sábado, 31 de mayo de 2014

La Proposición: Capítulo 17


CAPÍTULO 17


—Gracias. —Alentada por el cumplido, se inclinó y llevó sus labios a los suyos. Esta vez, ella deslizó su lengua en su boca, ansiosamente buscando su calor.

Sus manos se deslizaron por debajo de su cintura para ahuecar sus nalgas. Él enganchó una pierna sobre su cadera, moliendo su necesidad dentro de ella. Lali gimió ante la exquisita sensación de él a través de sus finas bragas. Mientras se movía contra ella, quería sentir más de él, su piel desnuda en la de ella. Apartó sus labios momentáneamente lejos de los suyos.

—¿No estás quitándote ninguna otra cosa?

—Estaba esperando a que me desnudaras.

—Oh —murmuró. Afortunadamente, él ya se había quitado la corbata, así que no tenía que preocuparse por eso. Sus temblorosos dedos alcanzaron los botones de su camisa. Tanteó con el primero antes de deshacer el resto. Sacó su camisa abriéndola y amplió mucho los ojos ante el pecho esculpido. Sin cuestionarse a sí misma, recorrió con la mano el centro de su pecho, por encima de sus marcados abdominales, y abajo a la hebilla de su cinturón, causando que Peter aspirara el aliento y que los músculos de su estómago se apretaran. Disfrutando el efecto que hasta su más mínimo toque tenía sobre él, levantó la vista y sonrió—. Lindo pecho. Apuesto a que pasas horas en el gimnasio. —Antes de que pudiera responder, ella negó con la cabeza—. ¿Podría sonar más cliché?

Él se rio entre dientes.

—No, más como en la piscina. Fui campeón estatal de natación hace algún tiempo.

Hmm, apuesto a que luces lo suficientemente bien para comerte en un
Speedo3, pensó.

El pecho de Peter se sacudió con la risa, y se dio cuenta con horror que había metido la pata y dicho ese pensamiento en voz alta.

—Juega bien tus cartas, y podría usar uno para ti.

Deseosa de ver más de él, se apresuró a desabrochar la hebilla y tiró de la correa de las presillas. Después de que ella lo tiró al suelo, lo miró. Su caliente mirada ardió dentro de ella, y sintió un calor inundar sus mejillas e ir hacia abajo por su cuello. Levantó la mano para empujar la camisa de sus brazos. Esta se deslizó hasta el suelo.

Ahora lo único que quedaba a Peter eran sus pantalones, y para Lali eso era lo más intimidante, o al menos lo que había dentro. Una vez que le desabrochó la bragueta, sus dedos hurgaron en la cremallera. Cuando empujó hacia abajo, su mano rozó su erección. Se resistió contra su ropa interior, en espera de ser liberado para su contacto. Ella se inclinó contra él, presionando su cuerpo ruborizado sobre el suyo, mientras ella se acercaba a la parte trasera de su pretina para empujar sus pantalones sobre sus nalgas. Sus manos momentáneamente dejaron de acunar sus nalgas antes de agarrar el material. Deslizo hacia abajo su cuerpo de la misma manera que sus pantalones.

—¿No hay elogios para mi trasero? —cuestionó Peter, su voz mezclada con diversión.

Cuando llegó al piso, ella ladeó la cabeza hacia él.

—¿Muy bonito?

Él se echó a reír.

—Gracias.

Ahuecando la parte posterior de sus piernas, se abrió paso lentamente hacia arriba. Sus uñas arañaron sobre sus pantorrillas y muslos. Peter nunca quitó los ojos de los suyos. Una vez más, se encontró ahuecando sus nalgas mientras movía sus dedos a la pretina de su ropa interior. Justo cuando empezó a liberar su erección, él apartó la mano. Cuando ella miró a Peter con sorpresa, él negó con la cabeza.

—Va a ser todo sobre ti esta primera vez. —Entonces llevó sus labios a los de ella, hundiendo su lengua en su boca. Envolvió sus brazos alrededor de su cuello mientras él masajeaba su lengua con la suya.

