lunes, 9 de marzo de 2015

La Proposición: Capítulo 80

Otros aplausos salieron a través de la multitud cuando Lali se levantó de su asiento. Mientras subía al escenario, Peter se inclinó hacia adelante en su silla.
Él realmente no podía esperar para ver su presentación. La mano temblorosa de Lali tomó el micrófono del soporte. Se aclaró la garganta un par de veces antes de hablar.

—Creo que todos ustedes saben que no he cantado profesionalmente en dos años, así que tienen que creerme cuando digo que solo el amor puro y verdadero pudo subirme a este escenario. Es el amor que siento por Dave, que con los años ha sido como un hermano para mí, y es el amor entre él y su dulce y hermosa prometida, que me hace capaz de cantar esta canción. —Su mirada fue de Dave y a Laura que ya estaban envueltos en los brazos del otro, esperando expectantes a que cantara—. Esto es para ustedes.

El arco de un violín, junto con dos guitarras resonó en el lugar. Peter vio el nerviosismo de Lali desvanecerse en el momento en el que escuchó esos acordes familiares. La sala llena de gente se desvaneció, y para Peter, se convirtió en solo ellos dos. Con los ojos cerrados, dejó que su voz aterciopelada lo inundara. No le importaba si la letra era sobre un vaquero que se llevaba a una mujer lejos de la gran ciudad hasta los espacios abiertos del país. Él solo se centró en el inmenso orgullo que sentía al escuchar su actuación. Cuando terminó, los aplausos y los gritos rugieron a través de la habitación, tan fuerte que punzaban en los oídos de Peter. Lali se ruborizó de un rojo profundo, pero tenía una sonrisa brillante en la cara. Ella hizo una pequeña reverencia.

—Gracias —murmuró.

—¡Ahora canta Sweet Dreams, Lalita Lou! —gritó Félix. Lali sacudió la cabeza con furia mientras ponía el micrófono en el soporte.

—No, abuelito, he cantado lo suficiente por una noche.

Félix pisoteó fuertemente el suelo de aserrín.

—¡Mariana Espósito, tu abuelo quiere escuchar algo de Patsy Cline , así que canta Sweet Dreams !

Peter no pudo evitar reírse por el enfrentamiento entre Emma y su abuelo.

—Oh, oh. La, te está llamando por tu nombre completo. Será mejor que hagas lo que dice el hombre —dijo.

Ella le lanzó una mirada asesina antes de volverse hacia sus primos.

—Asumo que ustedes recuerdan Sweet Dreams.

Dave, quien ya había subido al escenario, levantó las manos.
—Oh no, esto es en a capela, primita.

Apuntándolos con el dedo, Lali dijo:

—¡Solo quiero que sepan que voy a hacerles daño a todos y cada uno de ustedes por esto!

Los chicos se rieron de buena manera mientras bajaban del escenario. Lali se volteó hacia la multitud y señaló con el dedo a Peter.

—Eso va para ti también.

Sonrió.

—Con mucho gusto tomaré lo que quieras hacerme. Ahora haz feliz a tu abuelo y canta.

Cuando Peter miró a Félix, asintió con la cabeza y sonrió hacia él. Tal vez realmente estaba desubicado… o por lo menos su polla lo estaba. Se recostó en su silla y centró su atención en Lali.

En el momento en que Lali comenzó a cantar la vieja canción country, un silencio se apoderó del lugar. Si ella estuvo bien con Cowboy Take Me Away,
ella estaba bateando esto fuera del parque como un gran Slam. Cerrando sus ojos, cantó la letra con tanto sentimiento y emoción que Peter se dio cuenta de las lágrimas de los ojos de varias personas.

El disfrute de Peter comenzó a desvanecerse cuando Lali llegó al segundo verso. Un inquietante adolorido calor entró en su voz mientras cantaba la canción de Patsy sobre nunca usar el anillo de su amado mientras él no correspondiera su amor. Su pecho se apretó de lo mucho que la canción se relacionaba con él y Lali. Se preguntó si ella había tenido dulces sueños sobre una vida con él, una que podría nunca hacerse realidad. Los estruendosos aplausos lo sacaron de sus pensamientos, Lali había terminado de cantar y ahora la multitud estaba de pie aplaudiéndole. Ella se sonrojó y sonrió.

