Peter recorrió a su padre con una mirada nerviosa. Trago con fuerza
mientras Juan miraba fijamente la silueta de Lali retirándose. Al oír el sonido
de la puerta del baño cerrándose de golpe, Juan levantó una ceja expectante.
Su mente giraba con la forma en que él posiblemente iba a explicar el
comportamiento de Lali y mantener su secreto. Finalmente sonrió como
disculpándose.
—Debería haber mencionado que ella era vegetariana, y que el olor de
la carne la hace enfermar.
—No me mientas.
—¿Disculpa? —preguntó Peter, inclinándose hacia adelante en su
asiento. Esa ciertamente no era la respuesta que esperaba. Su mentira le
parecía bastante plausible. Bueno excepto por el pequeño hecho que Lali había
aceptado felizmente una invitación a almorzar pastel de carne hace menos de
diez minutos.
Juan negó con su cabeza.
—Está embarazada, ¿cierto?
El propio estómago de Peter se revolvió, y luchó contra el impulso de
salir huyendo de la mesa así como lo hizo Lali.
—¿Qué te hace pensar eso? —dijo con voz ronca. Estaba seguro como el infierno
y esperaba que Lali no le hubiera mencionado algo a Juan mientras ellos estaban
mirando las rosas. Si alguien iba a dejar caer la bomba sobre su inminente
paternidad, ese iba a ser él.
—Debido a tu madre. Ella no podía soportar estar en la misma
habitación donde hubiera carne cuando estaba embarazada de ti. Incluso el olor
más leve la enviaría al baño. Lo peor era cuando estábamos en la ciudad y
pasábamos por unos puestos de perros calientes. —Juan sonrió con nostalgia—. No
he visto a nadie más tener esa clase de reacción aparte de ella, ni siquiera a
tus hermanas.
Peter lanzó una mirada al pasillo.
—Lali solo tiene seis semanas más o menos. Las náuseas matutinas o
supongo que debería decir las náuseas, le están dando muy fuerte.
—¿Supongo que el niño es tuyo?
—Por supuesto que lo es —gruñó Peter.
—Seguramente puedes ver porque te preguntaría. Después de todo, me la
presentaste como una amiga del trabajo y ahora me estás diciendo que está
embarazada de tu hijo.
—No sabía muy bien como decírtelo.
—¿Estas planeando casarte con ella?
—No es tan simple.
Las cejas de Juan se arquearon en sorpresa.
—¿No lo es? Pensé que si embarazabas a una mujer, harías la cosa más
honorable y le propondrías matrimonio. ¿Por qué diablos estas durmiendo con
ella si no la amas o ves un futuro con ella? ¿O sigues empeñado en ser
un imbécil que usa a las mujeres para sus propios fines egoístas?
Peter entrecerró sus ojos y agarró con fuerza el borde del mantel de
encaje.
—Jesucristo papá, no te contengas. ¡Dime cómo te sientes de verdad!
CONTINUARÁ...
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