lunes, 12 de mayo de 2014

La proposición: Capítulo 1


CAPÍTULO 1



Lali Espósito dio un paso atrás para admirar su duro trabajo. Una breve sonrisa de satisfacción centelleó en su rostro. De alguna manera se las había arreglado para llevar a cabo la casi milagrosa transformación de la lúgubre sala de conferencias del cuarto piso en un exquisito sueño rosa. Estaba especialmente orgullosa de sí misma considerando que decorar y organizar fiestas no era exactamente su fuerte. Por supuesto cuando se trataba de vender la imagen a cualquier futura mamá que quisiera un baby shower, su posición en una de las agencias de publicidad más prestigiosas en Atlanta ayudaba mucho. Ladeando la cabeza, notó que su banner de “Es una niña” estaba débilmente inclinado hacia la izquierda. Después de fijarlo, sus dedos recorrieron el mantel rosa pálido adornado con regalos colorida y refrescantemente envueltos para el próximo arribo.

Se sopló un errante mechón de cabello castaño fuera de su rostro y trató de suavizar de nuevo el nudo en la base de su cuello. Sí, esto es exactamente lo que querría para mi baby shower... si alguna vez tengo uno. Un dolor punzante entró en su corazón antes de recorrer su camino a través de su pecho. Era una sensación que se estaba volviendo demasiado familiar con su trigésimo cumpleaños estando a la vuelta de la esquina, cerniéndose sobre ella como una nube oscura, mientras que la maternidad, junto con el Sr. Correcto, aún la evadían. Estar sin esposo y sin hijos era lo más doloroso después de la muerte de sus padres. Después de perder a su madre hace dos años, había jurado que reemplazaría el amor que había perdido al encontrar un esposo y tener un hijo. Por desgracia, nada en su vida parecía nada en su vida parecía
funcionar tan bien como lo planeaba en su cabeza.

Luchando por evadir sus pensamientos, miró su reloj, el que había pertenecido a su difunta madre, para ver la hora. Solo quince minutos antes de que los invitados, sobre todo sus compañeros de trabajo, comenzaran a llegar. Está bien, Lali, es el momento de poner tu cara de juego. ¡La anfitriona de la fiesta no puede dejar que el monstruo de ojos verdes de los celos la consuma y la ponga como una fiera, tirando las mesas y lanzando regalos en un ataque similar al de la ira de Hulk!
¡Toma el control!

La charla hizo poco para acallar las agitadas emociones atravesándola. Agarró la mesa hasta que sus nudillos se pusieron blancos. Mientras las lágrimas silenciosas corrían por sus mejillas, rápidamente se las secó. Alzando sus profundos ojos verdes al techo, pensó: Por favor ayúdame a pasar por esto.
—Sabes, tengo una lima de uñas en el cajón de mi escritorio si quieres cortarte las muñecas. ¡Sería mucho más rápido como el infierno que lo que estás haciendo ahora!

Lali saltó y aferró su pecho. Se dio la vuelta para ver a su mejor amiga, Candela, sonriéndole. Se limpió frenéticamente las lágrimas restantes de los ojos con el dorso de la mano.

—¡Por Dios, Cande, me asustaste!

—Lo siento. Supongo que estabas tan perdida en la miseria y autodesprecio que no me oíste decir tu nombre.

Agachando la cabeza, Lali respondió:

—No sé de qué me estás hablando. Solo estaba comprobando para asegurarme de que todo se veía bien antes que todos lleguen.

Cande rodó sus ojos.

—La, ¿en qué estabas pensando estando de acuerdo con esto? Es un lento
suicidio emocional.

—¿Cómo podría no hacerlo? Therese es la que me consiguió el trabajo aquí. Me enseñó todo lo que sé. Ha pasado por tres rondas de Fertilización In Vitro. Si alguien merece un baby shower, es ella.

—Sí, pero no tenías por qué ser la que lo preparara. Quiero decir, ella lo habría comprendido totalmente, en especial con todo lo que ha sucedido últimamente con Pablo.

El teléfono de Lali vibró en la mesa. Echó un vistazo al identificador de llamadas e hizo una mueca.

—Hablando del diablo.

—¿Sigue llamando y enviando mensajes de texto sin parar? —preguntó
Cande.

—Sip. Qué suerte la mía.
—Dejame responder. Le diré a ese idiota que vas a conseguir una orden de
restricción o algo así.

