—Tener un hijo por su cuenta, sin duda, no es lo que mi esposo o yo
queríamos para Lali. Preferiríamos que hubiera encontrado un esposo y después
tuviera hijos. —Sacudió la cabeza con tristeza—. En un momento, ella tuvo eso.
Pero la vida no ha sido exactamente justa con Lali. Ella se merece toda la
felicidad del mundo, y sé que nada la haría más feliz que finalmente se
volviera realidad su sueño de ser madre.
Las lágrimas llenaron los ojos de Lali por el inmenso amor y la verdad
que había en las palabras de su abuela. Cuando se atrevió a mirar a Peter, él
estaba
sonriendo.
—No podría estar más de acuerdo con usted, señora Riera. Estoy muy
agradecido de poder ayudar a que los sueños de Lali se hagan realidad.
Abuelita ahuecó la barbilla de Lali y sonrió.
—Estás sumamente radiante, cielo. Creo que no he visto esa mirada en
tus ojos desde antes de que tu madre falleciera.
—Oh, gracias —contestó Lali, sacándose una lágrima.
Abuelita palmeó el brazo de Peter.
—Así que después de todo, solo quiero darte las gracias por hacer tan
feliz a Lali, y a la vez también a su familia.
—De nada, señora Riera.
—Por favor, llámame Virginia. —Entonces hizo un ruido de desaprobación
al ver a algunas mujeres cargando bandejas de comida hacia el granero—. Dios
mío, te vas por un minuto, y la gente se encarga de hacer todo. ¡Mejor me voy a
asegurar de que la cena no sea un total desastre!
Una vez que ella estuvo fuera del alcance de su oído, Peter suspiró
ruidosamente.
—Bueno, eso ciertamente fue inesperado.
—¿La cálida bienvenida?
Sacudiendo la cabeza, él deslizó un brazo alrededor de la cintura de
Emma.
—No, no me di cuenta de que sería un héroe por embarazarte. ¿Por lo
general en estos lugares ellos no consiguen las escopetas después de que lo
estás?
Lali se rio.
—Digamos que sería completamente diferente si fuéramos
adolescentes—Levantó la cabeza para mirarlo—. Por supuesto, dudo mucho que el
Peter adolescente me hubiera dado incluso la hora del día.
—Nunca se sabe. Habría estado muy interesado en corromperte y robarte
tu virtud.
Lali le dio un codazo juguetonamente.
—Entonces mi abuelito y mis tíos te habrían disparado en tu posesión
más preciada.
Peter sonrió entre dientes.
—Eso habría sido una tragedia.
—Oh sí, no habrías sido capaz de dejarme embarazada más
tarde—reflexionó.
Él presionó los labios contra su oído, lo que la hizo estremecerse.
—O darte alucinantes y múltiples orgasmos.
—¡Peter! —chilló, empujándolo lejos.
Él se rio de su indignación.
—Sin embargo, sabes que tengo razón.
Una voz estruendosa los interrumpió.
—Lalita Lou, ¡sube aquí y dame un abrazo!
Ella rodó los ojos pero sonrió muy a su pesar.
—Mientras abuelita pudo haber sido un pedazo de pastel, mi abuelito probablemente
va a ser un verdadero dolor de cabeza acerca de todo esto —le dijo a Peter. Lo
sintió tensarse un poco mientras la seguía hacia donde un hombre con la cabeza
plateada estada de pie con sus jeans desteñidos—. Abuelito, ¿cuándo vas a
aprender que estoy demasiado vieja para ese apodo? Él sonrió.
—Tonterías. ¡Siempre serás mi nenita y mi pequeña Lalita Lou!
Lali lo abrazó fuertemente, cerrando los ojos con alegría mientras su aroma
familiar a menta y desodorante Old Spice llenaba su nariz.
—Te he echado de menos.
Él empujo sus hombros hacia atrás y arqueó una espesa y plateada ceja hacia
ella.
—¡Ya han pasado dos semanas, niña! Estaba a punto de enviar a los chicos
a la ciudad para que comprobaran como estabas.
—Lo siento, pero las cosas han estado un poco locas últimamente. —Se
dio cuenta de que la mirada de su abuelo ya no estaba centrada en ella. En su
lugar, él se quedó mirando burlonamente a Peter—. Oh, abuelito, quiero que
conozcas a alguien. —Agarrando la mano de Peter, tiró de él hacia delante. Ante
la vista de sus dedos entrelazados, la expresión agradable en el rostro del
abuelito se evaporó, muy a su pesar, y fue reemplazada por una disimilada ira. Lali
no pudo evitar notar que en la frente de Peter se habían formado gotas de sudor
y no por el calor, sino por la intensa mirada del abuelito—. Este es Peter
Lanzani. Él es el padre de mi bebé. —Le sonrió a Peter—. Y este es mi abuelo, Felipe.
—Gusto en conocerlo, señor —dijo Peter, su voz ligeramente quebrada.
Felipe cambió su mordida de tabaco y miró la mano de Peter. De mala
gana la sacudió de arriba a abajo.
—Gusto en conocerte.
—¡Lali! —llamó alguien. Cuando ella lanzó una mirada por encima del hombro,
su primo David la saludó.
—Un segundo. Ya regreso.
CONTINUARÁ..,
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