Peter besó un caliente rastro de su boca a su oído mientras su mano se acercaba a ahuecar su corpiño.

—Tienes el más increíble par de tetas.

Una risita nerviosa escapó de sus labios.

—¿Qué? —preguntó.

—Hablas como un chico cachondo de fraternidad.

Él sonrió.

—¿Lo hago ahora? ¿Y exactamente cómo te gustaría que los llamara?

—¿Pechos tal vez?

Sus dedos hurgaron dentro del corpiño, ahuecando su carne tibia. Cuando su pulgar se movió hacia atrás y adelante a través de su pezón, ella jadeó. Él  sonrió ante su respuesta.

—Está bien, tiene los pechos más bellos. ¿Así está mejor?

Lali se arqueó en su mano.

—Mmm, mucho mejor —respondió, sin aliento.

—No puedo esperar para llevar mi boca a ellos.

Ella gimió cuando él llevó su otra mano al pecho descuidado y comenzó a amasar los dos. En una declaración que la sorprendió a sí misma, preguntó:

—¿Qué te lo impide?

—Hmm, este pedacito de tela. ¿Te importa si nos deshacemos de él?

Ella negó con la cabeza.

Peter llevó sus dedos al lazo de satén en el escote. Poco a poco, sin apartarlos ojos de los de ella, deslizó la cinta floja. Él le dio un ligero tirón antes de que el
camisón se abriera. Su mirada bajó a su pecho y se lamió sus labios. Lali sintió el calor aumentando entre sus piernas, y se removió en sus pies, presionando sus muslos juntos por el alivio.

Su cabeza cayó hacia atrás cuando su boca se cerró sobre su pezón. Él succionó profundamente antes de chasquear y hacer remolinos con su lengua alrededor. Su mano seguía acariciando su otro pecho mientras su lengua trabajaba el pezón en su boca haciéndolo una piedra endurecida. No pudo luchar contra el
grito de placer que escapó de sus labios. Sus dedos pasaron automáticamente a su cabello, tirando y agarrándose a los mechones cuando el placer se apoderó de ella.

Peter lamió un rastro húmedo sobre el otro pecho antes de reclamar el pezón. El dolor entre sus muslos creció, y ella supo que si la tocaba allí, encontraría que estaba empapada en necesidad por él.

Como si pudiera leer su mente, Peter deslizó una mano por su estómago. Sus dedos como plumas sobre el vientre burlonamente haciendo brincar sus caderas. Vaciló antes de finalmente sumergirlos entre sus piernas. Lali jadeó contra sus labios cuando sus dedos trabajaron contra su sensible carne a través  de la tela. Sus caderas se arquearon involuntariamente contra su mano, frotándose contra sus dedos.

—¿Creo que deberíamos deshacernos de esto también?

—Uh-huh —murmuró casi incoherentemente.

Él se rio entre dientes mientras sus dedos tiraban de la pretina, deslizando la ropa interior abajo sobre sus nalgas. Al igual que había hecho con él, su cuerpo
seguía a las bragas al suelo excepto que él besó y mordisqueó un sendero por los muslos y piernas. Ella sintió que de un momento a otro sus rodillas podrían torcerse y ceder. Afortunadamente, Peter se apoderó de la parte posterior de sus muslos para mantenerla estable mientras salía de sus bragas.

Arrodillándose ante ella, los dedos de Peter profundizaron entre sus piernas, en busca de su hinchado clítoris. En el momento en que él la acarició, gritó y se agarró a sus hombros apretándolos. Su pulgar continuó frotando mientras sus dedos se deslizaban entre sus húmedos pliegues. Ellos se arremolinaron contra sus estrechas paredes, trabajándola en un frenesí de deseo. Se mordió el labio para evitar que los gritos extáticos enterrados en su garganta escaparan. Pero se volvió inútil mientras él continuaba su asalto en su núcleo y la llevaba más y más a cerca de venirse. A medida que la ola de su primer orgasmo se estrellaba sobre ella, clavó las uñas en la espalda de Peter y empujó su pelvis con fuerza contra su mano. Peter se levantó del suelo. Mantuvo las manos firmemente en su cintura para estabilizarla mientras trataba de orientarse.

