sábado, 27 de septiembre de 2014

La Proposición: Capítulo 63


—Jesús, La, ¿qué demonios estás usando?

Ella miró su conjunto como si fuera de lo más normal.

—Solo una sorpresa para ti. ¿No te gusta?

—Oh, sí me gusta. —Peter lamió sus labios, sus ojos deleitándose en el sobresaliente escote del corsé—. Es solo que pensé que después de actuar como un cerdo, iba a estar fuera del departamento del sexo esta noche.

—Bueno, debería darte unas buenas nalgadas por haber sido tan malo antes.

Peter rio.

—Creo que podría disfrutar eso.

Con una sonrisa sugerente, se levantó del sofá. La mirada de Peter se ensanchó al ver las ligas y medias altas. Tomó una almohada del sofá y la tiró al piso. Inclinándose frente a él, sus dedos fueron al botón de sus pantalones.

—Quiero terminar lo que empezamos antes de ser interrumpidos, si te parece bien.

—Me parece perfecto.

Ella bajó su cierre, y Peter levantó sus caderas para dejarla bajar sus pantalones. Su erección saltó de su ropa interior. Arrodillándose entre sus piernas sobre la almohada, corrió sus manos arriba y debajo de los muslos de él, sus uñas corriendo en su sensible piel.

—Por favor, La —murmuró Peter.

Lali sonrió dulcemente mientras bajaba la pretina de su ropa interior y liberaba su erección. Tomándolo con una mano, lamió un suave camino de inicio a fin. Su lengua jugó y giró alrededor de la cabeza. Succionó solo la cabeza con su boca y luego la soltó. Peter gruñó:

—Nena, no juegues conmigo. Ha pasado demasiado tiempo.

Ella continuó con su lento asalto, sintiéndolo agrandarse con sus toques. Soltó aire en su punta, lo que causó un bajo gruñido de Peter. Cuando comenzó a protestar de nuevo, lo deslizó en su boca. Peter se atragantó y movió sus caderas, causando que ella lo tomara más profundo. Lo deslizó dentro y afuera, succionando fuerte en el límite de su cabeza, mientras lo agarraba firmemente con su mano. Cada vez que lo hacía, él gemía de placer.

—Oh, La… ¡Oh, mierda! —Aceleró el ritmo cuando sus dedos se enredaron en su cabello—. Me vendré si no te detienes —advirtió.

Pero ella lo quería todo, así que siguió trabajando su pene con su boca, tomándolo más y más profundo cada vez, succionando con más presión. Finalmente el gritó, levantando sus caderas y bañando el interior de su boca con él. Ella lamió y succionó hasta que estuvo seco, y cuando ella lo miro, sus ojos la quemaban.

—Dios, ¡eso fue bueno!

—Me alegra que te gustara.

Él se inclinó y la atrajo a su regazo. Lali se sintió humedecer mientras lo frotaba. Las manos de Peter encontraron su camino hasta sus senos, levantándolos del corsé. Mientras los tomaba, la miró con una sonrisa.

—Creo que entiendo tu pequeño juego ahora.

—¿Mi juego? —preguntó inocentemente.

Él asintió.

—Querías probar que puedes tener un bebé y aún tener una vida sexual caliente.

Ella arqueó sus cejas.

—Oh, ¿crees que lo que acabo de hacer fue en serio tan caliente?

Peter masajeó sus pezones con sus dedos, haciendo que se endurecieran.

—¿Tú usando algo tan sexy y luego chupándome? Demonios, si, fue increíblemente caliente.

—Solo quería darte la bienvenida. —Se frotó contra su pene causando que volviera a la vida con varias frotadas de sus caderas...

—La, me estás volviendo loco —murmuró Peter, sus labios acariciando sus pechos.

—Llévame a la cama entonces —ordenó.

—Con placer. —La tomó de las caderas y la levantó a sus pies. Al pararse, él dejó caer su ropa interior.

—Y apresúrate a quitarte la camisa. Huele —instruyó Lali mientras iba al dormitorio. Sacudió sus caderas provocadoramente para llamar su atención. Se
rio al oír los botones saltando de la camisa de Peter y luego rebotando en el piso. Solo él arruinaría una camisa cara por sexo. Apenas había cruzado el pasillo antes de que llegara a su lado. Envolvió su cintura con sus brazos y la atrajo contra él. Su aliento quemaba su mejilla.

—Te haré acabar tan duro que gritarás mi nombre.

Lali se sacudió en anticipación mientras se apretaba contra Peter.

—Shh, tendremos que ser silenciosos o despertaremos a Mason—respondió.

Peter resopló.

—No esperaba una audiencia.

—Bueno, ¿qué sugieres?

Miró al otro lado del pasillo y la empujó a la alcoba de invitados, comenzó a cerrar la puerta, pero Lali sacudió su cabeza.

—No podré oír a Mason.

Peter gruñó con frustración y la empujó a la cama. Sus dedos liberaron los botones del corsé. Cuando sus pechos fueron liberados, su boca de inmediato se cerró sobre un pezón. Su erección presionó su estómago, y ella se sintió humedecer más y más. Las manos de él fueron a sus bajándolas por sus piernas. Él la giró y la inclinó sobre el borde de la cama, sus codos descansando en el cobertor. Abrió más sus piernas. Su pene jugueteó en su entrada desde atrás, y preguntó:

—¿Esto está bien?

—Ummm, hmmm —murmuró.

En el primer empuje, Lali gritó. Peter se inclinó en su espalda, su voz sonando en su oído.

—No despiertes a Mason —advirtió él.

Ella lo miró sobre su hombro.

—¿Qué pasó con lo de hacerme gritar? —presionó.

—Oh, aún puedo hacer eso. —Su mano bajo y llegó a su hinchado clítoris.

Lo frotó mientras entraba y salía de ella—. ¿Es demasiado, nena? —preguntó con voz gruesa. Ella sabía que aún tenía miedo de hacer algo que lastimara al bebé. Ella sacudió su cabeza.

—No, está bien. Tan bien. —La otra mano de Peter fue a acariciar su pecho, presionando el pezón entre sus dedos—. Sí, ¡oh, sí! —gritó Lali, casi alcanzando su primer orgasmo.

Cuando Peter quitó su mano, ella gruñó con frustración. Una vez que su excitación comenzó a disminuir, él llevó sus dedos de nuevo, golpeándola y acariciándola, haciéndola llegar de nuevo.

—¡Sí! ¡Oh, Peter, oh, por favor! ¡ Peter! —gritó.

—¿Por favor qué?

—¡Por favor sigue tocándome! ¡Por favor, hazme acabar!

La tocó más y más rápido hasta que presionó su cara contra el cobertor, apretando las sábanas con sus manos, y gritó. Sintiéndose cerca, Peter tomo las caderas de Lali con más fuerza y enterró su rostro en su cuello. Él acabó muy duro, pero no se molestó en ocultar sus gemidos. Cuando acabó, la levantó y la giró para enfrentarlo.

—Si me sigues dando bienvenidas como estas, creo que tendré que viajar más seguido.

—Ay, eso sería lindo, pero te extrañaría demasiado durante la semana.

Peter sonrió.

—¿A mí o al sexo? —preguntó, disparando la usual pregunta.

Ella inclinó su cabeza.

—Bueno, ¡al sexo por supuesto!

Él gruñó y la palmeó juguetonamente en el trasero.

—Lo he dicho una vez y lo diré de nuevo. Esa boca tuya solo causa problemas.

Ella se desprendió de su abrazo.


—Voy a tomar una ducha. ¿Quieres unirte?


CONTINUARÁ...

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