Mientras Peter la acunaba contra su pecho, Lali cubrió sus ojos con
sus manos y gimió.
—¿Qué pasa? —preguntó él.
—No puedo creer que acabo de dejar que me exprimas los sesos justo
antes de ir a casa de mis abuelos.
La risa salió de Peter.
—Lo siento soy un caliente hijo de puta y no he podido evitarlo. Pero
si somos realmente honestos, es más culpa tuya que mía.
Lali jadeó.
—¿Y exactamente cómo demonios es culpa mía?
Peter le guiñó el ojo.
—Tenías que estar tan malditamente sexy con ese vestido y esas botas
vaqueras.
—Eres imposible —resopló. Secretamente, estaba más que encantada de
oírle llamarla sexy y no ser capaz de mantener sus manos lejos de ella. Cuanto
más grande se hacía, menos deseable se sentía. Pero entonces Peter la hacía
sentirse preciosa como el día que se le propuso por primera vez en O’Malley’s.
Le besó el cuello mientras recorría sus manos arriba y abajo por su
espalda.
—Maldición, te he echado de menos —murmuró contra su garganta.
—¿A mí o al sexo? —preguntó, repitiendo la familiar pregunta.
—Después de todo este tiempo, ¿todavía vamos a jugar ese juego? —gruñó
él—. A ti. Te eché jodidamente de
menos, ¿está bien?
Ella se alejó para sonreírle.
—Oh, Peter, eres tan romántico. ¡Susúrrame más palabras dulces!
Sus ojos se abrieron mucho, pero entonces sonrió.
—Lo siento, supongo que no ha sido realmente romántico, ¿huh?
—Aprecio el sentimiento. También te he eché de menos. —Recorrió sus
dedos por su cabello y sonrió—. Aunque nos ha juntado, a veces realmente odio
tu trabajo.
—Dímelo a mí —refunfuñó.
—¿Crees que todavía estarás viajando así cuando llegue el bebé?
—Espero que las cosas se calmen para entonces. —Dejó un rastro de
besos a lo largo de la línea de su mandíbula—. Creen que pueden usarme y abusar
de mí porque estoy soltero. Tal vez deba decirles que voy a ser padre, y serán
pacientes.
Lali se pudo rígida.
—¿Quieres decir que no le has contado a nadie de tu departamento sobre
el bebé?
—No exactamente… quiero decir, mis amigos y colegas de trabajo lo
saben. —Sonrió—. Pasar tiempo contigo ha cortado un poco nuestras borracheras
de cerveza en O’Malley’s, y no están muy contentos con eso.
Un gruñido de frustración brotó de los labios de Lali. Sacudiéndose fuera
de Peter, trabajó en volver a subirse las bragas a sus muslos y reajustarse su
vestido.
—¿Qué está mal?
—¿En serio tienes que preguntar?
Él hizo una mueca.
—Estás enfadada porque no le he contado a mi jefe sobre el bebé.
—¡Por supuesto que lo estoy! —resopló, caminando por la habitación
para agarrar su maleta.
CONTINUARÁ...
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