CAPÍTULO 5
Él hizo una mueca.
―Tengo cuatro hermanas mayores. Confía en mí, he pasado algún tiempo en
infernales baby showers.
Lali sonrió.
―Supongo que lo tienes.
―Entonces, ¿qué pasó? ―insistió él.
Con un encogimiento de hombros, respondió:
―En realidad nada. Fue solo más difícil de lo que pensé que iba a ser.
―¿Por qué quieres un bebé propio?
Ella se quedó sin aliento y casi dejó caer su margarita.
―Espera, ¿cómo podrías…?
―Pablo me dijo.
Lali abrió sus ojos mientras un cálido rubor bailaba sobre sus
mejillas y cuello.
―¿Él… él lo hizo? ¿Qué… qué más te dijo?
Peter tomó otro trago antes de responder:
―Que se suponía que iba a ser el padre de tu bebé, pero se echó para
atrás.
A pesar de que solo había tenido un sorbo de su bebida, la habitación
se inclinó y giró a su alrededor. Ella negó con la cabeza, tratando de
sacudirse libre de la pesadilla que había tomado la conversación. Esto no podía
estar pasando
―¡Voy a matarlo!
―No tienes que hacer eso.
―¿Me estás tomando el pelo? ―La voz de Lali se alzó una octava―. Ya
era bastante malo cuando estaba enviando mensajes de texto y llamando todo el
tiempo. Ahora aparece en mi trabajo para acosarme. ¡Pero lo peor de todo, te lo
dijo a ti, de entre todas
las personas, el detalle más íntimo de mi vida personal!
Peter se inclinó hacia adelante, chocando sus codos contra los de
ella.
―Yo de todas las personas... ¿Qué se supone que significa eso?
Lali bajó su cabeza.
―Nada.
―Oh, no. No te vas a escapar tan fácilmente.
―Es solo que con el tipo de hombre que eres, no puedes entender
posiblemente mis problemas o mis deseos.
Peter soltó un bufido.
―Déjame adivinar. ¿Debido a mi supuesta reputación de mujeriego, no
puedo comprender cómo debe ser para ti querer tanto ser madre como para
conseguir que tu mejor amigo gay te deje encinta?
―Eso no es lo que quiero decir.
―Entonces dime.
Lali se inclinó para que sus rostros estuvieran a pocos centímetros de
distancia.
―Desde que te crees que lo sabes todo, dime si entiendes esto. ¿Alguna
vez has deseado tanto algo que te parece que morirás, si no lo tienes? Que la
sola idea te quita el sueño. No puedes dormir, no puedes comer, no puedes
beber. Estás tan consumido por el deseo, que nada más importa, y no estás
seguro de que vale la pena vivir la vida si no puedes tenerlo. ―Amargas
lágrimas le escocían de los ojos, y se mordió el labio para no llorar en frente
de él.
Mientras Peter permanecía en silencio, Lali negó con la cabeza y se
echó hacia atrás en su silla.
―¿Ves? A las pruebas me remito. Un hombre como tú no puede
posiblemente entender cómo se siente para mi querer un bebé.
―No, lo entiendo. Realmente lo hago.
Ella arqueó las cejas castañas hacia él.
―Seriamente lo dudo.
―Tal vez, hasta cierto punto... ―Una lenta sonrisa lasciva se
escabulló por su cara, una que envió calor a sus mejillas y la hizo retorcerse
en su silla―. Te deseaba tanto en la fiesta de Navidad que pensé que moriría
cuando te negaste a venir a mi casa conmigo.
El tono ronco de su voz la sobresaltó.
―¿Perdón?
Él deslizó su silla tan cerca de la de ella que luchó contra el
impulso de retroceder. Tragó saliva ante su proximidad. El brillo lujurioso
destellando en sus ojos lo hizo como el Lobo Feroz cerniéndose sobre ella.
―¿Cuánto más claro puedo hacerlo? Estabas malditamente sexy con ese
vestido verde. Tu cabello estaba suelto y caía en ondas alrededor de tus
hombros. Y te mantenías dándome esas pequeñas sonrisas inocentes a través de la
habitación.―Su aliento la abrasaba en la mejilla antes de que él le susurrara
al oído―: Nunca he querido follar a alguien tanto como quería follarte a ti.
Ella lo empujó con toda la fuerza que pudo reunir.
―¡Dios mío, eres un bastardo egoísta! Estoy desnudando mi alma ante ti
acerca de querer tener un hijo y me dices que quieres... quieres...
Peter cruzó sus brazos sobre su pecho.
―Eres una chica grande, Lali. ¿No puedes decir follar?
―Eres seriamente asqueroso. ―Agarró los bordes de su copa y entrecerró
los ojos hacia él―. Si yo no necesitara desesperadamente el resto de mi
margarita, ¡lo lanzaría en tu arrogante cara!
Él se rio de su indignación.
―Ahora, ¿es esa manera de hablar con el futuro padre de tu hijo?
Ella retrocedió en su asiento como una banda elástica.
―¿Di… disculpa?
―Estoy hablando de una pequeña proposición para que los dos podamos
conseguir algo que realmente, de verdad queremos. Yo doy un poco, y tú das un
poco.
―¿Qué quieres decir?
CONTINUARÁ ···> Domingo 18/05/2014
No hay comentarios:
Publicar un comentario