—Eres tan jodidamente caliente cuando te vienes —murmuró en su oído.

Ella se sonrojó ante sus palabras, su respiración todavía llegando en patrones irregulares. Suavemente, la empujó hacia la cama y luego la ayudó a acostarse sobre su espalda. Empujando sobre sus codos, se deslizó en el colchón.

Peter se cernía sobre ella, el deseo ardiente y brillante en sus ojos azules. Lali se estremeció bajo su mirada. Mientras su cuerpo cubría el de ella, empujó sus piernas separándolas. Luego besó un camino desde su cuello, bajando por el valle de sus pechos y sobre su vientre.

Cuando su cabeza se sumergió entre sus piernas, los ojos de Lali se cerraron en un pellizcado de éxtasis. A medida que sus dedos entraban de nuevo,su lengua se arremolinó alrededor de su clítoris, chupándolo dentro de su boca. Lali agarró en puños las sábanas con las dos manos.

—¡Oh Peter! —gritó. Inmediatamente, su manó voló a cubrir su boca.


Dios, ¿qué me está pasando? Nunca antes he gritado en la cama. Sus dedos mantuvieron un ritmo rápido, mientras seguía lamiendo y chupando su centro—. ¡Oh, sí! Sí, Peter... por favor —murmuró, girando las sábanas más apretadas entre sus manos. Sus caderas mantuvieron un ritmo maníaco mientras hundía sus dedos y lengua dentro y fuera de ella. Por último, la envió por encima del borde, y ella llegó a su clímax violentamente. Cuando comenzó a volver de nuevo en sí misma, se dio cuenta que una de sus manos habían abandonado la sábana y se había enredado en el cabello de Peter.

jueves, 29 de mayo de 2014

La Proposición: Capítulo 16


CAPÍTULO 16


Lali entró en el baño y se quedó sin aliento. Un rastro de entrelazados pétalos de rosas rojas y rosas guiaba el camino desde la sala de estar al dormitorio. En la mesita de café, una botella de champán fría en un enfriador plateado junto a dos copas de champán. Un cuenco rebosante de fresas bañadas en chocolate hizo que su estómago gruñera. Volvió la mirada y luego siguió los pétalos de rosa hacia el dormitorio donde filas de velas esperaban a ser encendidas y un paquete envuelto en color rosa se sentaba en la cama. Miró de nuevo a Peter que estaba quitándose la chaqueta de su traje.

—¿Hiciste todo esto por mí?

—Me gustaría tomar el crédito, pero el personal hizo toda las cosa de velas, frutas y flores —respondió, echando la llave sobre la mesa. Ante su continua expresión de desconcierto, él se rio entre dientes—. ¿Qué esperabas? ¿Una cama individual y un polvo rápido? Sé que esto es solo acerca de la procreación, pero dame un poco de crédito.

—No... pero no me imaginaba esto. —Ella sonrió tímidamente—. Pero si sirve de algo, gracias.

—De nada.

—¿Qué hay en la caja? —preguntó, señalando la cama.

—Algo para ti.

—¿Para mí?

Él asintió con la cabeza y le entregó el paquete.

—Antes de que lo abras, permíteme decir esto. Ya sabes que no tienes que hacer nada más que respirar para darme una furiosa erección…

—¡Peter!—protestó ella.

Él se rio de su indignación.

—De todos modos, soy una especie de hombre de lencería, así que pensé que podrías divertirme y usarlo.

Abrió la tapa de la caja. Después de sacar el papel de seda color rosa, sus ojos se enfocaron en el satén verde esmeralda. Sus dedos temblaban mientras metía la mano para sacar el camisón baby doll. El corpiño tenía intrincadas cuentas verdes y doradas y flores bordadas con un material tan puro y largo hasta sus muslos junto con un tanga a juego.

—¿Está bien?