—Gracias —murmuró en el micrófono.

Dave y sus otros primos se unieron a Lali de vuelta en el escenario. Cada uno la abrazó y la besó antes de recoger sus instrumentos. Empezaron a tocar una canción mientras ella se acercaba a él.

—¿Qué te ha parecido? —preguntó sin aliento.

—Absolutamente increíble.

Lali sonrió ante sus elogios.

—¿En serio?

El asintió con la cabeza.

—Fuiste impresionante cuando le cantaste a Mason, pero joder… fuiste tan buena como una American Idol.

Ella se rio y lo besó en la mejilla.

—Gracias. —Después de ver a las parejas en la pista de baile, se volteó hacia él con una mirada suplicante—. ¿Quieres bailar de nuevo?

Él gimió.

—Si tenemos que hacerlo.

○○○
Eran más de las once en el momento en que el último invitado se fue. Gratamente agotado, Peter se arrastró por la ladera hasta la casa. Después de agarrar sus maletas del auto, se unió a Lali mientras seguían a Félix y a Virginia.

—Ahora, Peter, vas a dormir aquí —dijo Virginia, señalando un dormitorio.

Dejó caer su maleta en la puerta. No le llevó mucho tiempo para darse cuenta
de que su dormitorio estaba al lado del de Félix y Virginia. Era una forma de mantenerlo en control. Él le devolvió la sonrisa.

—Parece acogedor. Gracias.

—Lali, tú vas a dormir en el antiguo cuarto de tu madre. —Entonces Félix miró fijamente a Peter—. Justo por el pasillo de nosotros.

Peter cambió una risa por tos. Era absurdo que él y Lali que estaban en sus treintas, fueran tratados como adolescentes.

—Entonces ahora supongo que debería decir buenas noches —dijo. Envolviendo sus manos alrededor de la cintura de Lali, la atrajo hacia él—. Dulces sueños, Lali.

Y aunque él sabía que a Félix no le gustaría, le dio a Lali un beso en los  labios. Ella le sonrió antes de decir buenas noches a sus abuelos. Con un saludo final, continuó por el pasillo. De mala gana, entró a su cuarto y cerró la puerta.


domingo, 8 de marzo de 2015

La Proposición: Capítulo 79

Peter se dio la vuelta para ver a la chica, una muy hermosa, pero que parecía adolescente, sonriéndole.

—Eh, no lo creo.

Sus labios color rubí se fruncieron en un mohín.

—¿Por qué no?

—Primero que nada, estoy aquí con Lali, y segundo, creo que soy un poco viejo para ti.

—Tengo diecinueve. Además, Lali es mi prima, a ella no le importará.

Peter luchó contra el impulso de decir: “¡Por supuesto que le importara!” Incluso embarazada, Lali tenía suficiente fuerza para golpear a Maria hasta el próximo martes por coquetear con él. Con un suspiro de exasperación, levantó sus manos.

—Mira, es muy amable de tu parte preguntar, pero en verdad, tengo que decir que no.

Lali escogió ese momento para volver con la bebé. Los examinó a los dos antes de hablar.

—¿Qué está pasando?

—Yo quería bailar con Peter, pero él no quiere —admitió Maria.

Peter apretó los dientes.

—Y yo claramente le expliqué que estaba aquí contigo.

—Un poco de baile no hará daño —dijo Lali, luego volteo la cabeza hacia él, dándole una sonrisa asquerosamente dulce—. No me importa, si a ti no te importa.

Oh no, ella simplemente lo había vendido a su prima cachonda. Él sabía que ella debía tener algún motivo para hacer esto. Era una manera de clavarle las uñas por no hacerlos una pareja oficial, para demostrar que él estaba más que disponible o algo así. Era eso o simplemente estaba siendo muy paranoico sobre sus motivos.

