CAPÍTULO 30
—Creo que en el fondo estás más molesta por la perspectiva de tener
sexo conmigo otra vez.
Ella se rió.
—No, no es eso en absoluto. —Dándole un codazo en broma, le
preguntó—¿No me digas que realmente te estás subestimando a ti mismo en el
departamento de dormitorios?
Sonrió.
—No exactamente.
—Yo no lo creo. —Se inclinó y le besó la mejilla—. No, Peter, el sexo contigo
ha sido la mayor sorpresa de todas en mi loco esquema.
—¿Una sorpresa? Estás segura de que
no eres de las que acaricia el ego masculino, ¿verdad?
—Detén la pesca de elogios, Sr. Lanzani. —Lali le tomó la cara con las
manos, arrastrando el dedo a lo largo de la barba en su mejilla—. Además, creo
que hice un trabajo bastante bueno acariciándote la última vez que estuvimos
juntos.
—Cuando sus ojos se abrieron, ella se echó a reír—. Y entre siete y
diez días cuando sea fértil de nuevo, espero encontrarme de nuevo en la cama de
ese dios del sexo como eres tú mismo, siempre y cuando estés dispuesto.
—Oh, voy a estar dispuesto. —Él tomó una de sus manos y le besó los dedos—Podría
estar dispuesto ahora.
Sacudió la cabeza.
—De siete a diez días.
Él gimió.
—Amas torturarme, ¿no?
—Lo siento. Te prometo que entonces te lo compensaré. —Lali le dio un
casto beso en los labios—. Sin embargo, te quiero agradecer. Mi descontrol de
hoy... no fue solo por no estar embarazada.
—¿No lo fue? —preguntó, con cautela.
Aspirando una respiración entrecortada, dijo:
—Hoy es el segundo aniversario del fallecimiento de mi madre. Días
como estos son siempre difíciles, pero luego, el darme cuenta de que no estaba
embarazada... fue una especie de golpe doble.
Le apretó la mano.
—Lo siento. Perdí a mi madre hace cinco años. Su cumpleaños, el día de
la madre, el día de su muerte… Son unos perros.
Lali lo miró con asombro, y Peter se sintió sorprendido de sí mismo
también. Nunca lo había imaginado compartiendo algo tan personal, pero había
algo sobre Lali que le daba ganas de abrirse a compartir cosas con ella, por lo general no se atrevería.
—¿Eras cercano a ella? —le preguntó en voz baja.
Peter se movió incómodo mientras un carrete de amorosos recuerdos
pasaban como una película en su mente.
—Sí, lo era. Bueno, todavía soy cercano a mi papá. Pero mi mamá...
—Una pequeña sonrisa se curvó en sus labios—. Tenía treinta y ocho años cuando
yo nací. Yo fui el hijo tan esperado para llevar el apellido, y el último bebé
tardío en su vida.
—Apuesto a que ella te mimó hasta el cansancio —reflexionó Lali.
—Ella lo hizo. Y también mis cuatro hermanas. —Sacudió la
cabeza—.Jesús, es una maravilla que no sea gay al crecer alrededor de todo ese
estrógeno.
Lali se echó a reír.
—No, en lugar de eso te convertiste en un mujeriego.
—Oye —respondió, empujando la rodilla con la suya.
—¿Qué tal un mujeriego con un corazón de oro?
—Eso está un poco mejor.
Ella sonrió.
—Gracias por darme un hombro para llorar.
—Me alegro de haber podido ayudar.
Permanecieron inmóviles durante unos segundos, mirando a los ojos del
otro. Finalmente, Lali se aclaró la garganta y se puso de pie.
—Creo que será mejor ir a casa ahora.
Cuando comenzó a pasar junto a él, Peter la agarró del brazo.
—¿Por qué no vienes a casa conmigo esta noche? —Por un momento, pensó
que alguien más estaba hablando. Su voz sonaba extraña para él, por no hablar
de que lo que le había propuesto era una noción totalmente ajena a él. Rara vez
invitaba a las mujeres a su casa, era siempre en sus casas o una habitación de
hotel. Solo parejas sexuales de larga duración cruzaron esa barrera. Pero Lali
se estaba convirtiendo en un pensamiento emocional total haciéndole romper
todas sus reglas. En primer lugar, se había quedado la noche con ella, y ahora
la estaba invitando a su casa.
Si estaba sorprendida, Lali se quedó sin habla.
—¿Qué-Qué?
—Ya sabes, así no tienes que estar a solas con todo lo que ha sucedido
hoy.
—¿Estás seguro?
Él asintió.
—Podría arrojar algo de carne a la parrilla o nos podría hacer un poco
de pasta y gambas al ajillo.
—¿Tú cocinas? —preguntó con incredulidad.
—Sí, listilla, cocino.
—Estoy impresionada. No tenía ni idea de que fueras una amenaza
triple. Quiero decir, las habilidades culinarias, ser el amo del universo en el
trabajo, y por supuesto no podemos olvidar tus talentos en el dormitorio.
Él se echó a reír.
—Estoy lleno de sorpresas, nena.
Ella se mordió el labio inferior, y Peter estaba seguro de que estaba
librando una batalla consigo misma sobre si debería aceptar su oferta.
—¿Está seguro de que no te importaría?
—Soy positivo. Podemos simplemente pasar el rato y relajarnos.
—Eso suena celestial.
—¿Nos vemos afuera en diez?
Lali asintió.
—¿Quieres darme direcciones o simplemente te sigo?
—Puedo llevarte y traerte de vuelta a tu auto.
—Oh no, eso es mucho problema.
— La, está bien. ¿Por qué no me encuentras abajo en quince minutos?
—Bueno, eso suena bien.
CONTINUARÁ...
No hay comentarios:
Publicar un comentario