—Es hermoso —murmuró. El pensamiento de él comprando solo para ella fue abrumador. ¿Lo hacía para todas sus conquistas, o ellas venían con su propia lencería confeccionada?—. Gracias.

El rostro de Peter se iluminó con una amplia sonrisa.

—No sé acerca de que sea hermoso. Se trata más de cómo eres tan jodidamente sexy cuando estás de verde. Al igual que el vestido verde de la fiesta de Navidad y el que estás usando esta noche. —Él tiernamente cepilló un mechón de su cabello castaño rojizo de su cara—. Ese color hace todo contigo, destacándote de tu cabello a tus ojos.

—Pero, ¿cómo supiste mi talla?

—Candela me ayudó con eso.

Lali puso los ojos.

—¿Por qué no me sorprende? Voy a tener que recordar darle las gracias por eso.

Peter se rio.

—Bueno, si te hace sentir mejor, ella juró que me cortaría las bolas si arruinaba esta noche para ti.

—¿No lo hizo? —chilló Lali

—Oh, sí, lo hizo.
—¡Entre Pablo y Candela, no puedo creer que aún quieras seguir con esto!

—Está bien. Trabajo bien bajo presión —bromeó Peter. Hizo un gesto con la cabeza al cuarto de baño—. Ahora pon tu cara de juego y cámbiate.

Lali soltó una risita.

—Está bien, entonces. —Ella se metió en el cuarto de baño y cerró la puerta, bloqueándola por si acaso. Bajó la cremallera de su vestido, y se amontonó en un susurro de gasa en el suelo. Después de intercambiar sus bragas por el tanga, se quitó el sujetador y se puso el camisón. No había botones o cremalleras, solo un lazo de raso para atar en el centro para mantenerlo en su lugar. Cuando terminó, se quedó mirando su reflejo en el espejo—. Oh —murmuró. De alguna manera ponerse el camisón le había transformado en una completa gatita sexual. Ella casi podía oír la voz de Candela zumbando en su oído: ¡Ve por él, nena!

Mientras su mano se cernía sobre el pomo de la puerta, tomó unas cuantas respiraciones tranquilizadoras antes de abrirla. Peter estaba de espaldas a ella cuando salió del cuarto de baño. El dormitorio brillaba a la luz de las velas y la
suave música sonaba desde un equipo de sonido en la esquina. Ella no podía creer que él estaba yendo por todo este problema. En su mente, lo había imaginado conduciéndola por las escaleras como el Lobo Feroz y devorándola antes de que pudiera cerrar la puerta.

Se puso de pie torpemente en el centro de la sala esperando para que él la notara. Cambió de pie, frotándose los brazos desnudos. Finalmente, se aclaró la garganta. Cuando Peter se dio la vuelta, sus ojos se abrieron.

—Santa mierda, La.

Tímidamente tiró el dobladillo del baby doll, tratando de cubrirse un poco más.

—¿Cómo me veo? —preguntó, mientras se giraba lentamente alrededor para su aprobación.

Él cerró el espacio entre ellos en dos zancadas. Envolviendo sus brazos alrededor de su cintura, la atrajo contra él. Su aliento jugó sobre su mejilla mientras le susurraba:
—Sexy como el infierno.


CONTINUARÁ ···> Viernes, 30/05

La Proposición: Capítulo 15


CAPÍTULO 15


Lali se quedó mirando su teléfono por millonésima vez.

—¡Mierda, mierda, mierda! —Estaba ahora quince minutos tarde, y su mensaje de texto original a Peter no había recibido respuesta. Temía que se fuera a molestar y simplemente irse. Después de todo, él no tenía que esperar a las mujeres, generalmente estaban deseosas y dispuestas ante su más leve orden. Su teléfono vibró mientras su auto se acercaba al puesto de aparcacoches. Hurgando dentro de su bolso, lo sacó. Una mirada al mensaje y su corazón se detuvo y después reinició:

Asegúrate como el infierno de estar aquí. Rápido. No me conformaré con una ducha fría esta noche.

—¿Señora? —preguntó el valet.