—Bien —murmuró, al mismo tiempo que Maria lo jalaba de la mano y lo arrastraba a la pista de baile. Por suerte, era una canción movida, por lo que no se vería obligado a acercarse mucho a ella. Él no tenía idea de cómo bailar esa clase de música, y por la mirada divertida que irradiaba el rostro de Lali, sabía que estaba haciendo el ridículo. Peter iba a tener su revancha por esto así fuera lo último que hiciera. Cuando terminó el baile, él forzó una sonrisa.

—Gracias, Maria.

—Cuando quieras, guapo —respondió, dándole una nalgada. Ella le dio un guiño antes de irse con su pandilla de chicas en la esquina.

—¿Qué diablos? —murmuró en voz baja.

—¿Preparado para otro baile, semental? —preguntó Lali.

—Considerando que tu prima acaba de golpear mi trasero, no estoy realmente seguro de ello.

Lali se rio.

—Oh, ¿por favor? Quiero bailar con mi hombre.

La música cambio de movida a una balada dulce. Peter a regañadientes dejó que Lali envolviera sus brazos alrededor de él.

—Lo siento si te molestaste —dijo, mirándolo.

Peter soltó un bufido.`

—Lo que sea. Simplemente no puedo creer que me hayas emparejado de esa manera con ella. Pensé que habría una pelea de gatas cuando nos viste hablando.

Lali rodó los ojos.

—No soy tan celosa.

—¿En serio?

Ella sonrió.

—Además, cuando estaba cambiando a la beba, escuché a algunas chicas diciendo que habían apostado con Maria que ella no tendría las pelotas para bailar contigo. Pensé que debía dejarla ganar a lo grande. Peter echó la cabeza hacia atrás y soltó una risita.

—No puedo creer que hayan hecho eso.

—Eres un hombre mayor bien parecido, ¿por qué no lo harían? —Ella envolvió sus brazos alrededor de él con más fuerza—. Antes, incluso hasta yo
podría haber puesto dinero para bailar contigo. Sus labios acariciaron su cuello.

—Nena, soy tuyo gratis en cualquier momento y en cualquier lugar.

—Uhm, tomaré en serio esas palabras —respondió.

Después de bailar otra canción lenta, regresaron a sus asientos ya que la banda se tomaría un descanso. El cantante, que Lali había presentado como Dave, tomó el micrófono.

—Solo quiero tomar un segundo mientras mis amigos y familia están aquí para hacer un gran anuncio. Ayer, le pedí a Laura, el amor de mi vida, que se casara conmigo, ¡y dijo que sí! —dijo Dave.

Mientras la multitud estallaba en aplausos y silbidos, Peter sintió a Lali tensarse a su lado. Aunque ella tenía una radiante sonrisa en su cara, él podía decir que el compromiso de su primo la molestaba. No tardó mucho en entender por qué. Él sabía que a pesar de que ella estaba encantada por el bebé, todavía quería lo que Laura tenía, amor, compromiso y un brillante diamante en su dedo. Peter se preguntó si él era el hombre que podía darle eso a Emma o si solo estaba perdiendo el tiempo pensando que podía.

—Ahora, me gustaría tomar un descanso durante unos minutos y bailar con mi hermosa prometida. —Su mirada buscó entre la multitud hasta que dio con
su mesa—. La, ¿Harías los honores?

Si Lali se había tensado antes, ahora estaba completamente rígida ante la perspectiva de cantar.
—¡No, no, no! No he cantado en mucho tiempo.

—Eso no es cierto. Tú nos sorprendiste a Mason y a mí con tus dotes vocales hace unos meses —argumentó Peter.

Lali le lanzó una mirada asesina.

—¡Creo que hay demasiada diferencia en cantarle a un bebé para que duerma en la intimidad de mi propio cuarto, que cantar en un lugar lleno de gente!—siseó entre dientes. Luego sacudió la cabeza hacia Dave—. Realmente no podría.
 Una rubia alta y de piernas largas llegó corriendo detrás de ellos. No pasó mucho tiempo para que Peter se diera cuenta de que era Laura.

