miércoles, 3 de septiembre de 2014

La Proposición: Capítulo 40

CAPÍTULO 40


—Sí, estoy ansioso por verlo el próximo mes, Sr. Benwaldi —dijo Peter antes de colgar. Se levantó de su silla de escritorio con un suspiro profundo. En verdad, no estaba muy emocionado con la perspectiva de abandonar el país durante un mes, pero había sido una estipulación de su nuevo ascenso. Por supuesto, aún no había pensado en mencionar su inminente partida a Lali. No estaba seguro de cómo iba a tomar su partida en medio de su búsqueda por hacer bebés. Tal vez podría convencerla para volar durante unos días si el intento de la próxima semana no resultaba.

Espera, ¿en qué demonios estaba pensando? Lali no era su novia o su esposa. Pedirle a una mujer volar a través del océano era un camino mucho más allá de su nivel del compromiso, aun si fuera más para el beneficio de ella que el de él.

—Hombre, soy el peor anfitrión. Disculpa que haya tardado tanto —dijo, mientras entraba a la sala de estar. Patinó hasta detenerse ante la vista de Lali dormida en el sofá con Beau junto a ella. Por un momento, no supo qué hacer.
¿Debería despertarla y llevarla a su auto? ¿O le debería ofrecer la habitación de invitados? ¿O la debería llevar a su cama? No es como si antes no hubieran dormido juntos.

Miró a Beau y dio un gruñido frustrado. Cuando Beau lo miró soñoliento, Peter movió un dedo amenazador.

—Sabes malditamente bien que no tienes permitido estar en los muebles.

Beau respondió bostezando y luego se metió más profundo al lado de Lali.

Peter se inclinó sobre el sofá, su mano barriendo la mejilla de Lali.

—Despierta, La —dijo suavemente.

—¿Hmm? —preguntó sin incentivo.

—Tienes que ir a la cama.

—No. Estoy muy cansada —murmuró.

Él frotó su brazo.
—Dormirás mejor en la cama.

Dio un ronquido corto en respuesta. Peter rodó sus ojos. Por supuesto, ella tenía que hacérselo difícil.

—Bueno, está bien. Voy a ponerte en la cama.

Pasó sus manos debajo de sus piernas y luego llevó sus brazos alrededor desu espalda. Con un gruñido, la alzó del sofá.

Lali lo miraba a través de sus caídos ojos.

—¿Ahora eres mi caballero de brillante armadura?

—Oh, sí, soy un magnifico caballero —se quejó.

—Me haces romper todas mis reglas.

—¿Um?

Ella cerró los ojos, y él creyó que se había vuelto a dormir.

—Me haces sentir demasiado… Se supone que solo debo usarte para el sexo como tú me usas.

Su pecho se apretó por sus palabras. ¿Es eso realmente lo que pensaba de él? Aunque por lo general fuera la verdad, no le gustaba escucharlo de ella… al menos no ahora.

—La, abre tus ojos y mírame.

Bajo sus órdenes, sus soñolientos ojos marrones se centraron en él.

—No pienses que te estoy usando, ¿de acuerdo? Puedo siembre haber querido tener sexo contigo, pero nunca, jamás te usaría.

Lali envolvió sus brazos más apretados alrededor de su cuello, sus labios aplastados contra su mejilla.

—Eres un buen hombre, Peter Lanzani, incluso si no quieres admitirlo.
—¿Eso crees?

Su cabeza asintió perezosamente.

—Nunca me hubiera imaginado que cuidarías de mí como lo has hecho esta noche, especialmente cuando no había ninguna promesa de sexo. Pero lo hiciste.

Peter rodó sus ojos cuando bajó a Lali lentamente en su cama.

—Eso me hace un verdadero caballero, ¿uhm?

—Uhmm hum —murmuró ella acurrucándose bajo las sábanas.

—Me alegro de que pienses tan bien de mí, La.

—Solo no rompas mi corazón —dijo suavemente.

Ella ya estaba respirando pesadamente cuando él contestó.


—Voy a hacer mi mejor esfuerzo para no hacerlo.


CONTINUARÁ...

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