Con sus pensamientos consumidos por Peter, ni siquiera se había dado cuenta de que la puerta de su auto había sido abierta y que un hombre joven la veía ahora expectante.

—Oh, lo siento.

Tomó el boleto de él y se apresuró a entrar en el hotel. Su mirada barrió sobre la masa de rostros extraños en el vestíbulo. Cuando no vio a Peter, estiró su cuello, buscando a través de la abarrotada habitación. Finalmente, sus ojos encontraron los de él, y le dio una vacilante sonrisa. Él caminó resueltamente hacia ella. Ante su frustrada expresión, ella levantó las manos.

—Oh, Peter, estoy muy, muy apenada por llegar tarde. El tráfico fue una pesadilla y…

Él la hizo callar una vez más aplastando sus labios en los de ella. Mantuvo este beso mucho más casto que la noche en el estacionamiento debido a que estaban en medio del pululante vestíbulo del hotel. Cuando se apartó, Lali palmeó su brazo.

—¡Realmente tienes que dejar de hacer eso! —protestó ella.

—¿Besarte?

—No, interrumpirme.

—Lo siento, pero no pude evitarlo. Eres como una jodida visión esta noche.

Ella abrió los ojos y sonrió.
—Está bien, entonces, estás perdonado.

Peter sonrió.

—Me alegra oír eso. ¿Tienes hambre?

—Un poco —mintió. La sola idea de comer le daba ganas de vomitar. Susnervios todavía seguían demasiado fuera de control.

—Vamos. —Descansó su palma contra la parte baja de su espalda y la guió hacia el restaurante del hotel. Un mesero en esmoquin les dio una mesa con una hermosa vista de la puesta de sol sobre la ciudad. Tomó sus pedidos de bebida y luego se retiró.

Cuando alcanzó el menú, sus dedos rozaron los de Peter. Él levantó la mirada y le dio su distintiva sonrisa sexy de cae-muerta. Una mezcla de ardiente anhelo junto con paralizante ansiedad pulsó a través de ella, y desvió la mirada
hacia el menú. Respira, La. Puedes hacer esto.

—¿Qué se te antoja? —le preguntó él, rompiendo el silencio.

—Oh, no lo sé —murmuró, manteniendo sus ojos firmemente en el menú.

La comida era el pensamiento más alejado de su mente. Todo en lo que podía pensar era en lo que iba a suceder después de la cena. ¿Cómo se sentirá finalmente intimar con alguien más de nuevo? Por encima de todo, le preocupaba que no pudiera cumplir con las expectativas que él se había fijado para ella. Lali nunca estuvo más agradecida que cuando el mesero regresó con su margarita. La empinó y tomó un largo, ardiente trago, succionando la mitad de la copa. Se estremeció cuando el alcohol golpeó su estómago. Para cuando el mesero tomó su orden de comida, ya había engullido la abrasadora y pesada copa de tequila y ordenado otra.

—Creo que hacen una deliciosa margarita aquí, ¿eh? —preguntó Peter con una tensa sonrisa.

Ella meneó la cabeza con entusiasmo.

—Totalmente.

Mientras Peter se lanzaba a una conversación detallando su ascenso a Vicepresidente de Marketing y cómo estaba ansioso por todos los viajes, Lali trabajó en drenar su segunda margarita. Apenas procesó sus divagaciones sobre trabajar en el país y el extranjero por negocios. En su lugar, se enfocó en sorber con valor el líquido a través de la pequeña pajilla. Sin perder un segundo, llamó al mesero por una más. Peter se cortó a mitad de la frase y arqueó sus rubias cejas.

—¿Estás tratando de emborracharte hasta las cejas para así poder soportar tener sexo conmigo?

—¡No, no, no es eso en absoluto! —chilló.

Él se inclinó sobre la mesa.

—Apenas bebiste la mitad de tu margarita la semana pasada. Ahora las estás drenando como una recién salida de rehabilitación.

Lali respiró hondo, decidiendo que era mejor ser honesta con él.

—Es solo que… estoy nerviosa, eso es todo.

—¿Sobre nosotros durmiendo juntos?

