viernes, 29 de agosto de 2014

La Proposición: Capítulo 30

CAPÍTULO 30


—Creo que en el fondo estás más molesta por la perspectiva de tener sexo conmigo otra vez.

Ella se rió.

—No, no es eso en absoluto. —Dándole un codazo en broma, le preguntó—¿No me digas que realmente te estás subestimando a ti mismo en el departamento de dormitorios?

Sonrió.

—No exactamente.

—Yo no lo creo. —Se inclinó y le besó la mejilla—. No, Peter, el sexo contigo ha sido la mayor sorpresa de todas en mi loco esquema.

—¿Una sorpresa? Estás segura de que no eres de las que acaricia el ego masculino, ¿verdad?

—Detén la pesca de elogios, Sr. Lanzani. —Lali le tomó la cara con las manos, arrastrando el dedo a lo largo de la barba en su mejilla—. Además, creo que hice un trabajo bastante bueno acariciándote la última vez que estuvimos juntos.

—Cuando sus ojos se abrieron, ella se echó a reír—. Y entre siete y diez días cuando sea fértil de nuevo, espero encontrarme de nuevo en la cama de ese dios del sexo como eres tú mismo, siempre y cuando estés dispuesto.

—Oh, voy a estar dispuesto. —Él tomó una de sus manos y le besó los dedos—Podría estar dispuesto ahora.

Sacudió la cabeza.

—De siete a diez días.

Él gimió.

—Amas torturarme, ¿no?

—Lo siento. Te prometo que entonces te lo compensaré. —Lali le dio un casto beso en los labios—. Sin embargo, te quiero agradecer. Mi descontrol de hoy... no fue solo por no estar embarazada.

—¿No lo fue? —preguntó, con cautela.

Aspirando una respiración entrecortada, dijo:

—Hoy es el segundo aniversario del fallecimiento de mi madre. Días como estos son siempre difíciles, pero luego, el darme cuenta de que no estaba embarazada... fue una especie de golpe doble.

Le apretó la mano.

—Lo siento. Perdí a mi madre hace cinco años. Su cumpleaños, el día de la madre, el día de su muerte… Son unos perros.

Lali lo miró con asombro, y Peter se sintió sorprendido de sí mismo también. Nunca lo había imaginado compartiendo algo tan personal, pero había algo sobre Lali que le daba ganas de abrirse a compartir cosas con ella, por lo general no se atrevería.

—¿Eras cercano a ella? —le preguntó en voz baja.

Peter se movió incómodo mientras un carrete de amorosos recuerdos pasaban como una película en su mente.

—Sí, lo era. Bueno, todavía soy cercano a mi papá. Pero mi mamá... —Una pequeña sonrisa se curvó en sus labios—. Tenía treinta y ocho años cuando yo nací. Yo fui el hijo tan esperado para llevar el apellido, y el último bebé tardío en su vida.

—Apuesto a que ella te mimó hasta el cansancio —reflexionó Lali.

—Ella lo hizo. Y también mis cuatro hermanas. —Sacudió la cabeza—.Jesús, es una maravilla que no sea gay al crecer alrededor de todo ese estrógeno.

Lali se echó a reír.

—No, en lugar de eso te convertiste en un mujeriego.

—Oye —respondió, empujando la rodilla con la suya.

—¿Qué tal un mujeriego con un corazón de oro?

—Eso está un poco mejor.

Ella sonrió.
—Gracias por darme un hombro para llorar.

—Me alegro de haber podido ayudar.

Permanecieron inmóviles durante unos segundos, mirando a los ojos del otro. Finalmente, Lali se aclaró la garganta y se puso de pie.

—Creo que será mejor ir a casa ahora.

Cuando comenzó a pasar junto a él, Peter la agarró del brazo.

—¿Por qué no vienes a casa conmigo esta noche? —Por un momento, pensó que alguien más estaba hablando. Su voz sonaba extraña para él, por no hablar de que lo que le había propuesto era una noción totalmente ajena a él. Rara vez invitaba a las mujeres a su casa, era siempre en sus casas o una habitación de hotel. Solo parejas sexuales de larga duración cruzaron esa barrera. Pero Lali se estaba convirtiendo en un pensamiento emocional total haciéndole romper todas sus reglas. En primer lugar, se había quedado la noche con ella, y ahora la estaba invitando a su casa.

Si estaba sorprendida, Lali se quedó sin habla.

—¿Qué-Qué?

—Ya sabes, así no tienes que estar a solas con todo lo que ha sucedido hoy.

—¿Estás seguro?

Él asintió.

—Podría arrojar algo de carne a la parrilla o nos podría hacer un poco de pasta y gambas al ajillo.

—¿Tú cocinas? —preguntó con incredulidad.

—Sí, listilla, cocino.

—Estoy impresionada. No tenía ni idea de que fueras una amenaza triple. Quiero decir, las habilidades culinarias, ser el amo del universo en el trabajo, y por supuesto no podemos olvidar tus talentos en el dormitorio.
Él se echó a reír.

—Estoy lleno de sorpresas, nena.

Ella se mordió el labio inferior, y Peter estaba seguro de que estaba librando una batalla consigo misma sobre si debería aceptar su oferta.

—¿Está seguro de que no te importaría?

—Soy positivo. Podemos simplemente pasar el rato y relajarnos.

—Eso suena celestial.

—¿Nos vemos afuera en diez?

Lali asintió.

—¿Quieres darme direcciones o simplemente te sigo?

—Puedo llevarte y traerte de vuelta a tu auto.

—Oh no, eso es mucho problema.

— La, está bien. ¿Por qué no me encuentras abajo en quince minutos?


—Bueno, eso suena bien.


CONTINUARÁ...

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