domingo, 31 de agosto de 2014

La Proposición: Capítulo 32

CAPÍTULO 32


—No lo sé. Supongo que te veía viviendo en un edificio de apartamentos elegantes y de moda en un alegre piso de soltero.

—Bueno, si quieres saber la verdad, yo solía vivir en, como dices, un edificio de apartamentos elegante y de moda, en el centro. Pero entonces mi hermana, Rochi, que es un agente de bienes raíces, me convenció de que tenía que dejar de tirar el dinero alquilando y hacer una inversión en una propiedad. De alguna manera suave me convenció de comprar en el barrio de nuestra otra
hermana, Euge. —Él la miró y sonrió—. Creo que fue más la pretensión de ellas de ser capaces de mantener control sobre mí, pero se nivela porque tengo un montón de comida gratis. —Señaló a la izquierda a una enorme casa colonial de dos pisos con un porche frontal rodeándola—. Esa es la de Euge.

—Es hermosa.

—Gracias —respondió Aidan, dando otra vuelta—. Necesita una casa grande para mantener dentro a los monstruos.

—¿Monstruos?

—Mis tres sobrinos.

Lali se rio.

—Ya veo.

Peter se metió en el camino de entrada de una casa de ladrillo de dos pisos con columnas blancas. La mandíbula de Lali cayó por la forma en que la casaparecía no típicamente de Peter. Lo único que faltaba era una cerca blanca con juguetes desparramados, y él se vería como un esposo y padre suburbano regular. Después de que Lali bajó del auto, salió del garaje y abrió mucho los ojos a la vista de hierba verde esmeralda y flores multicolores.

—Guau, ¿hiciste todo esto? —preguntó, señalando el césped impecablemente conservado.

Peter soltó un bufido.

—Oh Dios, no. No puedo cultivar nada, aparte de un poco de moho en mi refrigerador. Mi papá es el que tiene la habilidad para la jardinería. No solo eso, sino que se ha retirado, por lo que es su misión en la vida hacer el trabajo de jardín para sus hijos.

—Eso es realmente dulce de su parte. —Siguió a Peter hasta subir los escalones del porche y dentro de la casa. Él marcó el código de la alarma cuando empezó a sonar. Ella trató de no mostrar su sorpresa cuando se fijó en el amplio piso abierto de la sala de estar. Ventanas de piso a techo bañaban la sala de luz y altas vigas de madera atravesaban sobre el techo. Teniendo en cuenta lo que ella había pensado de él en primer lugar, esperaba muebles que fueran funcionales, modernos, pero fríos. Nada como el tibio sillón acolchado y asiento para dos o la colcha antigua sobre un sofá—. ¿Tuviste un decorador? —preguntó mientras pasaba detrás de él hacia la cocina.

—No, lo hice todo yo mismo. Bueno, mis hermanas ayudaron, por supuesto. Ellas se encargan de estropearme en todas las áreas domésticas. —Él se dio la vuelta y contempló su expresión—. ¿Así que te gusta?

—¿Gustarme? Lo amo. Has ido más allá de simplemente invertir en algún propiedad. Este es un hogar del que cualquiera estaría orgulloso.

Una lenta sonrisa se esparció en su rostro.

—Gracias. Viniendo de alguien como tú, eso significa mucho.


—¿Alguien como yo?


CONTINUARÁ...

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