Lali asintió. Las cejas de Peter se alzaron.

—¿Tienes miedo de que vaya a lastimarte o hacerte hacer algo que no quieras?

—No, no es nada de eso.

—Entonces, ¿qué es? —exigió él.

—Tengo miedo de ser una decepción.

Su boca se abrió con incredulidad.

—¿Cómo puede ser posible que pienses eso?

Ella se encogió de hombros.

—Porque tú has estado con muchas mujeres… yo no tengo la experiencia. Solo he estado con un hombre, y fuera de él, no sé lo que quieren los hombres.

—En primer lugar, a pesar de lo que dicen los rumores mi número es relativamente bajo, Lali. No es que me haya follado a la mitad de la ciudad, o que sea Gene Simmons de Kiss . Y en segundo lugar, el sexo es básicamente el mismo argumento, no importa con quien estés. Diferentes personas aportan diferentes gustos y deseos a la mesa.

Ella jugó con la pajilla de su bebida.

—Supongo que temo que una vez que hayas estado conmigo, no querrás seguir adelante con nuestro contrato.

—¿Como si fuera a estar tan poco excitado por la experiencia que nunca querré dormir contigo otra vez?

—Sí —murmuró. Cuando Peter echó la cabeza hacia atrás y soltó una carcajada, su labio tembló ligeramente—. No es gracioso.

Su diversión se desvaneció rápidamente.

—Oh La, lo siento si herí tus sentimientos. Es solo que no me podríaimaginar que en realidad creerías algo como eso.

—Bueno, lo hice. —Suspiró—. Lo hago.

Él levantó su dedo índice.

—Permíteme dejar esto muy claro. No hay ninguna manera en el infierno en la que podrías siquiera decepcionarme en donde no te desearía. —Se acercó a ella, su aliento de fuego quemó la sensible piel del lóbulo de su oreja—. Me pongo duro con solo mirarte.

Las mejillas de Lali se ruborizaron ante sus palabras.

—¡No puedo creer que acabes de decir eso!

Peter sonrió.

—Es la verdad. El momento en que te vi esta noche quise arrastrarte arriba.

—Tomando su mano, la metió bajo el mantel y la llevó a su regazo—. ¿Ves lo que me haces?

La boca de Lali se secó por sus palabras, y por el hecho de que ya estaba a media asta justo como Candela había querido. Corrió su lengua por sus labios. El modo en que él la veía hizo que su cuerpo cosquilleara de la cabeza a los pies, especialmente entre sus piernas. Dios, era tan sexy, un poco demasiado sexy para su gusto. Si era capaz de ponerla tan caliente y alterada solamente con estar sentado a la mesa, no podía imaginar cómo sería en la cama con él. En ese momento, su anticipación ganó por sobre sus nervios.

—Creo que estoy lista para subir si tú lo estás.

Las cejas de Peter se alzaron por la sorpresa.

—¿Incluso sin cenar?

Ella inclinó la cabeza.

—Déjame adivinar. ¿Tienes miedo de perder el valor? —preguntó.

Con la ridícula cantidad de alcohol bombeando a través de su sistema, le dio una sonrisa seductora.

—No, solo estoy lista para que me folles. —En el momento que las palabras escaparon de sus labios, jadeó y agachó la cabeza—. Oh, Dios mío, ¿de verdad acabo de decir eso?

—Sigue hablando sucio, y no seré capaz de subir las escaleras sin dar a conocer mi estado a toda la habitación. —Rápidamente él le hizo una seña al mesero por la cuenta.

Una vez que hubo pagado, Lali salió disparada de su silla, enviando a la habitación a dar vueltas a su alrededor.

—Oh, mierda, estoy mareada.

Peter agarró sus hombros para sostenerla.
—¿Serás capaz de caminar?

—Creo que sí. Pero tanto como si pueda o no, el beber de nuevo es discutible.

Él se rió entre dientes mientras envolvía su brazo alrededor de su cintura y la conducía fuera del restaurante. Emma apoyó su cabeza contra su pecho, disfrutando el olor amaderado de su colonia. Cuando se dirigió a los ascensores, ella levantó la mirada hacia él y preguntó:

—¿No necesitamos registrarnos?

