CAPÍTULO 33
Él se pasó los dedos por el cabello, deteniéndose de tirar de los
mechones en la nuca de su cuello.
—Oh, tu sabes, alguien que es real, alguien que aprecia un hogar sobre
una casa.
Lali abrió la boca para responder, pero un fuerte golpe los
interrumpió. Peter puso los ojos en blanco.
—Probablemente debería advertirte sobre Beau.
—¿Tienes un compañero de cuarto?
Él se rió entre dientes.
—No, a menos que consideres un compañero de cuarto a un labrador negro
de treinta y seis kilos que come demasiado y ronca más fuerte que un oso.
—Oh, ¡tienes un perro! —chilló Lali.
Él le dirigió una mirada extraña.
—Maldición, no pensé que estarías tan emocionada acerca de mi viejo maloliente
labrador.
Ella sonrió.
—¡No sabes lo mucho que me encantan los perros! He querido conseguir uno
durante tanto tiempo, pero mi horario ha sido tan loco que tenía miedo de que
estaría solo demasiado tiempo.
—Entiendo. De hecho, llevo a Beau a una guardería canina
un par de días a la semana.
—¿En serio? —preguntó, luchando por evitar que las comisuras de sus labios
no se volvieran una sonrisa.
Con el ceño fruncido, él respondió:
—Sí, sí, soy un marica total.
Lali se puso de pie en puntillas para rizar el cabello de Peter juguetonamente.
—Oh, en realidad creo que es dulce que hagas eso por Beau. —Entonces
ella movió su mano hasta su pecho—. Y eso solo muestra lo que realmente creí
todo el tiempo, que en realidad tienes un corazón allí dentro.
—Estoy contento de escuchar que estoy subiendo un poco en tú estima.
No me gustaría tener a nuestro futuro hijo con cicatrices porque su madre pensó
que su padre era un desalmado, imbécil adicto al sexo.
Su cara se arrugó mientras ella retiraba la mano de su pecho. Peter le
dio una mirada tímida.
—No fue mi intención molestarte mencionando al bebé.
—Está bien. Estoy demasiado emocional hoy.
Le tomó el mentón y le dirigió una sonrisa tranquilizadora.
—Va a pasar, Lali. Puede ser el próximo mes o el próximo año, pero te
vas a quedar embarazada.
Las lágrimas pincharon sus ojos.
—Gracias.
—Incluso si morimos intentándolo, vamos a hacer que suceda.
Ella se echó a reír.
—De alguna manera creo que disfrutarías la parte de muerte por sexo.
Sus ojos se cerraron en exagerada felicidad.
—No puedo imaginar una mejor manera de irme.
Fueron interrumpidos por un bajo aullido en la puerta del sótano.
—Supongo que será mejor dejar que Beau salga antes de que tenga un
ataque de nervios —dijo Peter. Giró la perilla, y Beau entró arremetiendo. De
inmediato tiró a Lali sobre sus rodillas, pero ella solo se rio de buena gana.
—¡Abajo Beau! ¡No saltes! —gritó Peter.
—Está bien —dijo ella, mientras Beau pasaba su lengua rosada sobre su
mejilla—. Solo está contento de ver a alguien.
—Es un perro muy obediente —murmuró Peter.
—Oh, estoy segura de que es realmente ¡El mejor chico en el mundo
entero! ¿No es así cariño? —dijo Lali, levantando su voz una octava. Beau se
meneaba por su atención, golpeando su cola contra la pierna de Peter. Fue al
cielo de los perritos cuando ella comenzó a rascarle detrás de sus orejas,
haciendo ruidos roncos y finalmente sentándose inmóvil.
—Está bien, chico, es hora de salir a la calle.
Beau se negó a moverse de Lali. Peter rodó los ojos en exasperación.
—Fuera. ¡Ahora!
Lali besó la parte superior de la cabeza de Beau y luego se puso de
pie.
—Será mejor que vayas afuera, antes de que nos metas en problemas
—dijo ella, señalando a la puerta trasera. Beau comenzó a cruzar la cocina a
regañadientes, sus garras golpeando a través de los pisos de madera. Peter
abrió la puerta y lo dejó salir al patio trasero.
Él sacudió la cabeza mientras Beau jugueteaba tras una mariposa.
—Genial. Ya está totalmente abatido por ti.
—No puedo evitar que todos, incluso los animales, me amen —bromeó
Lali.
Peter se volvió hacia ella y sonrió.
—Alguien está siendo engreída esta noche. —Sus ojos se abrieron como
platos al ver sus piernas—. Oh, mierda, lo siento.
Lali miró hacia abajo para ver los agujeros rasgados donde las garras
de Beau se habían enganchado en sus medias.
—No es la gran cosa.
—¿Quieres algo para cambiarte?
Ella inclinó la cabeza.
—Eso sería genial, gracias.
—Sígueme.
Lali disminuyó su paso detrás de Peter mientras bajaban por el
pasillo. No estaba muy emocionada ante la perspectiva de seguirlo al dormitorio
principal, así que se detuvo frente a una pared de fotos.
—¿Estos son todos los de tu familia?
Peter se volvió y asintió.
—Sí, Rochi, lo hizo para mí. Consiguió juntar todas las fotos y luego
las organizó para mí como un regalo para dar calor a la casa.
—Hizo un gran trabajo. —Mientras Peter se sumergía de nuevo en el
dormitorio, Lali continuó mirando las fotografías. Peter era el vivo retrato de
su difunta madre. Varias de las fotografías eran de sus padres cuando eran más
jóvenes y mayores—. Me encanta esta de tus padres en su 50 Aniversario
de Bodas. Tu madre era tan hermosa —dijo ella.
