voy a tomar una ducha. ¿Quieres unirte?


CONTINUARÁ...

viernes, 26 de septiembre de 2014

La Proposición: Capítulo 62


—Creo que ella tiene razón, ¿no? Pero un día vas a entender lo que se siente ser dejado a media asta por una chica.

—¡He oído eso! —dijo ella cuando cerró de golpe la puerta del refrigerador.
Después de calentar la fórmula, regresó a la sala de estar cuando Mason comenzó a ponerse inquieto de nuevo. Peter comenzó a entregárselo pero ella negó con la cabeza.

—¿Puedes darle de comer mientras voy a preparar su baño?

Él le dedicó una sonrisa juguetona.

—Y si me niego, ¿significa eso que no tendría ninguna posibilidad de volver a entrar en tus pijamas de Scooby Doo esta noche?

—Yo diría que las probabilidades serían casi nulas.

Peter tomó el biberón de ella.

—Creo que no me haría daño darle de comer. Ha pasado bastante tiempo desde que una de mis hermanas me obligó a hacer esto, así que estoy un poco
oxidado. Pero tú estás por tu cuenta para el cambio de pañales.

Lali extendió sus manos a las caderas.

—Déjame ver si entiendo. Básicamente, ¿sólo estás alimentando a Mason no para ayudarme, sino para asegurarte de que vas a echar un polvo esta noche?

—Considero que es una situación ganar o ganar para los dos. —Él miró hacia abajo a Mason que estaba succionando todo el contenido del biberón—. Y para él, también.

—Justo cuando creo que te has movido más allá de ser un idiota loco por el sexo, actúas de esta manera.

Peter arqueó las cejas.

—Todos mis amigos casados me han advertido sobre como tu vida sexual cae en picado después de tener hijos. Supongo que me estás dando una alerta temprana, ¿eh?

—¡Eres imposible! —Ella se marchó a su habitación. Después de deslizarse el interior del baño, abrió el grifo y probó la temperatura del agua. Una vez que se hubo llenado lo suficiente, cerró el grifo y se dirigió a la sala. Con Mason en el hueco de su brazo, Peter pasaba los canales con el mando a distancia en la otra mano.

—¿Lo hiciste eructar?

Apartó la mirada del televisor.

—¿Eh?

Ella puso los ojos y le quitó a Peter el biberón vacío.

—¿Deduzco que nunca hiciste mucho con tus sobrinos y sobrinas cuando eran bebés?

—No mucho. ¿Por qué?

—Porque una vez que le has dado su biberón a un bebé, debes hacerlo eructar, o el gas le producirá dolor.

—Bien, haré que eructe. — Peter llevó a Mason a su pecho y palmeó su espalda.

—Un poco más fuerte —instruyó Lali.

Después de que Peter dio dos golpes rápidos, Mason eructó fuertemente, y luego escupió abiertamente en su hombro.

—¡Jesucristo! —gritó Peter, mirando con horror su camisa.

—Oh, cálmate. Es solo un poco de escupida.

—Esta es una camisa de cien dólares, La.

—Actúas como si lo hubiera hecho apropósito. —Le dio una caja de toallas húmedas de la mesa y luego levantó a Mason—. Mientras lo baño, ¿me harías el favor de poner el corral en mi habitación?

—Sí, lo que sea.

—Gracias.
Mientras iba por el pasillo oyó a Peter gruñendo para sí mismo mientras se sacaba su camisa. Una vez que bañó a Mason y le puso sus pijamas, sus ojos estaban pesados. Mirando fuera del baño, vio el corral armado y se dio cuenta de que Peter había hecho lo que le había pedido. Eso lo redimía un poco a sus ojos. Meció a Mason por unos minutos hasta que supo que estaba profundamente dormido.