—¡Oh, por favor, Lali canta Cowboy Take Me Away! Cantabas eso la noche en que Dave y yo nos conocimos.

Peter acercó sus labios al oído de Lali.

—Adelante. Sabes que podrías dejarlos boquiabiertos hasta cuando cantas en la ducha.

Ella se volteó para mirarlo, su boca formaba una perfecta “o” por la sorpresa.

—¿En verdad?

El asintió con la cabeza.

—Está bien, está bien. Lo haré.

martes, 21 de octubre de 2014

La Proposición: Capítulo 78

Después de colocar casi todos los postres, Peter comenzó a volver a la mesa con dos platos llenos hasta el borde. Cuando llegó allí, Lali sostenía en sus brazos a una pequeña bebé mientras estaba charlando con una joven pareja.

—Oh, Peter, estos son mis primos Julieta y Marcos. —Ella echó un vistazo al bebé en sus brazos y una amplia sonrisa se extendió en su rostro—. Y esta es mi tocaya, Mariana, Lali.

—Estás bromeando.

Julieta sonrió.

—Bueno, Mariana era el nombre de nuestra bisabuela, pero no podía imaginar a una persona más dulce después de La, para nombrar a mi bebé.

—Ni yo —respondió Peter, guiñándole un ojo a Lali.

—Vamos, cariño, es mejor ir a buscar un plato antes de que toda la comida se haya acabado —sugirió Marcos.

Cuando Julieta se acercó por la bebé, Lali negó con la cabeza.

—Puedo cuidarla mientras ustedes comen.

—¿En serio?

—Por supuesto. Será una buena práctica.

Marcos se rio entre dientes.

—Guau, no creo que hayamos tenido una comida sin la bebé en las seis semanas desde que nació.

—Gracias, La —contestó Julieta.

Peter llegó al lado de Lali cuando Marcos y Julieta se alejaron. Su apetito parecía haberse evaporado con la presencia de la bebé. Así que empezó a comer los postres de su plato al mismo tiempo que Lali arrullaba a la bebé.

—¿No es hermosa? —preguntó.

Peter recorrió sus ojos sobre la pequeña envuelta en rosa de pies a cabeza.

—Es casi tan hermosa como su tocaya.

Lali se echó a reír.

—¿No eres tú el encantador?

Cuando él se sobrecargó con el azúcar, apartó el plato. Lali se inclinó, sosteniendo a la bebé junto a él.

—¿Quieres sostenerla un momento?

—¿Para que puedas comer?

—No, yo solo pensé que te gustaría estar cerca de una bebecita al menos una vez. Solo tienes sobrinos más jóvenes.

Peter miró con cautela a Mariana, la beba. Ella era tan pequeña y frágil en comparación con el grueso vaso de cerveza. Tenía miedo de que la pudiera romper de alguna manera.

—En serio, La, yo no sé nada acerca de las niñas.

—Y tenemos la misma probabilidad de poder tener una niña. —Entonces le entregó a la beba. A regañadientes, la acomodó en el hueco de su brazo. Sus ojos se abrieron, y ella lo miró a los ojos. Su rostro comenzó a arrugarse, y parecía que de un momento a otro iba a gritar.

—¡Mierda! ¡La he molestado! —gimió Peter.

Lali se echó a reír.

—No, no lo has hecho. Solo mécela un poco y ponle su chupete.

Peter buscó a tientas en el babero donde se conectaba con el chupete. Cuando la beba abrió la boca para gritar, él se lo metió. Inmediatamente, ella empezó a chuparlo y se calmó. Él balanceó sus brazos de un lado al otro, y en pocos minutos, sus ojos se volvieron pesados. Cuando estuvo dormida, Peter miró a Lali. No podía luchar contra la sonrisa de orgullo que se extendió en su rostro.

—Eres innato —respondió Lali.

—Yo no sé nada acerca de eso.

Marcos y Julieta volvieron a la mesa con su comida.

—Me alegro por ti, amigo. Ya sabes, preparándote para el futuro —dijo Marcos, señalando a la beba en los brazos de Peter —. Yo casi no había estado cerca de un niño antes de tener al mío.

