CAPÍTULO 16
Lali entró en el baño y se quedó sin aliento. Un rastro de
entrelazados pétalos de rosas rojas y rosas guiaba el camino desde la sala de
estar al dormitorio. En la mesita de café, una botella de champán fría en un
enfriador plateado junto a dos copas de champán. Un cuenco rebosante de fresas
bañadas en chocolate hizo que su estómago gruñera. Volvió la mirada y luego
siguió los pétalos de rosa hacia el dormitorio donde filas de velas esperaban a
ser encendidas y un paquete envuelto en color rosa se sentaba en la cama. Miró
de nuevo a Peter que estaba quitándose la chaqueta de su traje.
—¿Hiciste todo esto por mí?
—Me gustaría tomar el crédito, pero el personal hizo toda las cosa de
velas, frutas y flores —respondió, echando la llave sobre la mesa. Ante su
continua expresión de desconcierto, él se rio entre dientes—. ¿Qué esperabas?
¿Una cama individual y un polvo rápido? Sé que esto es solo acerca de la
procreación, pero dame un poco de crédito.
—No... pero no me imaginaba esto. —Ella sonrió tímidamente—. Pero si
sirve de algo, gracias.
—De nada.
—¿Qué hay en la caja? —preguntó, señalando la cama.
—Algo para ti.
—¿Para mí?
Él asintió con la cabeza y le entregó el paquete.
—Antes de que lo abras, permíteme decir esto. Ya sabes que no tienes
que hacer nada más que respirar para darme una furiosa erección…
—¡Peter!—protestó ella.
Él se rio de su indignación.
—De todos modos, soy una especie de hombre de lencería, así que pensé
que podrías divertirme y usarlo.
Abrió la tapa de la caja. Después de sacar el papel de seda color
rosa, sus ojos se enfocaron en el satén verde esmeralda. Sus dedos temblaban
mientras metía la mano para sacar el camisón baby doll. El corpiño tenía
intrincadas cuentas verdes y doradas y flores bordadas con un material tan puro
y largo hasta sus muslos junto con un tanga a juego.
—¿Está bien?
—Es hermoso —murmuró. El pensamiento de él comprando solo para ella
fue abrumador. ¿Lo hacía para todas sus conquistas, o ellas venían con su
propia lencería confeccionada?—. Gracias.
El rostro de Peter se iluminó con una amplia sonrisa.
—No sé acerca de que sea hermoso. Se trata más de cómo eres tan
jodidamente sexy cuando estás de verde. Al igual que el vestido verde de la
fiesta de Navidad y el que estás usando esta noche. —Él tiernamente cepilló un
mechón de su cabello castaño rojizo de su cara—. Ese color hace todo contigo,
destacándote de tu cabello a tus ojos.
—Pero, ¿cómo supiste mi talla?
—Candela me ayudó con eso.
Lali puso los ojos.
—¿Por qué no me sorprende? Voy a tener que recordar darle las gracias
por eso.
Peter se rio.
—Bueno, si te hace sentir mejor, ella juró que me cortaría las bolas
si arruinaba esta noche para ti.
—¿No lo hizo? —chilló Lali
—Oh, sí, lo hizo.
—¡Entre Pablo y Candela, no puedo creer que aún quieras seguir con
esto!
—Está bien. Trabajo bien bajo presión —bromeó Peter. Hizo un gesto con
la cabeza al cuarto de baño—. Ahora pon tu cara de juego y cámbiate.
Lali soltó una risita.
—Está bien, entonces. —Ella se metió en el cuarto de baño y cerró la
puerta, bloqueándola por si acaso. Bajó la cremallera de su vestido, y se
amontonó en un susurro de gasa en el suelo. Después de intercambiar sus bragas
por el tanga, se quitó el sujetador y se puso el camisón. No había botones o cremalleras,
solo un lazo de raso para atar en el centro para mantenerlo en su lugar. Cuando
terminó, se quedó mirando su reflejo en el espejo—. Oh —murmuró. De alguna
manera ponerse el camisón le había transformado en una completa gatita sexual.
Ella casi podía oír la voz de Candela zumbando en su oído: ¡Ve por él, nena!
Mientras su mano se cernía sobre el pomo de la puerta, tomó unas
cuantas respiraciones tranquilizadoras antes de abrirla. Peter estaba de
espaldas a ella cuando salió del cuarto de baño. El dormitorio brillaba a la
luz de las velas y la
suave música sonaba desde un equipo de sonido en la esquina. Ella no
podía creer que él estaba yendo por todo este problema. En su mente, lo había
imaginado conduciéndola por las escaleras como el Lobo Feroz y devorándola
antes de que pudiera cerrar la puerta.
Se puso de pie torpemente en el centro de la sala esperando para que
él la notara. Cambió de pie, frotándose los brazos desnudos. Finalmente, se
aclaró la garganta. Cuando Peter se dio la vuelta, sus ojos se abrieron.
—Santa mierda, La.
Tímidamente tiró el dobladillo del baby doll, tratando de cubrirse un
poco más.
—¿Cómo me veo? —preguntó, mientras se giraba lentamente alrededor para
su aprobación.
Él cerró el espacio entre ellos en dos zancadas. Envolviendo sus
brazos alrededor de su cintura, la atrajo contra él. Su aliento jugó sobre su
mejilla mientras le susurraba:
—Sexy como el infierno.
CONTINUARÁ ···> Viernes, 30/05
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