—Sí, lo es. Todo será hecho en casa, desde la tarta de manzana hasta
el licor.
—Maldición, creo que he muerto e ido al cielo. Bueno, no exactamente
en la parte del licor.
Lali se rio.
—Buena suerte con no tener a mis tíos obligándote a beber algunas
cervezas artesanales. Ellos querrán que pruebes tu hombría.
Peter abrió su boca para protestar, pero la voz de una mujer lo
interrumpió.
—¡Lali! —chilló y aplaudió. Lali ni siquiera tuvo que darse la vuelta
para reconocer la voz. Simplemente el sonido de ésta haciendo eco a su
alrededor revistió su cuerpo con un grueso manto de amor. Girándose, vio a su
abuela dando grandes zancadas hacia ella.
Desde el plateado y esponjoso peinado objeto de burlas, hasta el
desgastado delantal de cuadros rojos y blancos que llevaba firmemente atado
sobre su vestido, abuelita nunca parecía envejecer o cambiar. Ella era el
constante faro durante a tormenta, Lali había sido capaz de contar durante toda
su vida con su amor, apoyo y fortaleza. El rostro de abuelita se iluminó como
una bengala el Cuatro de Julio.
—¡Ahí está mi hermosa nena! —exclamó, tirando de Lali en un fuerte
abrazo. Apretándola con fuerza, dijo—: Te he extrañado mucho, querida.
—Yo también te extrañé, abuelita.
Ella se apartó y sonrió.
—Vas a tener que empezar a venir más de dos veces al mes. Tu abuelo y
yo estamos demasiados solitarios sin ti.
Lali se rio.
—Hablamos todos los días. ¿Es realmente necesario llegar a tanto?
—Sí, lo es. Especialmente cuando el bebé llegue. —Extendió la mano
para tocar suavemente el abultado vientre de Lali —. ¡Mira lo grande que te has
puesto!
—Ni me lo digas. Ninguna de mis ropas me queda.
—Bueno, considérate afortunada de que no haya empezado a notarse de
inmediato. ¡Tu mamá tuvo que usar ropa de maternidad desde el segundo mes en
que estuvo embarazada de ti!
Lali sonrió ante el recuerdo de su madre riendo y acerca de cómo ella prácticamente
se mostró desde la concepción.
—Así que, ¿cómo te sientes? —preguntó abuelita, arrugando el ceño con
preocupación.
—Mejor. Gracias a Dios las náuseas matutinas se detuvieron ahora que
ya pasé el primer trimestre. Sabré lo qué voy a tener la siguiente semana. Me
haré una
ecografía de género adelantada. El radiante rostro de abuelita se hizo
aún más brillante.
—Fantástico. Por supuesto, sigo diciendo que vas a tener un niño.
Lali miró a Peter y sonrió.
—Oírte decir eso haría feliz al padre de Peter. Desde el momento en
que lo conocí ha jurado que es un niño. Abuelita dirigió sus intensos ojos
verdes sobre Peter.
—¿Así que este hombre increíblemente guapo y apuesto que has traído
contigo debe de ser el Señor Lanzani?
El calor subió por las mejillas de Lali debido los elogios de su
abuela y por cómo hizo la presentación.
—Sí, este es Peter. Él es…
—¿El donante de esperma? —preguntó Abuelita.
CONTINUARÁ...
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