—Bueno, tengo la suerte de tener un montón de sobrinas y sobrinos. —Movió a la beba en sus brazos—. Y por ellos, sé tanto sobre pañales sucios que estoy muy seguro de que el de ella está empapado.

Marcos se quejó.

—Fabuloso.

Lali se levantó de su silla.

—No, no. Iré a cambiarla. — Peter le dio felizmente a la bebé antes de mirar hacia abajo para ver si también estaba mojado. Julieta le entregó a Lali el bolso de pañales con una sonrisa.

—Eres la mejor, prima.

—No hay problema.

Mientras Peter veía a Lali irse, una penetrante sonrisa resonó en su oído.


—Oye, guapo, soy Maria ¿Quieres bailar?

lunes, 20 de octubre de 2014

La Proposición: Capítulo 77

Cuando ella se tensó un poco, sabía que había dicho algo incorrecto. Sus palabras tenían una connotación diferente a la que él pretendía. Rápidamente, se intentó recuperar.

—Quiero decir, cómo no vas a amar a un tonto pervertido que siempre está buscando una insinuación sexual ¿no?

—Exactamente —respondió ella, con una sonrisa.

Peter no podía evitar que mandíbula cayera cuando llegaron al establo. El aspecto rústico exterior era bastante engañoso cuando se trataba de la parte interior. Todos los establos habían sido quitados para dejar una habitación gigante. Había diez o veinte mesas redondas acomodadas con sillas plegables. En el centro de la habitación, un pequeño escenario de madera se levantaba del suelo, donde varios chicos afinaban sus instrumentos.

—Bastante bien, ¿eh? —preguntó Lali.

—No tenía idea de que ustedes lo tomaran tan seriamente.

—Sí. Incluso también hay una pequeña cocina en la parte trasera —Ella se rio de lo que él suponía eran sus expresiones de desconcierto—. Con la extensa gran familia que tengo, necesitábamos un lugar donde todos pudiéramos estar juntos.

—Jesús, yo no creo siquiera conocer a tanta gente, y mucho menos estar emparentado con ellos —reflexionó, mientras lo conducía hacia la mesa de la comida.

—Confía en mí, para el final de la noche, te van a considerar de la familia. Me gusta pensar que nosotros somos como la familia en Mi Gran Boda Griega, excepto que somos del sur.

Peter no estaba seguro de si eso era realmente una cosa tan mala. Todo el mundo había sido tan acogedor y amable con él, incluso siendo técnicamente el imbécil que había embarazado a Lali y no se casó con ella. Después de llenar los platos repletos de barbacoa con deliciosas salsas, Lali lo llevó a una mesa vacía. Cuando él mordió su sándwich, gimió.

—Oh. Mi. Dios. ¡Esto es delicioso!

Lali sonrió.

—La salsa es una receta propia de abuelita.

—¿En serio? Ella realmente podría embotellarla y venderla. Es diez veces mejor que la mayoría de lo que hay en los sitios de barbacoa en Atlanta.

—Vas a tener que decírselo. Le alegrarías su día.

—Estaré feliz de decirle.
Un anciano arrastrando los pies se acercó a la mesa.

—¿Está ocupado este asiento, La?

—No, tío Salva. Lo estábamos apartando solo para ti y tía Ella.

Salva sonrió a Lali antes de darle un abrazo. Peter no podía dejar de deleitarse con el efecto que parecía tener con todo el mundo aquí. Ella siempre era encantadora con todos en Atlanta, pero había algo casi angelical de ella aquí. Más personas se congregaron en el interior del granero, y la banda comenzó a tocar. Peter ya se había despachado su segundo plato de barbacoa y se estaba debatiendo si tomar un tercero cuando Félix se acercó hasta él. Peter miró con recelo el vaso de cerveza en la mano de Félix que estaba lleno de un líquido claro.

—¿Has tomado algunas cervezas caseras, Chico de Ciudad? —le preguntó.

—Abuelito, su nombre es Peter —siseó Lali.