—Gracias.
—Y tu papá es guapo, también.
—¡Te dije que llevaría algunos genes atractivos a la mesa!
Puso los ojos en blanco ante su arrogancia.
—Tu papá parece un hombre muy dulce y agradable.
Peter asomó la cabeza por la puerta del dormitorio.
—¿Qué se supone que significa eso?
Lai¡li se encogió de hombros.
—No lo sé. Supongo que tuve la impresión de tu papá siendo como Hugh
Hefner, y siguiendo sus pasos.
Peter se rio cuando le entregó a ella un par de pantalones de chándal
azul marino y una camiseta blanca.
—Confía en mí, mi papá es la cosa más lejana de Hef. Mis padres eran
novios en el instituto. No estoy seguro de si alguna vez se acostó con nadie
más que mamá. Ella se fue hace cinco años, y él apenas sale en absoluto.
—Eso es tan romántico —derramó Lali.
—Sí, pero está solo. Si él no está acosando a una de mis hermanas, me
está llamando, haciéndome sentir culpable para ir a visitarlo. Sé que a él le
gustaría que alguien esté allí con él todo el tiempo, pero él solo parece que
no puede dejar ir a mamá. Sigo diciéndole que siga adelante, pero él se niega.
La exasperación de Lali aumentó ante su tono.
—Tal vez él no está listo todavía. Tal vez un amor tan fuerte como el
suyo no es tan fácil de conseguir como piensas —replicó ella.
—Supongo. Pero Jesús, necesita aligerar las expectativas de que yo
deberíaestar siempre a su entera disposición.
Lali alzó sus manos con exasperación, incapaz de contener más su
temperamento.
—¿Ha sido un buen padre para ti o no?
—Sí, por supuesto que lo ha sido.
—Entonces, no debería tener que llamarte para pedirte que vayas a
visitarlo. Deberías ser el que lo llamara y comprobara cómo le va. Tal vez
pagándole de vuelta por algunos de los sacrificios que hizo mientras estabas
creciendo.
—Lo sé, es solo...
—Confía en mí cuando digo esto Peter, no va a estar aquí para siempre.
Hice todo lo que pude por mi madre mientras estaba viva, y, a veces la culpa
aúnme consume. Yo no quisiera que seas perseguido por remordimiento.
—Maldición sea, La, me haces sentir como un verdadero imbécil.
Con su ira evaporándose, de repente se sintió avergonzada por irse
sobre él. Agachó la cabeza.
—Lo siento. Acabo de saber que realmente tienes un buen corazón, eso
es todo.
—Entonces, si crees tanto en mí, lo haré mejor, ¿de acuerdo?
Echó un vistazo hacia él a través de sus pestañas y sonrió.
—Está bien.
Se aclaró la garganta y le hizo señas a través del pasillo.
—Puedes ir a cambiarte en el baño.
—Gracias. Probablemente necesito lavar mi cara también después de mi diatriba
llorona. Probablemente soy un desastre.
—¿Te gustaría tomar una ducha mientras preparo la cena?
—¿Estás insinuando que apesto? —preguntó ella, con una sonrisa.
Peter se rio entre dientes.
—No, yo solo pensé que podría hacer que te sientas mejor. Si lo
deseas, puedes relajarte en el Jacuzzi.
Lali cerró los ojos y suspiró.
—Eso sería fabuloso.
—Vamos, entonces.
—Te lo
agradezco.
Después que ella cerró la puerta detrás de Peter, se volvió hacia el
agua. Deslizándose de su ropa, intentó despojarse a sí misma de la tensión del
día. Una vez que la bañera se llenó, encendió los chorros de agua. Ella bajó en
la burbujeante agua y suspiró con satisfacción. Acababa de poner la cabeza
hacia atrás cuando l puerta se abrió de golpe.
Con un grito, se apresuró a cubrir sus pechos con las manos. Peter se
rió entre dientes.
—Jesús, La, no hay necesidad de pánico. He visto todo lo que tienes,
¿recuerdas?
El calor se precipitó a sus mejillas.
—Lo sé. Me has sorprendido, eso es todo.
Levantó su bolso.
—Dejaste esto en la cocina, y pensé que podrías necesitarlo.
Ella asintió.
—Gracias.
Peter dejó el bolso sobre el tocador.
—Bueno, realmente me voy esta vez, y te prometo dejarte en paz.
Lali se rio y luego se recostó en la bañera después de cerrar la
puerta. Probablemente se podría haber quedado durante horas, pero cuando sus
dedos
comenzaron a ponerse arrugados y los maravillosos aromas comenzaron a
flotar de nuevo hacia ella, pensó que era el momento de salir.
Después de secarse, se puso la ropa de Peter y barrió su cabello en
una cola de caballo. Cuando tomó su bolso, su teléfono vibró. Se había perdido
un texto de
Candela.
No te he visto desde el
almuerzo. Espero que estés bien.
Lali luchó contra los desesperados sollozos que amenazaban con
alcanzarla. Con dedos temblorosos, le envió un mensaje Cande:
Tengo mi período. Estoy con Peter. Te llamo mañana.
Solo tomó un segundo para que Cande respondiera:
Lo siento, lo siento tanto,
nena. Estoy aquí para ti. Te quiero.
Lali no pudo evitar sentirse sorprendido ante la reacción de Candela.
Había esperado que exigiera saber qué demonios estaba haciendo con Peter en
lugar de empinarse margaritas con ella. Por lo menos, Lali pensó que la hubiera
desalentado de pasar tiempo con Peter que no implicara hacer bebés.
Con un suspiro, metió su teléfono en el bolso y luego comenzó a salir
de la habitación.
CONTINUARÁ...
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