CAPÍTULO 37
—Bien. Aquí la versión resumida: su nombre era Stefano, teníamos
dieciocho, y yo estaba enamorada de su mejor amigo.
—Ouch, eso tuvo que apestar para el viejo Stefano.
—Nunca quise herirlo, pero para cuando cumplí los dieciséis, no había
nadie en el mundo para mí aparte de Agustín.
—¿Saliste con él para poner celoso a Agustín?
—No, al principio pensé que Stefano me haría olvidarlo. Estábamos
todos en la escuela y en la iglesia juntos, pero Agus actuaba como si yo no
fuera nada más que una amiga. Stefano era el tipo de chico que te traía flores
y te llamaba en la mañana para ver como estabas. También respetaba mis límites
sobre el sexo.
—Pobre Stefano —bromeó Peter.
Lali se echó a reír.
—Ahora. No dije que él no estuviera recibiendo alguna satisfacción
sexual.
—Simplemente no la enchilada completa.
Ella arrugó la nariz.
—Si tienes que ponerlo de esa forma, supongo que sí.
Peter sonrió.
—Entonces, ¿qué pasó?
—A pesar de que él debería haber sido todo lo que podía alguna vez
querer en un novio, no sentía nada. No era justo para él, así que terminé con
él. Estaba tan devastado que envió a Agus a hablar conmigo.
Lali agachó la cabeza, luchando contra la sonrisa soñadora que se
extendía por sus mejillas.
—Agus entró pisoteando a mi habitación, con la cara roja y furioso,
demandando cómo diablos podía romper el corazón de su mejor amigo. Después de
escucharlo despotricar durante unos cinco minutos, finalmente grité que estaba
enamorada de él.
Los ojos de Peter se ampliaron.
—¡Mierda! Eso requiere pelotas. ¿Qué dijo él?
Lali rio.
—Que él también estaba enamorado de mí, pero no quería lastimar a
Stefano. Por lo que esperamos unos pocos meses para empezar a salir, y entonces
fuimos inseparables.
—¿Y Stefano estaba bien con ello?
—No estaba muy emocionado, pero encontró a alguien más.
Peter se la quedó mirando por un momento y luego sonrió.
—Tras descargar esta pesada mierda, creo que necesitamos un poco más
de vino.
—Sí, también lo creo.
CONTINUARÁ...
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