Sacó la llave de la habitación del bolsillo de su chaqueta y la agitó ante ella.

—Todo arreglado.

—No eres solo tú el hombre con el plan —respondió ella, y luego se rio como si fuera la cosa más divertida que jamás había dicho. Cuando Peter la miró con diversión, ella negó con la cabeza—. En serio, nunca, jamás, beberé de nuevo.

—Nah, eres muy linda cuando estás achispada —dijo, presionando el botón del ascensor.

Las puertas se abrieron y ellos entraron. La sacudida ascendente del carro hizo que las piernas de Emma se sintieran de goma, y se aferró a Peter más apretadamente. El ascensor sonó cuando llegaron a su piso.

—Después de ti —insistió Peter cuando las puertas se abrieron.

—Gracias. —Pero cuando salió, se volvió a la derecha y luego a la izquierda, sin saber qué camino tomar.

—Por este lado —instruyó Peter, tomándola del brazo.

Cuando llegaron a su habitación, la mirada de Lali atrapó la placa de bronce en la puerta, y se agarró la manga del traje de Peter.

—¿Qué estamos haciendo aquí? Esta es una suite nupcial.

—Sí, me di cuenta cuando la reservé. Me dijeron que resulta ser una de las más bonitas que tienen. —Sonrió—. Además, pensé que podrías estar más cómoda haciendo lo que íbamos a hacer si parecía como si estuviéramos casados.

Ella parpadeó con incredulidad.

—Eso es tan dulce. Has pensado en todo, ¿no es así?

—Lo que sea para que te sientas más cómoda.

Su corazón se agitó ante sus palabras.

—Gracias.

Peter abrió la puerta.


—Después de ti.



CONTINUARÁ ···> Jueves, 29/05 a las 12pm, hora Española.

martes, 27 de mayo de 2014

La Proposición: Capítulo 14

CAPÍTULO 14


Al sonido del timbre de la puerta, Lali se puso una bata y corrió por el pasillo para dejar entrar Candela. Apenas había abierto la puerta cuando Candela preguntó:

—¿Cómo lo llevas?

Lali gimió.

—Se supone que me encontraré con Peter en una hora, y siento como que voy a vomitar en cualquier momento. ¡Podría necesitar un aspirina para pasar la noche!

—Me imaginaba cuanto —respondió Candela mientras entraba en el vestíbulo—No temas. Estoy aquí ahora para tranquilizarte y asegurarme de que luces fabulosa.

Lali le dio un rápido abrazo.

—No sabes lo mucho que esto significa para mí.

—Ni lo menciones. —Palmeó la espalda de Lali—. Además, tú has tenido que lidiar con un montón de mis relaciones de mierda a través de los años. ¡Imaginé que te lo debía!

Caminaron por el pasillo y dentro de la habitación de Lali.

—Entonces, ¿qué llevarás puesto? —preguntó Casey.

Lali hizo una seña hacia un modesto vestido negro colgado en la puerta del armario. 

Candela negó con la cabeza.

—¡No, no, no! ¡Ese es demasiado sencillo para algo como lo de esta noche!

—Honestamente, Cande, él sabe que soy una cosa segura. ¿Por qué importa lo que tenga puesto? ¡No es como si fuera a usarlo mucho tiempo!

Candela puso los ojos en blanco.
—No seas tonta, La. Los hombres son tan visuales. Tienes que tenerlo deseando arrancarte la ropa y anhelarte en el momento en que te vea.

—Pero vamos a cenar primero —protestó Lali mientras Candela entraba en el armario y encendía la luz.

—Bien, ¡permítele estar hasta media asta todo el tiempo y esperando comerte de postre!

—En serio no puedo creer que pensaras eso, ¡mucho menos decirlo!

Candela dio un bufido despectivo.

—Bueno, una de nosotras tiene que pensar en esas cosas.

