lunes, 25 de agosto de 2014

La Proposición: Capítulo 26

CAPÍTULO 26


Peter contuvo el aliento cuando ella le dio una vista del encaje a la altura de sus muslos.

—Maldita sea, esas son sexys —murmuró.

Después de que se quitó sus bragas, Lali bajó un poco su falda y se acercó a él. A ella le habría encantado abofetear esa sonrisa fuera de su hermoso rostro. El
brillo divertido en sus ojos verdes le dijo que estaba disfrutando demasiado de su vergüenza. Con más fuerza de la necesaria, le separó las piernas con una de sus rodillas. Después se inclinó sobre él, llevando sus dedos al cinturón. Su erección ya estaba abultada en los pantalones. Luego de bajarle rápidamente la cremallera, comenzó a moverse de arriba y hacia abajo sobre su regazo.

—¿Qué, sin juegos previos? —preguntó Peter con su voz vibrante de humor.
Ella frunció el ceño.

—Esto no se trata de tener sexo. Se trata de conseguir lo que yo quiero —le respondió deslizando su mano en su ropa interior para poder sujetarlo con los
dedos.

—Lo siento, nena. Si no tengo sexo, no conseguirás lo que quieres.

Rodando los ojos, ella guió su erección entre sus muslos. Mientras se deslizaba lenta y deliciosamente a lo largo de él, Peter gimió y llevó sus labios a su cuello. Una vez que estuvo completamente dentro de ella, lamió un sendero húmedo hasta su oreja y le succionó el lóbulo.

—Alguien está tan mojada, tan lista para mí y sin ni siquiera un toque. Debo tener algún efecto sobre ti, nena.

Lali pasó los dedos a través de su cabello, tirando de su cabeza para encontrar su mirada. Con una sonrisa, dijo:

—No te hagas ilusiones. Claramente es biología. Son las hormonas y los estrógenos, no tú, eso es lo que me tiene así…

Él le agarró fuertemente las caderas, extendiendo sus dedos sobre su piel.—Dilo.

Ella vaciló antes de susurrar: —Mojada.

Peter gruñó y metió la lengua dentro de su boca. Lali cambió su ritmo montándolo rápidamente. Sus manos se movieron desde las caderas hasta la pretina de su falda. Después de que le sacó la blusa, sus decididos dedos se abrieron paso por la hilera de diminutos botones de perla.

Lali se mordió los labios cuando la mano de él se deslizó dentro de la copa de encaje de su sostén para acariciar uno de sus pechos. Mientras su dedo pulgar le pellizcaba el pezón, no pudo evitar que un gemido se le escapara de los labios. Se odió aún más cuando Peter le sonrió triunfalmente. Estaba empeñado en que ella lo querría para algo más que solo procrear, y le molestó que hubiera sucumbido ante él. La ira la impulsó a moverse más fuerte contra él, con la esperanza de que acabara más rápido.

Pero Peter lo debió haber previsto. Él agarró ambos lados de sus nalgas y luego se deslizó hasta el borde de la silla. Lali gritó y envolvió las piernas alrededor de su cintura para no caerse.

—Espera —dijo Peter. En un rápido movimiento se puso de pie y Lali sujetándose fuertemente, envió los brazos alrededor de su cuello. Su sonrisa le calentó la oreja—. Cálmate un poco, nena. Todavía me gustaría respirar.

—Lo siento —gimió ella.

Suavemente la acomodó en el borde de su escritorio, y luego llevó sus labios hacia los de ella. Besándola con avidez, él la empujó sobre su espalda. Ella movió sus caderas y una vez más envolvió las piernas alrededor de su cintura, llevándolo aún más profundo. Ante la sensación, ambos gimieron contra los labios del otro.

—Joder, Lali —murmuró mientras la penetraba.

Manteniendo un ritmo constante, alejó sus labios de los de ella para comenzar a besarle el cuello. Su boca reemplazó el lugar donde su mano había estado antes, lamiendo y chupando su pezón.

Lali cerró los ojos. Su decisión de no sentir nada se desvaneció mientras jadeaba y se empujaba a sí misma más dentro de su boca. Cuando él se movió hacia el otro pecho, supo que estaba cerca de correrse.

—Peter —jadeó. Él levantó la cabeza de su pecho para verla mientras se corría.

—Verte hacer eso me vuelve loco —dijo. Empujó un par de veces más y después terminó—. ¡Cristo! —gritó.

Permanecieron inmóviles durante unos pocos segundos, ambos, descendiendo de su compartida culminación. Peter levantó su cabeza y le dio a Lali una sonrisa perezosa.

—Como de costumbre, eso fue jodidamente impresionante.

—Sí, lo fue —respondió Lali, su respiración todavía iba y venía en pesados jadeos.
—¿Hay alguna posibilidad de que tu temperatura se eleve nuevamente hoy?

—No, no lo creo.

—Maldición.

Ella se rio.

—Lo siento.

Peter la besó antes de arreglarse el mismo. Mientras se subía los pantalones, Lali se bajó del escritorio. Se reajustó el sujetador y luego deslizó su falda hacia abajo.

—¡Oh, mis bragas! —murmuró mirando alrededor del piso.

—Las tengo —dijo Peter, agachándose junto al escritorio. Él observó el tanga negro de encaje con capullos de color rosa antes de entregárselo a Lali—. Lástima que no pude verte en eso.

—Siempre hay una próxima vez —bromeó con una sonrisa.

Él se rio y empezó a meterse la camisa en los pantalones. Lali se deslizó dentro de sus bragas y luego se alisó el cabello.

—Eh, ¿te importaría si uso tu sofá por un rato?

—¿Por los chicos?

Ella asintió con la cabeza.

—Por supuesto que no. Necesito dirigirme a la reunión de todos modos.

—Así que, ¿te veo el viernes por la noche?

Peter le guiñó el ojo y luego le golpeó el trasero.

—Te veo entonces.


CONTINUARÁ...


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