—Disculpa. ¿Has tomado alguna cerveza casera, Peter?

—No señor, creo que no.

Félix extendió el frasco.

—¿Por qué no pruebas un poco?

—¿Es una pregunta capciosa, señor?

—¿Qué quieres decir?

Peter contuvo su entrecortada respiración antes de hablar.

—Bueno, es solo que Lali me habló de que usted es un hombre muy religioso, así que no puedo imaginar que usted beba demasiado. Y si acepto, usted puede pensar que soy un borracho que no merece salir con su nieta. Por otro lado, si disfruta tomar una copa de vez en cuando y me niego, entonces me va a considerar un afeminado Chico de Ciudad. ¿Correcto?

Félix miró a Peter hacia abajo. Finalmente, una amplia sonrisa estalló en su cara. Él golpeó a Peter cordialmente sobre la espalda.

—Me gusta tu forma de pensar. —Sin quitar su mirada de Peter, llevó el vaso a sus labios y bebió un largo trago—. Un pequeño sorbo de alcohol no hace daño a nadie.

Peter se rio mientras tomaba el licor destilado de Félix. En el momento en que el líquido entró en su boca, ardió como un río de fuego tormentoso en la garganta y en el estómago. Mientras Félix le observaba expectante, hizo todo lo posible para luchar contra sus ojos llorosos y el impulso de ahogarse y sofocarse.

—Buen material —respondió, reuniendo la voz más viril que pudo.

Rápidamente le pasó nuevamente el vaso antes de que él pudiera esperar que bebiera más. Con una sonrisa, Félix se volvió hacia Lali.

—Tal vez él sea un buen material después de todo, Lali Lou.

Ella abrió mucho los ojos al momento en que Félix se alejaba.

—No puedo creer que hayas logrado ganarle, especialmente tan rápido. A Agus le tomó años de veinticuatro horas los siete días de la semana no conseguir una mirada de muerte, y nos habíamos conocido unos a otros de toda la vida.

Peter le sonrió.

—Después de todo lo que hemos pasado, no puedo creer que hayas dudado de mi capacidad para cautivar a tu abuelo. —Se inclinó y le susurró al oído—: No nos olvidemos de todas las veces que he conseguido cautivarte.

Juguetonamente, ella lo empujó hacia atrás.

—Pareces olvidar la primera vez que trataste de jugar conmigo tu Mercadotecnia McDreamy en la fiesta de Navidad, y te dije absoluta y totalmente que no.

Peter se rio entre dientes.
—Es verdad. El peor rechazo de mi vida.

—Lo dudo.

—Confía en mí, nena. Lo fue.

Ella no pudo ocultar la sorpresa en su rostro. Para cambiar de tema, ella dijo:

—¿Irías a conseguirnos algo de postre?

Él arqueó las cejas.

—¿Sigues con hambre?

Ella se echó a reír.

—Lo dice el hombre que se comió dos platos de barbacoa cuando yo me comí uno.

—Muy bien. Iré a conseguirte algo dulce.

Ella lo besó en la mejilla.

—El bebé y yo te damos las gracias por ello.

—Sí, sí. ¿Usarás esa cosa del embarazo cada vez que quieras algo que valga la pena, no?

—Demonios si —respondió ella.

Riéndose, él se levantó de su silla.

—¿Hay algo en específico que te guste?

—¿Tal vez una pequeña muestra de todos?

Él le dio un mini saludo.


—Sí, señora.

domingo, 19 de octubre de 2014

La Proposición: Capítulo 76

A regañadientes Peter soltó la mano de Lali. Francamente, quería ser un perfecto marica y correr tras ella. La última cosa en el mundo que quería era quedarse con el viejo. Se movió incómodamente sobre sus pies, limpiando la capa de sudor de su cara con el dorso de la mano. Félix escupió un chorro de jugo de tabaco.

—¿Así que planeas mantenerte alrededor después de que el bebé haya nacido?

—Sí, señor.

—¿Vas a ayudar durante su crecimiento?

