domingo, 28 de septiembre de 2014

La Proposición: Capítulo 64


Un poco después de las tres, el sonido del llanto de Mason despertó a Lali. Empujó a Peter que estaba tumbado encima de ella.

—Despierta, Peter.

—¿Hmm?

—Mason está llorando.

Gruñó y rodó fuera de ella. Mientras Lali se ponía la bata, Mason soltóun chillido agudo.

—Jesús, ese niño tiene un par de pulmones en él —dijo Peter antes de poner una almohada sobre su cabeza.

Ella se apresuró hacia el corral.

—Shh, está bien cariño —murmuró, cargando a Mason. Su llanto disminuyó un poco, pero aun así continuó llorando.

La voz de Peter llegó amortiguada debajo de la almohada:

—La, ¿te importaría llevarlo a él y al llanto a otra parte?

La ira ardió en Lali. ¿Cómo se atrevía a tratarla de esa manera? Moviendo a Mason sobre su hombro, utilizó la mano libre para golpear la parte de atrás del
cuello de Peter. Fuerte. Él echó hacia atrás la almohada y la fulminó con la mirada.

—¿Por qué demonios fue eso?

—Porque estás siendo tan insensiblemente imbécil.

—Porque estoy sobrecargado de trabajo, bajo los efectos del desfase horario y solo quiero dormir —gruñó.

Lali sacudió la cabeza.
—Tu comportamiento esta noche está dándome seriamente algo en lo que pensar.

Peter se levantó en la cama y se frotó los ojos.

—¿De qué te estás quejando ahora?

—¿Es así como va a ser con nuestro bebé? ¿Contigo solo pensando en tus propias necesidades egoístas, resentido con el bebé cuando se interponga entre nosotros y el sexo, y sobre todo, haciendo parecer que soy una madre soltera cuando estás en la misma habitación que yo? Poniendo los ojos, Peter tiró de la sábana.

—Bien. Iré a preparar su jodido biberón. ¿Eso te hará feliz?

—Tal vez —contestó ella. A pesar de que salió de la habitación dando fuertes pisadas con el culo al aire, Lali sonrió porque su discurso lo hubiera afectado lo suficiente como para reaccionar. Cada pequeña batalla era una victoria en su favor. Se agachó suavemente en la mecedora, acariciando la espalda de Mason—. Espera, cariño. Tío Peter va a traer tu biberón.

Sus palabras tuvieron un pequeño efecto en él, y para cuando Peter regreso, estaba con la cara roja, resoplando con hambrienta rabia y agitando los brazos y las piernas.

—Maldición, hombrecito, cálmate —dijo Peter, empujando el biberón hacia Lali.

—Gracias —dijo, con una sonrisa—. Parece que las rabietas corren en la familia Lanzani —reflexionó, mientras Mason se aferraba al biberón.

—No tengo idea de lo que estás hablando —respondió Peter con una sonrisa. Se desplomó de nuevo sobre la cama—. Obviamente heredo eso de su padre, el imbécil que embarazó a Megan y salió corriendo.

—Qué idiota. ¿Quién podría incluso pensar en dejar a un ángel como Mason o a un encanto como Megan? —contestó Lali. Moviendo suavemente la mecedora de un lado al otro mientras Mason succionaba la leche con avidez—

Tenías hambre, ¿no es así? —preguntó, mientras lo colocaba en su hombro y lo hacía eructar.


CONTINUARÁ...

No hay comentarios:

Publicar un comentario