CAPÍTULO 31
La mente de Lali se reprochaba a sí misma todo el viaje en ascensor de
vuelta a su piso. ¡Estás rompiendo todas las reglas yendo a su casa! ¿Recuerdas tú
mantra entrar, hacer el asunto, y salir de ello? Estar de acuerdo en dejar que
cocine para ti y tratar de consolarte, seguro como el infierno que no es una
parte de eso. ¡Te vas a arrepentir de esto! Se había convertido en su propio peor enemigo.
—¡Basta! —gritó justo cuando se abrieron las puertas del ascensor. Las
dos mujeres esperando para entrar le dirigieron una mirada extraña. Agachó la
cabeza y luego caminó con fuerza a su oficina. Agarró su bolso y cartera, cerró
la puerta y luego le puso seguro.
Una vez que llegó a la planta baja, se paseó por el vestíbulo. Justo
cuando pensó en rebotar a Peter para preservar su propia salud mental, apareció
ante ella.
—Siento haberte hecho esperar.
—Uhm, no, está bien.
Lo siguió por la puerta lateral al estacionamiento techado. Cuando el
acceso sin llave en sus manos destelló las luces de un Mercedes convertible
negro, dio un bajo silbido.
—Bonito auto, señor Lanzani.
Peter se rio entre dientes.
—Gracias, señorita Espósito.
—Estoy impresionada de ser escoltada con tal estilo.
Él sacudió
la cabeza.
—Ahí vas con esa boca de nuevo.
Lali echó el bolso en el piso y luego se deslizó por el asiento de
cuero. Además del hecho de que cuesta el doble que su Honda, estaba
impecablemente limpio por dentro. No se podían encontrar una migaja o un rastro
de polvo, mientras que en su auto un pequeño pueblo podría haber sido
alimentado por los restos de comida del desayuno o la cena a la carrera.
—¿Te importa si bajo el descapotable?
—No, por favor. Está hermoso afuera hoy.
Peter apretó un botón en la consola, y el techo comenzó a retraerse.
Al salir de la del estacionamiento, Lali metió la mano en su bolso por un clip.
Después de tirar su cabello largo hacia atrás, cerró los ojos y dejó que la
brisa pasara sobre ella.
—¿No me digas que soy tan aburrido que te me vas a quedar dormida?
Lali se rio.
—Lo siento. Solo estaba descansando los ojos por un minuto.
No estuvieron mucho en la interestatal antes de que Peter agarrara una
salida. Cuando él se detuvo en un más antiguo y establecido barrio, Lali se
volvió hacia él, sorprendida.
—¿Vives aquí?
Él se rio entre dientes.
—¿Qué se supone que significa eso?
Ella se encogió de hombros.
CONTINUARÁ...
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