jueves, 11 de septiembre de 2014

La Proposición: Capítulo 48


Después de que dejaran O’Malley’s, Peter siguió a Lali a casa. Cuando entró en el garaje, bajó del auto y se encontró con él en el camino de entrada. Estaba mirando alrededor del jardín.

—¿Dónde está Beau?

Lali se echó a reír.

—Lo puse en su columpio en el sótano antes de venir a encontrarte. ¿Quieres que lo suelte?

Él sacudió su cabeza mientras comenzaban a subir por el camino de entrada.

—No, puedo esperar a verlo hasta que te devore al menos una vez más.

Lali hizo un ruido chasqueante.

—Pobre Beau. Su papi siempre está pensando primero en sus necesidades.

Peter se rio.

—Es un chico. Así que lo entenderá totalmente.

—Oh, ¿en serio?

—Mejor lo crees, si alguna perra en celo se le acercara, no pensaría dos veces en hacer caso a su polla y pasar de mí.

—¿Eso es lo que soy yo para ti? ¿Una perra en celo? —preguntó Lali, fingiendo estar ofendida.

—Por supuesto que no… bueno puede que lo hayas sido antes de que te embarazara.

Sacudiendo la cabeza hacia él, abrió la puerta delantera y la mantuvo abierta para Peter. Cuando se giró para cerrar la puerta y bloquearla detrás de ellos, Peter le ganó la mano. Amarrándola por detrás, le agarró las manos y se las colocó contra la puerta de madera. Enterró su cabeza al lado de su cuello antes de envolverle la cintura con sus manos y presionar su erección contra su espalda.

Presionando contra ella, gimió:

—Dios La, te deseo tanto que duele.

La sensación de su necesidad contra ella causó que el calor inundara su centro. Lo había extrañado emocionalmente, pero el creciente dolor entre sus piernas era la forma que tenía su cuerpo de mostrarle cuanto lo había extrañado físicamente.

Una de sus manos dejó su cintura para subir por su torso hasta acunar uno de sus pechos. Cuando él lo amasó más o menos como a ella le gustaba, gritó de dolor en lugar de placer. Ante su reacción, Peter inmediatamente se tensó. La giró para enfrentarlo, con sus cejas fruncidas con preocupación.

—Lo siento, La. Solías volverte loca cuando te hacía eso.

Ella le acunó la cara entre sus manos, pasando su pulgar por la línea de su mandíbula.

—No es tu culpa. Debí advertirte que mis pechos están... —Se mordió el labio e intento imaginarse cómo iba a explicar eso—. Bueno están realmente sensibles ahora porque estoy embarazada. —Incluso aunque intentó luchar contra ello, sintió como su rostro se ruborizaba con vergüenza.

—Oh, ya veo. —Cuando se forzó a sí misma a mirar a Peter, la estaba mirando con curiosidad hacia sus pechos. Después de que se rascó la barbilla,

Lali le preguntó:

—¿Qué?

—¿Hay, como leche ahí dentro ya o algo?

Ella se echó a reír.

—No, no, nada de eso.

Aunque parecía aliviado, todavía no la estaba tocando. Lentamente agarró el dobladillo de su vestido y se lo quitó por la cabeza. Sostuvo la ardiente mirada de Peter mientras llegaba hasta su espalda y se desabrochaba el sujetador. Después de que lo tiró al suelo, tomó sus manos con las suyas y las llevó hacia su pecho.

—Simplemente sé amable, ¿de acuerdo? —Trabajó con sus manos contr asu pecho, mostrándole el patrón y la presión que usar—. Mmmm, eso es bueno —dijo.

Mientras sus dedos torcían y acariciaban sus pezones hasta ponerlos duros, él levantó una ceja interrogante.

—Muy bueno —murmuró ella.

Mientras él mantenía sus atenciones, extendió la mano para aflojar su corbata. Una vez que se la sacó, empezó con los botones de su camisa. Después de quitársela se encaminó hacia su cinturón. No debía estar moviéndose lo suficientemente rápido, porque Peter dejó sus pechos para desabrocharse y quitarse los pantalones.

Cuando vio sus arrugados bóxers, precisamente los que llevaba solo para concebir con ella, se echó a reír. Tomándole la mano lo condujo por el pasillo hacia el dormitorio. Él utilizó su mano libre para acariciarle la espalda. Era como si no pudiese parar de tocarla ni por un segundo. Cuando llegaron a la habitación, deslizó sus manos por sus nalgas para tomarla por la cintura, empujándola hacia él. Ella envolvió sus brazos alrededor de su pecho, disfrutando la sensación de sentir su piel desnuda contra su pecho.

La boca de Peter encontró la de Lali en un beso frenético y desesperado mientras ella los guiaba hacia la cama. Llevó sus manos hacia su pecho y lo empujó, enviándolo hacia la cama. En lugar de tumbarse en la cama, se levantó en una posición sentada. Agarrando las caderas de Lali, Peter tiró de ella más cerca.

Después de pasar unos minutos dedicándose a lamer y besar sus pezones, le besó desde el hueco de sus pechos bajando hasta el estómago. Sus ágiles dedos se llevaron sus bragas, dejándola desnuda y sintiéndose vulnerable ante él. Cuando no comenzó a besarla o acariciarla, Lali bajó la mirada hacia él. Su respiración se detuvo ante la vista de él observándole el vientre.
—¿Qué pasa? —preguntó.

—Nada —murmuró.

—No esperabas que te lo fuera a mostrar, ¿verdad?

—No, por supuesto que no. Pero tu cuerpo ya está cambiando en pequeñas formas, te lo puedo decir. —Ligeramente, rozó su abdomen con el dorso de sus
dedos. Tenía casi una expresión hipnotizada—. ¿Hay una parte de mí ahí dentro, eh?

—Sí —dijo suavemente.

Inclinó su cabeza a un lado, sonriendo hacia ella.

—Maldición, es bastante asombroso cuando te paras a pensar en ello.

El suave golpeteo de su corazón se convirtió en un rápido galope ante sus palabras.

—Lo es.

Cuando Peter se inclinó para darle pequeños y suaves besos como una pluma sobre su vientre, Lali se deshizo. El gesto le trajo lágrimas a los ojos. Se mordió tan fuerte el labio inferior para evitar llorar que una oleada del sabor metálico de la sangre llenó su boca.

Justo cuando pensaba que se podría ir por el abismo emocional, él movió su lengua sobre su clítoris mientras con sus dedos encontraba su centro. Jadeando, llevó una mano hacia su cabello y empuñó las hebras. Todos sus pensamientos se escaparon de su mente, excepto el exquisito tormento de su lengua mientras lamía y chupaba sobre su sexo.

No le llevó mucho tiempo para que ella echara su cabeza hacia atrás y gritara su nombre mientras se venía. Mientras su cuerpo aún estaba conmocionado, a agarró por la cintura y la hizo girar empujándola sobre la cama. Lali luchó contra el mareo en espiral que estaba sufriendo que por desgracia no era el típico post orgásmico, sino otro aspecto del embarazo que le azotaba.

Con una sonrisa hambrienta. Peter la presionó hacia abajo contra el colchón. Pero cuando se posicionó sobre ella, se quedó paralizado. Luego se echó hacia atrás para sentarse sobre sus rodillas, entre sus piernas.

—¿Qué pasa? —preguntó Lali.

Se rascó la cabeza.

—Uhm, no sé cómo decir esto.

Levantando sus cejas, Lali preguntó:

—¿Qué quieres decir?


—Aquí está el asunto. Estoy algo asustado.


CONTINUARÁ...

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