Cuando salió de la habitación, pensó en el comentario sarcástico de Peter sobre los bebés y el sexo. Aún estaba irritada por su egoísmo, pero no quería sacarle la idea del matrimonio y los niños cuando las cosas iban tan bien entre ellos. Batallando contra ella misma, finalmente dejo que el diablo en su hombro ganara, en lugar del ángel. Después de todo, le encantaba tener razón, e iba a mostrarle a Peter que la tenía incluso si era lo último que hacía.

Fue a su vestidor y abrió el último cajón. Enterrado debajo de corpiños y bragas había un corsé con tiras finas y ganchos que Candela le había hecho comprar para las sesiones de hacer bebes. No lo había necesitado. Con sus bragas negras, definitivamente era la pieza de lencería más sensual que tenía. Afortunadamente podía desabrochar los últimos botones por su vientre expandido.

—Sip, esto funcionara —susurró. Tomándolo, se apresuró al baño y se cambió. Cuando se miró en el espejo, no se veía como una futura madre portando una pancita. Se veía como una mujer sensual.

Caminó por el pasillo. Cuando llego a la cocina, podía oír la energética voz de un reportero deportivo haciendo eco en la sala de estar.

—Mason se durmió —anunció.

—¿No te dio muchos problemas? —preguntó Peter sin quitar sus ojos de la televisión.

—No, se fue a dormir como un ángel.

—Eso es bueno.

—¿Quieres una cerveza?

—Sí, eso estaría bien.
Sacó una del refrigerador y caminó lentamente al sofá. Ni siquiera la miro cuando se la entrego y se sentó. Él la destapó y tomo un sorbo.

—¿Qué estás viendo?

—El juego de los Valientes.

—¿No quieres mejor jugar un juego? —preguntó tímidamente.


Tomó otro sorbo de cerveza antes de mirarla. Mientras sus ojos viajaban por su cuerpo escupió un poco de líquido de su boca.


CONTINUARÁ...

jueves, 25 de septiembre de 2014

La Proposición: Capítulo 61


—Espera, Peter, estoy…

Él la ignoró e irrumpió a través del vestíbulo. Pisándole los talones, trató de atraparlo antes de que comenzara a gritar y gritar al tipo imaginario para  sacarlo al infierno fuera de allí, y mucho más antes de que despertara a Mason. Lo vio patinar hasta detenerse y congelarse frente al corral donde Mason dormía. Él se dio la vuelta.

—Mason. ¿Quieres decir que acabo de estar todo enojado por un bebé?

Ella se rio.

—Sí.

Peter exhaló un silbido, y se inclinó para descansar los codos en las rodillas.

—¡No puedo creer que me hayas hecho eso! Yo estaba esperando tener que echar a un tipo de aquí.

—Oh, todo lo que una chica quiere, un caballero de brillante armadura posesivo y enojado.

Él frunció el ceño y extendió una de sus manos a su pecho.

—No, mierda, creo que estoy teniendo un ataque al corazón o algo así.

Lali se acercó a él y le apretó la mano sobre su corazón.

—Ay, pobrecito, ¿quiere que te bese y te haga sentir mejor?

Él asomó el labio inferior y le puso un rostro de cachorrito hasta que ella se inclinó y besó su corazón sobre su camisa.

—Gracias. —Echó una mirada por encima del hombro a Mason—.Entonces, ¿qué está haciendo aquí?

Ella envolvió sus brazos alrededor de su cuello y se apretó contra él.

—¿Qué puedo decir? Tengo una cosa con los hombres de la familia Lanzani.
Las comisuras de los labios de Peter se alzaron en una ligera sonrisa ante su declaración.

—¿Eso es cierto?

—Lo es y Megan está abrumada con los exámenes en este momento, así que me ofrecí a cuidarlo para que la dejara trabajar ininterrumpidamente. Además,
es una buena práctica para mí.

—Espera, ¿él pasará aquí la noche?

—Si. —Se inclinó hasta burlonamente tocarle los labios con la lengua—.Pero él está durmiendo en el corral, y tú tienes que estar en la cama. Conmigo.

