sábado, 31 de mayo de 2014

La Proposición: Capítulo 17


CAPÍTULO 17


—Gracias. —Alentada por el cumplido, se inclinó y llevó sus labios a los suyos. Esta vez, ella deslizó su lengua en su boca, ansiosamente buscando su calor.

Sus manos se deslizaron por debajo de su cintura para ahuecar sus nalgas. Él enganchó una pierna sobre su cadera, moliendo su necesidad dentro de ella. Lali gimió ante la exquisita sensación de él a través de sus finas bragas. Mientras se movía contra ella, quería sentir más de él, su piel desnuda en la de ella. Apartó sus labios momentáneamente lejos de los suyos.

—¿No estás quitándote ninguna otra cosa?

—Estaba esperando a que me desnudaras.

—Oh —murmuró. Afortunadamente, él ya se había quitado la corbata, así que no tenía que preocuparse por eso. Sus temblorosos dedos alcanzaron los botones de su camisa. Tanteó con el primero antes de deshacer el resto. Sacó su camisa abriéndola y amplió mucho los ojos ante el pecho esculpido. Sin cuestionarse a sí misma, recorrió con la mano el centro de su pecho, por encima de sus marcados abdominales, y abajo a la hebilla de su cinturón, causando que Peter aspirara el aliento y que los músculos de su estómago se apretaran. Disfrutando el efecto que hasta su más mínimo toque tenía sobre él, levantó la vista y sonrió—. Lindo pecho. Apuesto a que pasas horas en el gimnasio. —Antes de que pudiera responder, ella negó con la cabeza—. ¿Podría sonar más cliché?

Él se rio entre dientes.

—No, más como en la piscina. Fui campeón estatal de natación hace algún tiempo.

Hmm, apuesto a que luces lo suficientemente bien para comerte en un
Speedo3, pensó.

El pecho de Peter se sacudió con la risa, y se dio cuenta con horror que había metido la pata y dicho ese pensamiento en voz alta.

—Juega bien tus cartas, y podría usar uno para ti.

Deseosa de ver más de él, se apresuró a desabrochar la hebilla y tiró de la correa de las presillas. Después de que ella lo tiró al suelo, lo miró. Su caliente mirada ardió dentro de ella, y sintió un calor inundar sus mejillas e ir hacia abajo por su cuello. Levantó la mano para empujar la camisa de sus brazos. Esta se deslizó hasta el suelo.

Ahora lo único que quedaba a Peter eran sus pantalones, y para Lali eso era lo más intimidante, o al menos lo que había dentro. Una vez que le desabrochó la bragueta, sus dedos hurgaron en la cremallera. Cuando empujó hacia abajo, su mano rozó su erección. Se resistió contra su ropa interior, en espera de ser liberado para su contacto. Ella se inclinó contra él, presionando su cuerpo ruborizado sobre el suyo, mientras ella se acercaba a la parte trasera de su pretina para empujar sus pantalones sobre sus nalgas. Sus manos momentáneamente dejaron de acunar sus nalgas antes de agarrar el material. Deslizo hacia abajo su cuerpo de la misma manera que sus pantalones.

—¿No hay elogios para mi trasero? —cuestionó Peter, su voz mezclada con diversión.

Cuando llegó al piso, ella ladeó la cabeza hacia él.

—¿Muy bonito?

Él se echó a reír.

—Gracias.

Ahuecando la parte posterior de sus piernas, se abrió paso lentamente hacia arriba. Sus uñas arañaron sobre sus pantorrillas y muslos. Peter nunca quitó los ojos de los suyos. Una vez más, se encontró ahuecando sus nalgas mientras movía sus dedos a la pretina de su ropa interior. Justo cuando empezó a liberar su erección, él apartó la mano. Cuando ella miró a Peter con sorpresa, él negó con la cabeza.

—Va a ser todo sobre ti esta primera vez. —Entonces llevó sus labios a los de ella, hundiendo su lengua en su boca. Envolvió sus brazos alrededor de su cuello mientras él masajeaba su lengua con la suya.

Peter besó un caliente rastro de su boca a su oído mientras su mano se acercaba a ahuecar su corpiño.

—Tienes el más increíble par de tetas.

Una risita nerviosa escapó de sus labios.

—¿Qué? —preguntó.

—Hablas como un chico cachondo de fraternidad.

Él sonrió.

—¿Lo hago ahora? ¿Y exactamente cómo te gustaría que los llamara?

—¿Pechos tal vez?

Sus dedos hurgaron dentro del corpiño, ahuecando su carne tibia. Cuando su pulgar se movió hacia atrás y adelante a través de su pezón, ella jadeó. Él  sonrió ante su respuesta.

—Está bien, tiene los pechos más bellos. ¿Así está mejor?

Lali se arqueó en su mano.

—Mmm, mucho mejor —respondió, sin aliento.

—No puedo esperar para llevar mi boca a ellos.

