lunes, 29 de septiembre de 2014

La Proposición: Capítulo 65


Acunándolo contra su pecho, le dio su chupete. Después que comenzó a tararear en voz baja, vio el efecto calmante que tuvo en él. Cuando empezó a cantar suavemente, los ojos de Mason se volvieron más y más pesados. Luego estuvo profundamente dormido. Cuando se puso de pie para ponerlo de nuevo en la cama, dio un respingo ante la vista de Peter apoyado en un codo, mirándola fijamente. Con solo la luz del pasillo, no podía distinguir si era lujuria o amor lo que ardía en sus ojos.

—¿Qué? —susurró ella, moviendo con cuidado a Mason sobre el colchón.

—Nunca te había oído cantar antes.

—Oh eso. —Agachó la cabeza, tratando de luchar contra la vergüenza pinchando su piel. Puso la manta sobre Mason.

—Eres realmente buena.

Levanto la mirada rápidamente para observar a Peter con sorpresa.

—¿En serio?

—Como un ángel. —Tomó su mano y la arrastró de vuelta a la cama—.Quiero decir, me dijiste que cantabas y todo en la iglesia y en el bar, pero no tenía idea que fueras tan buena.

—Solo estas siendo amable.

—¿Y cuándo he hecho eso? —musitó Peter, con una sonrisa socarrona.

Lali se rio.

—Bien, supongo que tienes razón.

Sus labios pasaron rozando su clavícula antes de que levantará la mirada hacia ella.

—Lo digo en serio, La. Tu voz es absolutamente hermosa.

—Gracias. —Presionó sus labios en los de él—. Cada vez que quieras que te cante para dormir, lo haré.

—Me gustaría eso.

Lali se acercó más a Peter, enterrando su rostro en el hueco de su brazo.

—Realmente odio que tengas que irte de nuevo.

—Yo también —murmuró él.

Luchó consigo misma antes de hacer la siguiente pregunta:

—Sé que estuvimos de acuerdo en que los dos queríamos “más”, pero ¿entendiste siquiera lo que eso significaba para ti?

Sus dedos, que habían estado frotando perezosos círculos bajo su piel, se congelaron en su omoplato.

—No exactamente. ¿Tú sí?

Apoyando la barbilla en su pecho, llevó su mirada hacia la de él.

—Esperaría que significara al menos monogamia.

—Por supuesto que significaría eso. —Le arrugó el ceño—. Sabes que no he estado con nadie más desde que te hice la propuesta esa noche en O’Malley’s.

—Lo sé. Es solo…

—¿Tienes miedo de que a causa de mi pasado no pueda ser capaz de
permanecer monógamo?

—Sí —susurró ella.

Él suspiró.

—Puedo entender porque te sientes de esa manera, La. Pero hablaba en serio cuando te dije que quería intentar más contigo. No puedo ofrecer ninguna garantía, pero al menos quiero intentarlo. Me gustas. Me gusta pasar tiempo contigo, incluso fuera del dormitorio.

Lali sabía que lo que Peter estaba ofreciendo era enorme para él. Se sentía como nada para ella, pero después de todo, ella no era un mujeriego con fobia al compromiso. El hecho de que no se hubiera ido a algún tipo de gira sexual o enrollado con alguien en la oficina de Delhi significaba que en serio lo estaba intentando. Lo miró fijamente a los ojos.

—Puedo aceptar eso.

—Y puedo asumir que no estás al acecho tampoco, ¿cierto?

Lali no pudo evitar el bufido despectivo que escapó de sus labios.

—¿Siquiera tienes que preguntar? Además, la última vez que lo comprobé estar embarazada no te colocaba en la lista de las cien más calientes de Maxim.

Él puso los ojos en blanco.

—Ahí vas menospreciándote otra vez sobre tu atractivo sexual. Siempre tan ajena al efecto que tienes en los demás hombres.

—Sí, claro.

—Ni siquiera te diste cuenta que la noche que llegué de la India y te encontr  en O’Malley’s, casi me metí en una pelea de bar con todos los hombres
que estaban comiéndote con los ojos.

—¿En serio? —preguntó Lali.

—¿Cómo puedo hacerle comprender a tu cabeza lo jodidamente sexy que eres?

Ella señaló su barriga en expansión.

—¿Esto es sexy para ti?

—Me importa poco si tienes una panza o no, La. eres la que te haces sexy, no un cuerpo. Ni siquiera es la manera en que te ves en esa exquisita lencería que tenías puesta antes. Es la manera en que balanceabas las caderas y sacudías el trasero en frente de mí, sabiendo que me volvería loco, o la manera en que me hiciste una mamada con total abandono.

El calor llenó las mejillas de Lali ante sus palabras, mientras la calidez latía en sus venas ante la sinceridad con la que las decía.

—Así que ¿seguirás descontrolándote por mí cuando tenga nueve meses de embarazo, quizás unos treinta kilos de sobrepeso, e hinchada como un dirigible de Goodyear?

Peter se rio entre dientes.

—Sí, lo haré.

—Hmm, ya lo veremos.

Justo cuando Lali estaba acomodándose para dormir, Peter preguntó:

—Entonces, ¿nuestra definición de más es simplemente no salir con nadie más?

—Creo que eso es un buen comienzo. ¿No crees? —A pesar de que quería todo y más con Peter, no quería asustarlo. Creía que era mejor continuar con la relación de a poco y trabajar arduamente hasta lo realmente grande como mudarse juntos o atreverse a alguna vez esperar y soñar con el matrimonio.

—Supongo que sí. Quiero decir, ya estamos pasando todo nuestro tiempo juntos. No hay necesidad de trabajar en eso.

—Estoy de acuerdo.

—Entonces, ¿estamos bien con nuestro “más”? —preguntó Peter.

A pesar de que quería llorar, gritar, y despotricar que odiaba su definición de más, se limitó a sonreír.

—Sí, estamos bien.


CONTINUARÁ...

No hay comentarios:

Publicar un comentario