—Hmm, me gusta ese escenario. —Él la besó con avidez mientras guiaba su espalda hacia el sofá.

—Caray, espera un minuto. No quise decir que empezáramos ahora — murmuró contra sus labios.

—¿Cuándo es el mejor momento?

Lali dejó que la empujara hacia abajo sobre los cojines.

—En realidad, deberíamos esperar hasta que Mason se duerma por la noche. Va a necesitar un biberón y un baño.

—Él está bien. —Se acomodó en la parte superior de ella, siendo cuidadoso de no cargar demasiado peso en ella. Mientras que una mano se adentraba bajo su
camiseta, la otra fue a la cintura de sus pantalones de pijama y entonces se detuvo.

—Maldita sea, ¿son de Scooby Doo?

Ella se rio.

—No esperaba compañía, y tengo una ligera obsesión con los viejos dibujos animados.

—Casi mata mi erección.
Ella deslizó su mano entre ellos y luego arqueó las cejas.

—Parece bien para mí.

—Hmm, sigue haciendo eso, y creo que va a ser más que bien.

Se mantuvo frotándolo a través de sus pantalones mientras él lamía un rastro caliente desde el cuello a su esternón. Mientras bajaba los tirantes de su camiseta sin mangas para desnudar sus pechos, un grito llegó desde el otro lado de la habitación. Por un momento ella no lo registró, pero luego Mason comenzó a dar grandes alaridos. Ella inmediatamente rompió el beso y sacó la mano de su polla.

—Para... bebé —jadeó.

—No, se siente tan bien —murmuró contra su clavícula.

Lali puso los ojos en blanco y golpeó su pecho.

— Peter, ¿estás sordo? Mason está llorando.

—Oh, mierda. —Con un gemido agónico, Peter se apartó de ella. Ella se deslizó por debajo de él y corrió al corral. Mason estiró los brazos hacia ella mientras lagrimas gigantes se deslizaban por sus mejillas.

—Ay, shh, está bien, dulce niño —dijo, recogiéndolo. Sus gritos se calmaron un poco cuando estuvo en sus brazos—. ¿Qué te pasa ángel? ¿Tienes hambre?

Lali besó la mejilla de Mason y frotó amplios círculos sobre su espalda mientras Peter sonreía por encima del hombro.

—¡Pequeño bloqueador de polla! —se quejó Peter.

Lali abrió la boca y se dio la vuelta.

—¿Cómo lo llamaste?

—Bloqueador de polla, que es exactamente lo que es en este momento.

Mason dio un grito, y Lali lo abrazó con más fuerza.
—No le hagas caso al tío Peter, corazón. No lo decía en serio.

Peter hizo un gesto a Mason.

—Míralo. Está perfectamente bien, siempre y cuando lo estés sosteniendo.

Ella negó con la cabeza.

—Eres un total y completo idiota.

—No debes maldecir frente al bebé —la reprendió con una sonrisa.

Lali abrió mucho los ojos. Con un bufido, se acercó a Peter.

—Es casi la hora de darle de comer. Sostenlo mientras voy a preparar su biberón.

Sorprendentemente Peter no protestó cuando Lali metió a Mason entre sus brazos. Mason se detuvo inmediatamente de sollozar y se quedó con los ojos abiertos ante Peter.

—Sí, eso es correcto. Estás atrapado conmigo ahora, y no tengo un pecho agradable para que puedas acurrucarte.

Lali le golpeó el brazo.

—¡No te atrevas a hablarle de esa manera!¡Es solo un bebé! ¡Los pechos son simplemente comida para él, pervertido!

—Maldición, La, ¿cuándo llegaste a ser tan violenta? —bromeó.


Mason le dio a Peter una sonrisa sin dientes, cuando Lali se fue pisoteando. Peter se rio entre dientes.


CONTINUARÁ...