Lali la ignoró y volvió al baño para comenzar con su maquillaje. Deslizaba rubor color rosa sobre sus mejillas marfil cuando Candela finalmente entró por la puerta.

—¡Oooh, éste! —Extendió un corto y sin tirantes, vestido de raso esmeralda.

Las paredes color lila del baño de repente comenzaron a acercarse a Lali.
Negó con violencia hacia Candela.

—No, no puedo usar ese.

—¿Por qué no? Es sexy, pero no vulgar, y es su color favorito en ti. Además, ¡mostrará ese fabuloso par de tetas que tienes!

Un lento y emocional fuego irradió a través de su pecho, y por un momento, estuvo tan abrumada que no podía hablar. Cuando finalmente lo hizo, su voz estaba tensa por la emoción.

—Ese es el vestido que usé en mi fiesta de compromiso con Agustín.

La expresión radiante de Candela vaciló momentáneamente, pero entonces rápidamente la enmascaró con una sonrisa.

—Totalmente deberías usarlo de nuevo. Esa fue una noche feliz, y esta noche es una noche feliz porque comienza un nuevo capítulo de tu vida, en el que te convertirás en una mamá.

Lali se quedó mirando el vestido por un momento. Una imagen clara de su madre cortó a través de su mente, apretando su corazón, y sonriendo ampliamente. La voz de su madre resonó en su mente igual que como lo hizo en la tienda. ¡Oh Lali, cariño, eso vestido es para morirse! Dejarás a Agustín sin aliento. Cerró sus ojos, tratando de saborear el recuerdo y de mantener sus emociones bajo control. Cuando estuvo segura de que no lloraría, abrió los ojos y le sonrió a Candela.

—Tienes razón. Necesita más puestas y algunos recuerdos más en él.

—¡Ese es el espíritu! —Envolviendo sus brazos alrededor de Lali, Candela la apretó con fuerza—. Maldita sea, estoy orgullosa de llamarte mi mejor amiga. Eres tan fuerte y resistente con todo lo que has pasado, y entonces decides tener un bebé por tu cuenta así. ¡Eres mi propia pequeña Magnolia de Acero!

Lali sonrió.

—Quién diría que se necesitaría sexo casual para ponerte tan sentimental.

—Solo estoy tan feliz por ti, y de que voy a llegar a ser una tía.

—Madrina, ¿recuerdas?

Candela frunció su nariz.

—No sé si quiero toda la responsabilidad moral y ética que viene con ser una madrina. Soy más la tía traviesa que los induce a ver una película clasificación C y les compra bebidas alcohólicas cuando son menores de edad.

Lali se rio.

—Vamos a tener que trabajar en esa mentalidad, ¡especialmente antes de que seas mamá!

—Muérdete la lengua con eso, señorita. Tenemos que lograr que Vico pase su residencia antes de que siquiera pensemos en niños.
Lali volvió a trabajar en su maquillaje, mientras que Cande comenzabacon su cabello.

—¿Qué piensas? ¿Un moño suelto?

—No, a Peter le gusta mi cabello suelto y ondulado —respondió Emma.

—Ah, ahí está mi chica pensando en lo que Peter quiere. ¡Lo tendrás comiendo de la palma de tu mano en cuestión de segundos!

Lali rodó los ojos.

—¿Por qué me siento como Scarlett O'Hara en Lo que el Viento se Llevó cuando se lamenta de por qué las mujeres tienen que actuar de manera tonta  para atrapar a un esposo?

—Bueno, técnicamente tú no estás haciendo todo esto por un esposo, solo quieres que Peter salte en una erección… o dos.

El cuerpo de Lali se sacudió con la risa, enviando su delineador en un arco hacia su sien.

—Cande, maldita sea, ¡mira lo que me hiciste hacer! —dijo cuando finalmente recuperó el aliento.

—¿Yo? Yo no hice otra cosa más que declarar hechos.

Después de limpiarse el delineador corrido, Lali movió rápidamente su muñeca y miró su reloj.


—¡Mierda! ¡Tenemos que darnos prisa o voy a llegar tarde!