—Lo siento, pero tienes treinta y dos años. No has tenido ni una sola
relación a largo plazo desde que terminaste con Paula. —Juan sacudió su cabeza
con tristeza—. Si soy completamente sincero, podría decir que Paula y Lali me
recuerdan mucho la una a la otra. Desde luego no quiero ver a Lali salir
lastimada como Paula, especialmente si está llevando a mi nieto.
—Mira, deja de verme como el villano. Lali quería un bebé, así que
estuve de acuerdo en ayudarla.
Juan abrió y cerró su boca como un pez fuera del agua. Una vez que
tuvo un momento para asimilar las noticias, una sonrisa de diversión curvó sus
labios.
—¿Ah, eres como su caballo semental o algo así?
—No es gracioso.
—Lo siento, hijo. No pude resistirme. —Él palmeó el brazo de
Peter—.Dejando las bromas de lado, solo quiero que pienses largo y tendido
sobre lo que estás haciendo. Puedo ver que te preocupas profundamente por Lali,
y ella lo hace también por ti.
Peter se movió en su silla y se quedó mirando fijamente sus manos.
—No sé cómo me siento.
—Sabes lo que tu madre diría ¿cierto?
Hundiéndose rápidamente en la arena movediza de las palabras de su
padre, Peter se deslizó de su silla y fue a servirse un trago. Sacó el whisky
escocés del gabinete.
—No la metas en esto. Ella me fastidió lo suficiente. Siempre
preguntándome por qué rompí el corazón de Paula, o por qué no sentaba cabeza, o
me casaba con una chica agradable por la iglesia, y tenía un montón de niños.
—Convenientemente no mencionó la parte donde ella le había hecho prometer en su
lecho de muerte tener hijos algún día.
—No te das cuenta hijo que ella sabía lo que realmente te haría feliz.
Peter frunció el ceño.
—Pero ella nunca vio mi verdadero yo, ella solo creía ver las partes
buenas.
Si ella se hubiera detenido a pensar acerca de eso, se hubiera dado
cuenta que nunca querría estar atado o atascado con la misma mujer día tras
día.
El dolor irradiaba de los ojos de Juan.
—¿Eso es lo que piensas de los cuarenta y cinco años que estuve con tu
madre?
Peter echó su cabeza hacia atrás y se quedó mirando la mancha de agua
en el techo del comedor. Deseó nunca haber respondido su teléfono y aceptado ir
allí. Pero sobre todo, deseó nunca haber pensado que traer a Lali con él sería
una buena idea. Ella había tenido razón cuando anticipó que su presencia
traería un momento o de cuestionamiento largo y detallado. Peter suspiró y miró
hacia su padre.
—No papá, eso no es lo que pienso. Pero nosotros somos personas
diferentes.
—Lali podría ser lo mejor que te ha pasado alguna vez.
Un resoplido brotó de los labios de Peter.
—¿Cómo demonios sabrías eso? Has estado con ella solo por una hora.
—Puedo ser un anciano, pero no estoy ciego. Ella es el paquete
completo, hijo. Es hermosa tanto por dentro como por fuera. ¿Cómo puedes no
estar maravillado con lo especial que es esa mujer? Porque si yo tuviera tu
edad, haría todo lo que estuviera en mi poder para hacerla mía, sobre todo si
está llevando un hijo mío.
Peter abrió su boca para protestar, pero por el sonido de crujido de
la puerta del baño, él la cerró.
—Ni una palabra —le susurró a su padre. Cuando Lali apareció, su
rostro era claramente el de un fantasma excepto por el rubor de vergüenza en
sus mejillas. Se sentó en su asiento y miró con vacilación a través de la mesa
hacia Peter.
—¿Estás bien? —preguntó.
Ella le dio una sonrisa débil.
—Estoy bien. —Luego se volteó hacia Juan —. Señor Lanzani, siento
mucho haber arruinado el almuerzo de esta manera.
Él levantó su dedo índice silenciándola.
—No hiciste tal cosa. —Caminó a través de la mesa para apretar su
mano—. Además, le hace bien al corazón de un hombre viejo escuchar que va a ser
abuelo otra vez.
—¡Mierda, papá, dije que ni una palabra! —exclamó Peter mientras los
ojos de Lali se abrían como platos.
—¿Le dijiste? —demandó ella.
Juan sacudió la cabeza.
—Ahora no te enojes con él. Yo lo supuse. Cuando mi esposa estaba
embarazada de Peter, sufría terriblemente con las náuseas matutinas, bueno,
nosotros bromeábamos llamándolo las náuseas de todo el día porque no eran
solamente en las mañanas. Y los olores la molestaban terriblemente.
Lali apretó su abdomen.
—Es terrible.
—Si yo fuera un hombre apostador, apostaría un buen dinero a que vas a
tener un niño. Después de todo, mi esposa solo experimentó esos síntomas con
Peter.
Lali sonrió soñadoramente.
CONTINUARÁ...
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