Ella gimió cuando él llevó su otra mano al pecho descuidado y comenzó a amasar los dos. En una declaración que la sorprendió a sí misma, preguntó:

—¿Qué te lo impide?

—Hmm, este pedacito de tela. ¿Te importa si nos deshacemos de él?

Ella negó con la cabeza.

Peter llevó sus dedos al lazo de satén en el escote. Poco a poco, sin apartarlos ojos de los de ella, deslizó la cinta floja. Él le dio un ligero tirón antes de que el
camisón se abriera. Su mirada bajó a su pecho y se lamió sus labios. Lali sintió el calor aumentando entre sus piernas, y se removió en sus pies, presionando sus muslos juntos por el alivio.

Su cabeza cayó hacia atrás cuando su boca se cerró sobre su pezón. Él succionó profundamente antes de chasquear y hacer remolinos con su lengua alrededor. Su mano seguía acariciando su otro pecho mientras su lengua trabajaba el pezón en su boca haciéndolo una piedra endurecida. No pudo luchar contra el
grito de placer que escapó de sus labios. Sus dedos pasaron automáticamente a su cabello, tirando y agarrándose a los mechones cuando el placer se apoderó de ella.

Peter lamió un rastro húmedo sobre el otro pecho antes de reclamar el pezón. El dolor entre sus muslos creció, y ella supo que si la tocaba allí, encontraría que estaba empapada en necesidad por él.

Como si pudiera leer su mente, Peter deslizó una mano por su estómago. Sus dedos como plumas sobre el vientre burlonamente haciendo brincar sus caderas. Vaciló antes de finalmente sumergirlos entre sus piernas. Lali jadeó contra sus labios cuando sus dedos trabajaron contra su sensible carne a través  de la tela. Sus caderas se arquearon involuntariamente contra su mano, frotándose contra sus dedos.

—¿Creo que deberíamos deshacernos de esto también?

—Uh-huh —murmuró casi incoherentemente.

Él se rio entre dientes mientras sus dedos tiraban de la pretina, deslizando la ropa interior abajo sobre sus nalgas. Al igual que había hecho con él, su cuerpo
seguía a las bragas al suelo excepto que él besó y mordisqueó un sendero por los muslos y piernas. Ella sintió que de un momento a otro sus rodillas podrían torcerse y ceder. Afortunadamente, Peter se apoderó de la parte posterior de sus muslos para mantenerla estable mientras salía de sus bragas.

Arrodillándose ante ella, los dedos de Peter profundizaron entre sus piernas, en busca de su hinchado clítoris. En el momento en que él la acarició, gritó y se agarró a sus hombros apretándolos. Su pulgar continuó frotando mientras sus dedos se deslizaban entre sus húmedos pliegues. Ellos se arremolinaron contra sus estrechas paredes, trabajándola en un frenesí de deseo. Se mordió el labio para evitar que los gritos extáticos enterrados en su garganta escaparan. Pero se volvió inútil mientras él continuaba su asalto en su núcleo y la llevaba más y más a cerca de venirse. A medida que la ola de su primer orgasmo se estrellaba sobre ella, clavó las uñas en la espalda de Peter y empujó su pelvis con fuerza contra su mano. Peter se levantó del suelo. Mantuvo las manos firmemente en su cintura para estabilizarla mientras trataba de orientarse.

—Eres tan jodidamente caliente cuando te vienes —murmuró en su oído.

Ella se sonrojó ante sus palabras, su respiración todavía llegando en patrones irregulares. Suavemente, la empujó hacia la cama y luego la ayudó a acostarse sobre su espalda. Empujando sobre sus codos, se deslizó en el colchón.

Peter se cernía sobre ella, el deseo ardiente y brillante en sus ojos azules. Lali se estremeció bajo su mirada. Mientras su cuerpo cubría el de ella, empujó sus piernas separándolas. Luego besó un camino desde su cuello, bajando por el valle de sus pechos y sobre su vientre.

Cuando su cabeza se sumergió entre sus piernas, los ojos de Lali se cerraron en un pellizcado de éxtasis. A medida que sus dedos entraban de nuevo,su lengua se arremolinó alrededor de su clítoris, chupándolo dentro de su boca. Lali agarró en puños las sábanas con las dos manos.

—¡Oh Peter! —gritó. Inmediatamente, su manó voló a cubrir su boca.


Dios, ¿qué me está pasando? Nunca antes he gritado en la cama. Sus dedos mantuvieron un ritmo rápido, mientras seguía lamiendo y chupando su centro—. ¡Oh, sí! Sí, Peter... por favor —murmuró, girando las sábanas más apretadas entre sus manos. Sus caderas mantuvieron un ritmo maníaco mientras hundía sus dedos y lengua dentro y fuera de ella. Por último, la envió por encima del borde, y ella llegó a su clímax violentamente. Cuando comenzó a volver de nuevo en sí misma, se dio cuenta que una de sus manos habían abandonado la sábana y se había enredado en el cabello de Peter.

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