lunes, 19 de mayo de 2014

La Proposición: Capítulo 7


CAPÍTULO 7


―La mayoría de las mujeres lo encontraría un poco más atractivo de lo que lo acabas de hacer ―reflexionó.

Ella sacudió la cabeza con furia.

―¡No puedo tener sexo contigo!

―¿Por qué?

―Simplemente no puedo.

―Vas a tener que darme una razón.

Lali torció la servilleta de papel en sus manos como era propensa a hacer cuando estaba nerviosa.

—Es que simplemente creo que el sexo es algo sagrado y especial destinado a hacerse entre dos personas que están profundamente comprometidos el uno con el otro y que están enamorados.

Sus cejas se fruncieron.

—¿Y cuántas veces has estado profundamente comprometida con alguien?

Ella se negó a encontrar su mirada expectante.

—Una vez —susurró.

—Santa mierda. —Él negó con la cabeza—. Eso es increíble.

Lali levantó de súbito su mirada para encontrar la de él.

—¡Estoy segura de que es difícil para ti comprender a cualquiera que no se folla a todo lo que se mueve! Pero yo no juego ese juego. Y sí, tenía veinte cuando perdí mi virginidad con un chico con quien había estado saliendo durante más de un año quien más tarde se convirtió en mi prometido.

—No me di cuenta que eras divorciada.

—No lo soy. Él falleció en un accidente automovilístico seis meses antes de que nos hubiésemos casado. —Lali luchó contra el diluvio de emociones que surgió por los recuerdos de Agustín. El arrepentimiento estaba allí tanto como el dolor. ¿Cuántas veces se había torturado por retrasar la fecha de su boda? En ese entonces, ella creía que estaba siendo práctica y razonable. Quería terminar la universidad, y luego quiso que él pasara por medio camino en la facultad de medicina. Así es como ella había conocido a Candela. Su novio, Victorio y Agustín eran los mejores amigos en Emory.

Lali la sacó de sus pensamientos. Haciendo un gesto, dijo:

—Jesús, Em, lo siento.

—Gracias —murmuró.

—¿Hace cuánto tiempo fue?

—Cuatro años.

Se ahogó con la cerveza que estaba tragando. Después de que se repuso de un ataque de tos, preguntó:

—¿No has tenido sexo en cuatro años?

—No —susurró, pasando su dedo a lo largo de uno de los surcos profundos en la mesa de madera. Se odiaba a si misma por admitírselo a Peter, pero él tenía que entender porque su propuesta era tan absurda. Aunque su necesidad de un
bebé era desesperada, no estaba lo suficientemente desesperada como para justificar tener sexo casual con un notorio mujeriego. O era…
—Jódeme —murmuró él—. ¿Cómo lo soportas?

Lali estrechó sus ojos ante su expresión incrédula.

—Cuando los últimos cuatro años de tu vida han sido un infierno viviente, el sexo realmente no está rankeado en lo alto de tu lista de prioridades.

Peter frunció sus cejas.

—¿Qué quieres decir?

Ella miró abajo hacia la servilleta, la cual ahora yacía desmenuzada en su regazo y trató de mantener sus emociones bajo control. La última cosa que quería hacer era ponerse histérica delante de él por segunda vez esa noche.

—Después de que Agustín, mi prometido, falleciera, simplemente me cerré durante un año. Supongo que podrías decir que era como un zombi. Me levantaba, iba a trabajar y volvía a casa. Entonces mientras empezaba a ver la luz del sol otra vez, mi mamá fue diagnosticada con cáncer. Ella era mi mundo entero y durante dieciocho meses, toda mi vida fue consumida por cuidar de ella. —Las lágrimas nublaron sus ojos—. Y entonces ella solo se fue.

A la vista de la afectada expresión de Peter, Lali dio una risa nerviosa.

—Puedo imaginar ahora que estas deseando no haberme pedido nunca salir por una copa, mucho menos proponerte.

—Eso no es del todo lo que estaba pensando.

—Oh, ¿en serio?

—Si quieres saberlo, estaba pensando sobre como nunca antes conocí una mujer como tú.

—¿Se supone que hay un cumplido ahí?

—Por supuesto que lo hay. No soy tan imbécil, sabes. —Después de que ella rodó sus ojos escépticamente, él tomó su mano en la suya—. Eres como una paradoja para mí. Un minuto eres como una frágil flor y al siguiente eres dura como el acero inquebrantable.
Lali no pudo evitar que su boca se abriera.

—No puedo creer que acabas de decir algo tan profundo y sensible.

—Tengo mis momentos —contestó él con una sonrisa.

—Por lo que más quieras, por favor, trata de tener más de ellos.

La expresión jovial de Peter se volvió seria.

—Realmente lo siento por todo lo que has pasado en los últimos años. Nadie debería tener que soportar tantas cosas y hacerlo solo. —Gracias —murmuró, mientras intentaba no mirarlo fijamente como si de repente le hubieran crecido cuernos. ¿Era realmente posible que debajo de su personaje egocéntrico hubiera realmente un corazón bueno? ¿Uno al que realmente le importaba todo por lo que ella había pasado?

—Y también lamento haberte dado un momento difícil sobre el asunto del sexo. Es completamente refrescante conocer a una mujer con viejos ideales.

—¿En serio?


Peter le dio a Lali una tímida sonrisa.


CONTINUARÁ ···> Martes, 20/05

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