—Es inofensivo, Cande.

—Solo tienes que decirle al tipo que crezca, sea un hombre y te dé un poco
de esperma.

Una risita escapó de los labios de Lali.

—Tan tentador como sería, será mejor que pase. Todo lo del esperma y el bebé, es lo que empezó todo este lío en primer lugar.

Candela emitió un gruñido de frustración.

—El hecho de que estés pensando en que alguien tenga que donarte esperma es ridículo. —Puso sus manos sobre los hombros de Lali—. Eres demasiado hermosa, dulce y sorprendente para renunciar al mundo de las citas para tener un hijo.

—Bonito cumplido. ¿Alguna vez has pensado en trabajar en publicidad? —murmuró Lali.

—Ja, ja, listilla. No estaba tratando de venderte algo. Es la maldita verdad. No sé cuando finalmente vas a creerla. ¡Más que nada, me gustaría saber cuándo los hombres de alrededor de la ciudad van a sacar sus cabezas y sus traseros y verlo también!

Lali alzó sus manos con exasperación.

—Cande, teniendo en cuenta que mi reloj biológico está sonando, más que corriendo, creo que es un poco tarde para eso.

―Pero todavía no tienes treinta —protestó Cande.

—Ya lo sé, pero he querido un bebé desde que tenía veinte. Quiero, no, necesito, tener una familia de nuevo. Perder a mis padres y no tener hermanos o hermanas… —Su voz se entrecortó por la emoción.

Candela frotó el brazo de Lali con simpatía.
—Todavía tienes mucho tiempo para bebés. Y el esposo que podría venir también.

Poniendo sus ojos en blanco, Lali dijo:

—¿Te puedo recordar el desfile de idiotas con los que he tenido la mala suerte de salir en los últimos seis meses?

—Oh, vamos, no estaban tan mal.

—¿Estamos clasificando en una curva extrema o algo así? Primero, estaba Maxi el —Hizo comillas en el aire con los dedos—, prácticamente separado economista cuya esposa nos siguió en nuestra cita y enloqueció en medio de Cheesecake Factory.

—Mierda, ahora lo recuerdo. ¿No llamaron a la policía?

—Oh, sí. ¡Tuve que llamar a Pablo para que viniera a buscarme porque
los dos fueron detenidos por alterar la paz!

—Así que hubo una mala semilla en la mezcla —sostuvo Cande.

—Luego estuvo el funerario que me deleitó durante toda la cena acerca de los pros y contras del embalsamamiento, sin mencionar que pienso que tenía un apego bastante malsano a algunos de sus difuntos clientes.

Cande hizo un ruido de arcadas.

—Está bien, admitiré que la necrofilia podría sacar a cualquiera por un tiempo de las citas.

¿Un tiempo? ¿Qué tal toda la estúpida vida, Cande? —Lali se estremeció—. Gracias a Dios, fue una cita, y nunca me tocó.

—Así que dos huevos podridos. Hay toda una ciudad llena de hombres por ahí, La.

Lali llevó sus manos a sus caderas.

—¿Y supongo que estás teniendo amnesia selectiva sobre Santi, el dentista?
Cande arrugó su cara con dolor.

—¿Todavía está en la cárcel por esos cargos de voyerismo?

Lali sacudió su cabeza.

—¡Afortunadamente, el Estado es bastante severo con aquellos que instalan cámaras ocultas en el vestidor masculino del gimnasio!

—Bueno, esos son los casos extremos.

—¡Francamente, algunas de las otras chicas en nuestro departamento creen que tengo que escribir un libro de malas experiencias en las citas!

—Ahora espera un minuto. Has salido con algunos chicos decentes, también.

Lali suspiró.

—Y en el instante en que se dieron cuenta que no iba a ir a la cama con ellos antes del aperitivo, corrían hacia la puerta. Si en realidad terminábamos la cena, entonces el hedor de mi matrimonio y la desesperación por los bebés los
ahuyentaba.

Cande sonrió.

—Mira, lo estás haciendo mal. Debes ceder a la idea de lanzar la precaución al viento y tener sexo sin sentido de concebir.


—No lo creo. —Lali sacudió su cabeza—. Solo porque Pablo descartara la idea de la donación de esperma, no significa que me vaya a rendir. De alguna manera, voy a tener un hijo al cual amar.


CONTINUARÁ ···> Martes 13/05

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