—Bueno, todavía no hemos hablado realmente sobre todo eso. —Como la expresión de Félix se oscureció aún más, Peter rápidamente respondió—: pero voy a intentarlo. Soy honesto.

Los ojos de Félix se estrecharon.

—¿Qué hay de casarte con ella?

Peter sintió como si le hubieran dado una patada en las bolas. Luchó para recuperar el aliento. Mierda, si contesto mal esta pregunta, este tipo en serio va a matarme. Su boca volvió seca, y pasó su lengua por los labios. ¿Es cada vez más oscuro aquí, o me voy a desmayar?

—Hijo, no respondiste mi pregunta. ¿Vas a casarte con mi Lalita Lou o no?

—¡Abuelito! —chilló Lali, sus ojos muy abiertos por el horror. Peter jadeó con alivio de que momentáneamente estuviera saliéndose con la suya.

—¿Qué querida? Es una pregunta honesta.

Lali se ruborizó desde sus mejillas hasta el cuello. Incluso sus hombros desnudos se tiñeron de rojo.

—No, no lo es. Peter y yo estamos cómodos con el acuerdo que tenemos. Si nos ponemos de acuerdo para cambiar algo, te lo haremos saber, pero hasta entonces, no queremos sentir ningún tipo de presión, ¿de acuerdo? —Cuando su mirada vaciló hacia Peter para ver si estaba bien con su respuesta, él asintió.
Félix besó la parte superior de la cabeza de Lali.

—Bien, niña. No lo mencionaré de nuevo. —Le dio una última ardiente mirada de disgusto a Peter antes de alejarse.

—Solo está jugando contigo —dijo Lali. Al ver que no respondía, ella se acercó y frotó su brazo—. Realmente no tienes miedo de él, ¿verdad?

Se volvió para mirar a Félix. Rodeado por cuatro de sus nietos, se sentó a tallar un palo. La larga hoja de su cuchillo brillaba a la luz del sol provocando que Peter se estremeciera.

—¡Diablos, sí, lo tengo! Sé que parece tu dulce abuelito, pero el hombre podría terminar conmigo si quisiera, probablemente con sus propias manos. Y estoy seguro de que a tus tíos y primos no les importaría ayudar a que me entierren en una tumba poco profunda. Las comisuras de los labios de Emma se torcieron.

—¿Lo dices en serio?

Él soltó un bufido.

—Francamente, tengo un poco de miedo de ir a dormir esta noche por temor a que va a entrar en la habitación y cortar mi pene por dejarte embarazada.

—Ahora, ¿eso sería una trágica pérdida?

—Oh, sí, lo sería.

Lali se rio.

—No se trata solo de que yo sea la hija de su única hija o su pequeña nieta, él no es el típico abuelo/paternal que me protege del Lobo Feroz mejor conocidos como “hombres que roban mi virtud” —Su expresión divertida se oscureció—. Está tomando mi embarazo un poco más duro que abuelita porque él está pasado de moda. Siendo diácono de su iglesia, él nunca va a ser capaz de aceptar que voy a traer un hijo “bastardo”, por así decirlo, al mundo.
Peter respiró fuerte y entrecerró los ojos.
—¿Él realmente te dijo eso?

—No en esos términos exactos, pero sí.

—Esa es una estúpida manera de pensar acerca de su bisnieto.

—Sí, bueno, tu padre se sentía de la misma manera. ¿Recuerdas que quería darle al bebé su nombre?

—Eso es verdad —cedió Peter.

El repiqueteo de una campana los interrumpió. Peter se dio la vuelta para ver a Virginia sosteniendo un viejo cencerro. Ella sonrió.

—¡Todo el mundo! ¡Hora de la cena! —gritó, haciendo un gesto hacia el granero.

—¿Tienes hambre? —preguntó Lali.

—Estoy hambriento. —Él sonrió y pasó el brazo por encima de su hombro—. Esta tarde trabajé bastante sobre el apetito.

Su boca se abrió antes de que ella le diera un codazo en el estómago.

—¡Eres terrible!


—Sabes que me amas —bromeó.