sábado, 18 de octubre de 2014

La Proposición: Capítulo 75

—Tener un hijo por su cuenta, sin duda, no es lo que mi esposo o yo queríamos para Lali. Preferiríamos que hubiera encontrado un esposo y después tuviera hijos. —Sacudió la cabeza con tristeza—. En un momento, ella tuvo eso. Pero la vida no ha sido exactamente justa con Lali. Ella se merece toda la felicidad del mundo, y sé que nada la haría más feliz que finalmente se volviera realidad su sueño de ser madre.

Las lágrimas llenaron los ojos de Lali por el inmenso amor y la verdad que había en las palabras de su abuela. Cuando se atrevió a mirar a Peter, él estaba
sonriendo.

—No podría estar más de acuerdo con usted, señora Riera. Estoy muy agradecido de poder ayudar a que los sueños de Lali se hagan realidad.

Abuelita ahuecó la barbilla de Lali y sonrió.

—Estás sumamente radiante, cielo. Creo que no he visto esa mirada en tus ojos desde antes de que tu madre falleciera.

—Oh, gracias —contestó Lali, sacándose una lágrima.

Abuelita palmeó el brazo de Peter.

—Así que después de todo, solo quiero darte las gracias por hacer tan feliz a Lali, y a la vez también a su familia.

—De nada, señora Riera.

—Por favor, llámame Virginia. —Entonces hizo un ruido de desaprobación al ver a algunas mujeres cargando bandejas de comida hacia el granero—. Dios mío, te vas por un minuto, y la gente se encarga de hacer todo. ¡Mejor me voy a asegurar de que la cena no sea un total desastre!

Una vez que ella estuvo fuera del alcance de su oído, Peter suspiró ruidosamente.

—Bueno, eso ciertamente fue inesperado.

—¿La cálida bienvenida?

Sacudiendo la cabeza, él deslizó un brazo alrededor de la cintura de Emma.

—No, no me di cuenta de que sería un héroe por embarazarte. ¿Por lo general en estos lugares ellos no consiguen las escopetas después de que lo estás?

Lali se rio.

—Digamos que sería completamente diferente si fuéramos adolescentes—Levantó la cabeza para mirarlo—. Por supuesto, dudo mucho que el Peter adolescente me hubiera dado incluso la hora del día.

—Nunca se sabe. Habría estado muy interesado en corromperte y robarte tu virtud.

Lali le dio un codazo juguetonamente.

—Entonces mi abuelito y mis tíos te habrían disparado en tu posesión más preciada.

Peter sonrió entre dientes.

—Eso habría sido una tragedia.

—Oh sí, no habrías sido capaz de dejarme embarazada más tarde—reflexionó.

Él presionó los labios contra su oído, lo que la hizo estremecerse.

—O darte alucinantes y múltiples orgasmos.

—¡Peter! —chilló, empujándolo lejos.

Él se rio de su indignación.

—Sin embargo, sabes que tengo razón.

Una voz estruendosa los interrumpió.

—Lalita Lou, ¡sube aquí y dame un abrazo!

Ella rodó los ojos pero sonrió muy a su pesar.

—Mientras abuelita pudo haber sido un pedazo de pastel, mi abuelito probablemente va a ser un verdadero dolor de cabeza acerca de todo esto —le dijo a Peter. Lo sintió tensarse un poco mientras la seguía hacia donde un hombre con la cabeza plateada estada de pie con sus jeans desteñidos—. Abuelito, ¿cuándo vas a aprender que estoy demasiado vieja para ese apodo? Él sonrió.

—Tonterías. ¡Siempre serás mi nenita y mi pequeña Lalita Lou!

Lali lo abrazó fuertemente, cerrando los ojos con alegría mientras su aroma familiar a menta y desodorante Old Spice llenaba su nariz.

—Te he echado de menos.

Él empujo sus hombros hacia atrás y arqueó una espesa y plateada ceja hacia ella.

—¡Ya han pasado dos semanas, niña! Estaba a punto de enviar a los chicos a la ciudad para que comprobaran como estabas.

—Lo siento, pero las cosas han estado un poco locas últimamente. —Se dio cuenta de que la mirada de su abuelo ya no estaba centrada en ella. En su lugar, él se quedó mirando burlonamente a Peter—. Oh, abuelito, quiero que conozcas a alguien. —Agarrando la mano de Peter, tiró de él hacia delante. Ante la vista de sus dedos entrelazados, la expresión agradable en el rostro del abuelito se evaporó, muy a su pesar, y fue reemplazada por una disimilada ira. Lali no pudo evitar notar que en la frente de Peter se habían formado gotas de sudor y no por el calor, sino por la intensa mirada del abuelito—. Este es Peter Lanzani. Él es el padre de mi bebé. —Le sonrió a Peter—. Y este es mi abuelo, Felipe.

—Gusto en conocerlo, señor —dijo Peter, su voz ligeramente quebrada.

Felipe cambió su mordida de tabaco y miró la mano de Peter. De mala gana la sacudió de arriba a abajo.

—Gusto en conocerte.

—¡Lali! —llamó alguien. Cuando ella lanzó una mirada por encima del hombro, su primo David la saludó.


—Un segundo. Ya regreso.


CONTINUARÁ.., 

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